Ahora que estamos a solas, puedo confesarte que el pescador más hábil nunca llegará a disfrutar plenamente si ante un rechazo o un fallo no se para, repasa y analiza. Lo podíamos llamar una reflexión o si piensas lo mismo que yo, una experiencia de aprendizaje. Puedes pasarte la vida estudiando el río, aprendiendo entomología acuática, la biología, la taxonomía, las conductas de las truchas, pero nunca lo sabrás todo, porque la naturaleza se reserva sus misterios como protección. Perseverar en los descubrimientos te marcará el camino a seguir y cada vez que falles toma impulso y sigue buscando que nada es pequeño para descubrir.
Del río no lo sabrás todo, pero te dará hasta su alma y aunque no podrás poseerlo siempre lo recordarás. Dedicar tiempo a tu pasión no tiene precio y disfrutarla te hará feliz. Mientras vuela la mosca, sobre espejos de agua que el viento diseña, tu alma sosiega en medio de un paisaje de verde profundo y ya sueña con esa poderosa picada que te traslada a ese mágico mundo de la pesca a mosca, a esa mezcla de sensaciones que es muy difícil describir con palabras… Perspicacia, adrenalina, libertad, respeto, humildad …es la grandeza, es esa experiencia que nos conecta con la naturaleza y nos fortalece la mente para seguir el camino de la vida.
Con la complicidad del silencio todo se serena y de la sombra profunda surge la belleza salvaje de una trucha y …solo son segundos, décimas, instantes, pero el mundo se para mientras, ella y yo, rivalizamos en nuestro particular baile…es el clímax.
Luego queda lo más importante para ella, para los dos, liberarla con delicadeza y alegrarse cuando río adentro se vaya, es la máxima satisfacción, es la última pieza del puzle…es la chispa de la vida.