Jueves reflexivo: un paseo nocturno

Reflexión: noche de paseo

Hola a todos y bienvenidos un día más. Ya estamos a jueves, y toca el post improvisado, así que con un café caliente, compañía gatuna y muchas ganas de escribir, empezamos.

Hace mucho tiempo que no describo un paseo, y es algo que me gusta hacer de vez en cuando porque luego puedo releerlo y es como un diario. Y para hacerlo un poco diferente, voy a compartir un paseo nocturno. Llevamos unos meses saliendo a pasear por la noche, son paseos humanos y perrunos. Y también lo hacemos por la mañana y por la tarde, aunque por las tardes y algunas mañanas nos turnamos. Sí, lo sé, dormimos muy poco y sé que está mal, pero somos de dormir poco, y aunque con el tiempo lo pagaremos, somos así. En cuento llegue el invierno cambiaremos esto,o al menos lo reduciremos.

parque

Esto es de otro día, pero pasamos por muchos rincones así

El paseo que voy a compartir lo di el otro día con mi marido. A veces se unen mis hijos, incluso algunos amigos de mis hijos, pero este en concreto lo hicimos nosotros solos, en feliz compañía perruna.

Salimos de casa después de cenar y de dejar la cocina recogida (si llegamos con todo revuelto nos morimos de pereza), más o menos sobre las diez.

La temperatura era estupenda, había unos 23º, así que no necesitábamos ni chaqueta.

Salimos del portal y caminamos por nuestra calle. Nuestra intención era alejarnos del centro, por la noche buscamos lugares tranquilos, así que callejeamos un ratito y fuimos hasta un jardín grande que permite perros, para que la compañía perruna disfrutase un poco, mientras nosotros contemplábamos la preciosa luna llena, envueltos en el olor a manzanilla que desprendía el prado. Después de un ratito continuamos caminando y enseguida llegamos a una zona que tiene casitas de planta baja con jardines, y pequeños parques en algunos rincones.

Charlando con voz suave caminamos por calles silenciosas, que huelen a flores. El aire estaba impregnado por el aroma de las trompetas de ángel y los don Diegos, y en algunas esquinas olía intensamente a romero. Cuando pasamos cerca de los muros que rodean las casitas vimos algún gatito que había salido en busca de caza, o de novia, ¿quién sabe? En medio del silencio parecía que estábamos lejos de la ciudad, me parecía estar en un pueblo pequeño y tranquilo, y esa paz me acompañó ya hasta la hora de dormir.

Poco a poco seguimos avanzando y llegamos a un parquecito muy tranquilo, que durante el día está lleno de abuelitos, pero por la noche se mantiene tranquilo y silencioso. Las conversaciones de la luz del sol se han quedado escondidas en los bancos. Y en ese cielo iluminado por la luna llena vemos algunos murciélagos, que revolotean a nuestro alrededor.

luna

La foto es cutrilla pero la luna era impresionante

Después de pasear durante un buen rato decidimos volver a casa, pero dando un rodeo, así que pasamos por callejuelas tranquilas, de esas en las que retumban los pasos. Entre las hojas de los setos que bordean los jardines y en las aceras vimos caracoles. Estos no habían sacado los cuernos al sol, seguramente son los nocturnos de la familia, como nosotros. Algunas casas tienen la luz encendida, y al verlas me invento, o nos inventamos, historias sobre sus habitantes. Si hay juguetes en el jardín imaginamos que vive una familia con niños y un perro. Seguramente ya han acostado a los peques y los padres están viendo la tele. La casa huele a cena y a restos de gel de baño infantil. Si vemos un jardín muy bien cuidado nos imaginamos a un matrimonio jubilado, ella cuida las flores y entre los dos mantienen el huerto. A esas horas ya se han acostado, y la casa huele al jabón de Marsella que han usado para dejar la cocina bien recogida.

Cuando dejamos atrás las casitas van apareciendo edificios antiguos, viviendas de tres plantas que albergan todo tipo de habitantes, aunque de vez en cuando, nuevas construcciones salpican las aceras. Estamos en una zona en la que conviven las casas y los pisos, lo nuevo y lo viejo. Y en las desiertas calles vemos negocios de lomás variado, que a esas horas están cerrados.

Caminando llegamos a una zona más céntrica. Por ahí hay más gente. Algunos bares permanecen abiertos y se observa mucho más trajín. También hay personas con perros, como nosotros, y éstos, como son muy educados, se saludan.

Poco a poco nos acercamos a casa. Al doblar una esquina vemos al sereno y charlamos un poco. Hablamos de perros, del tiempo y de lo bonita que está la luna. A menudo hablamos con los serenos, pero hay tantos que pocas veces lo hacemos con el mismo.

Y sin darnos cuenta estamos muy cerca de casa. Al llegar al parque donde tenemos nuestro ambiente perruno vemos que está la mejor amiga de nuestra perra, así que paramos para que jueguen, y de paso charlamos con el dueño, un chico muy agradable.

Y después de un ratito de juego ya nos vamos a casa. El paseo nos ha sentado de lujo y ahora toca ir para la cama, así que entramos en el portal silenciosamente, para no molestar, y nos adentramos en una casa que estaba esperando nuestro regreso.

Y hasta aquí el post de hoy. Sé que no he hablado de nada, ha sido algo muy simple, pero me apetecía compartir uno de esos paseos que tanto disfruto. Las calles vacías con olor a flores son un lujo y no es fácil que ocurra. Ahora llega el otoño y estos paseos se irán espaciando, así qu elos estoy aprovechando al máximo.

Mil gracias por leerme y nos vemos el sábado con el repaso semanal y un especial.

My feliz jueves a todos.

Fuente: este post proviene de Pequeños trucos para sobrevivir a la crisis , donde puedes consultar el contenido original.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado:
¿Qué te ha parecido esta idea?

Esta idea proviene de:

Y estas son sus últimas ideas publicadas:

Recomendamos