Jueves reflexivo: Serendipity

Reflexión del jueves: serendipia

Hola a todos y bienvenidos un día más. Ya estamos a jueves, la semana va llegando a su fin y hoy toca la reflexión improvisada. Con la casa en silencio, mis gatos durmiendo(mi gato mayor ha cambiado mi regazo por el calor del radiador) y una taza de infusión de jengibre y canela con miel y limón, empezamos.

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Estos días han sido complicados, y como además me ha fallado la salud me ha dado por pensar y recordar, y buscando siempre lo positivo han acudido a mi mente algunas de esas coincidencias o casualidades que tiene la vida, vamos, lo qu eviene sieno una serendipia o coincidencia afortunada. Y ya que estoy, pues me apetecía contarlas aquí y así me quedan como recuerdo.

Hace bastantes años mi hijo tuvo que hacer una fotonovela sobre La Celestina con unos compañeros de clase. Era un trabajo obligatorio y me avisó con tiempo suficiente para preparar el traje. Él hacía de Sempronio, el criado.

En aquella época yo estaba inmersa en bastantes problemas, y me pasaba los días haciendo trámites y gestiones, visitando abogados y gastando horas y horas en buracracia. Y la verdad es que se me olvidó el tema de la fotonovela y mi hijo, en plenos exámenes, tampoco me lo recordó.

Uno de esos días fue especialmente complicado. En una misma mañana tuve que ir a un montón de sitios, me gasté un dinero que no tenía en fotocopias y fax(que antiguo suena ahora) y llegué a casa agotada.

A mí me gustaba comer en familia pero ese día estaba cansada y con hambre y como aún faltaba casi una hora para que mis hijos llegaran, decidí comer sola.

Por entonces el programa La ruleta de la suerte se emitía desde la una hasta las dos de la tarde, más o menos. Así que voy yo con mi plato de comida y encendí la tele, sin ganas, la verdad, fue más bien para no estar sola. El programa estaba ya en el panel final y era la última la pregunta. ¿Os imagináis el tema? Había que descubrir una obra y un personaje. Y sí, eran La Celestina y Sempronio. Y yo, como en una nube, como si no me estuviese pasando a mí y lo viese en una película, recordé que mi hijo tenía esa tarde a las cuatro la fotonovela. Tenía que salir de casa a las tres y media y ya eran las dos, todas las tiendas estaban cerradas y además andaba justa de dinero(para vivir tenía pero 30€ en tela de disfraz como que no...).

El ser humano siempre encuentra solución, así que cuando me pude calmar y pensé un poco, se me ocurrió rescatar un pantalón viejo de mi madre, de cuando hizo rehabilitación y que me había dado para un disfraz, y corté una servilleta de cuadros en varios trozos que cosí a modo de remiendo, con la costura bien grande y de otro color, como los remiendos de los cuentos.

Por otro lado tenía una funda vieja de un nórdico en el trastero. Era de un azul marino un tono más claro que el pantalón así que pegaba(qué remedio, era eso o nada). Y como no sabía hacer una casaca puse sobre la mesa la funda doblada a la mitad, coloqué encima un jersey de pijama que le quedaba un poco flojo a mi hijo para usarlo de patrón y dibuje el contorno. Recorté y al estar doblado salía ya doble, tenía un un lado y el otro. Entonces cosí con puntada grande y me quedó una túnica pasable. Puse un remiendo de cuadros en el codo y otro en un lado de la casaca, y cuando mi hijo se lo probó, le quedaba bien así que complementamos con un cinturón ancho que había en casa y el resultado no estuvo nada mal teniendo en cuenta las circunstancias.

La fotonovela quedó genial y ganaron un premio que los llevó una semana de viaje por Toledo, recorriendo todo lo relacionado con La Celestina, y que le ha dejado un recuerdo genial.

Si ese día no hubiese puesto la tele o no hubiese decidido comer sola(al final no comí, cuando ellos llegaron estaba aún cosiendo) mi hijo no habría podido participar y además de suspender la asignatura se habría quedado sin viaje, porque yo tenía totamente borrada de la cabeza la dichosa fotonovela. Y es que al final casi todo se arregla.

¿Recordáis cuando os hablaba de la vecina que se tumbaba en el suelo para escuchar los cuentos que me contaba mi madre? Pues hace unos meses pusimos en alquiler un piso que tenemos. Lo hicimos medidante agencia y yo no sabía quien sería el inquilino hasta el momento de la firma de contrato.

Cuando ya estaba en la agencia, leyendo despacio todo, llegaron los inquilinos y ¡era ella! Su hija se acababa de casar y buscaban un alquiler. La chica de la agencia quiso saber de qué nos conocíamos y ella le dijo que habíamos sido vecinas, que aún guardaba nuestro recordatorio de la comunión y que por las noches se tumbaba en el suelo a escuchar los cuentos de mi madre. Y la verdad es que esas cosas hacen ilusión. Los años y la vida nos fueron separando y al volver a vernos, el recuerdo que ella mencionó es justo el que yo os conté en varios post, el primero hace cinco años, lo de las historias de mi madre que tanto le gustaban.

La verdad es que tengo muchas más coincidencias, algunas muy sorprendentes, algunas tristes y otras simplemente curiosas, pero me está quedando una entrada demasiado larga y no quiero aburrir a nadie, que estas cosas tienen mucha gracia cuando se viven pero contadas ya no es lo mismo.

Ahora que el día poco a poco se va abriendo paso es hora de comenzar con el día, que hoy, como los últimos 20, se me presenta duro y largo, así que me ha venido muy bien escribir aquí, para llenarme de toda la energía buena que me llega a través del blog.

Muchas gracias por leerme y nos vemos el sábado en el repaso semanal.

Fuente: este post proviene de Pequeños trucos para sobrevivir a la crisis , donde puedes consultar el contenido original.
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