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Reflexión: torpezas y despistes

Jueves reflexivo: torpezas y atolondramientos varios

Hola a todos y bienvenidos un día más. Ya estamos a jueves, es increíble. Nosotros hemos tenido puente lunes y martes y me ha volado la semana.

Hoy es el día del post improvisado. Ahora no estoy en casa, estoy en la finca, con unas vistas espectaculares, y ya que estoy en un sitio donde he escrito bastante porque me inspira mucho, vamos a ver que sale. Y ahora, sin más rollo, empezamos.

Estos días nos hemos reído mucho con mis despistes. De verdad que intento fijarme en las cosas y evito ser una atolondrada, pero no lo consigo, soy despistada y torpe. Y se me ha ocurrido contaros mis despistes más recientes, así quedan aquí por si se me olvidan.


Esto es lo qu eveo mientras escribo

Hace unos meses tuve muy mal a una gatita, era muy mayor y el final fue el peor. Pues estuvimos unos días llevándola al veterinario a hacer unas pruebas. La clínica a la que voy no está muy lejos, pero a la gata la llevábamos en coche para ir rápido porque por su problema había que evitarle estrés, y llevaba muy mal salir de casa, así que mejor tres minutos de coche que diez o doce andando.

Un día no teníamos a disposición el coche de casa ni el de mis hijos, así que un amigo de mi hija, que adora a los gatos, se ofreció a llevarme, y mi hija le iba a acompañar.

Conozco perfectamente su coche, es un coche negro normal, con los cristales de atrás tintados. Yo ya estaba preparada cuando mi hija me manda un whatsapp diciendo que hay un atasco, pero cree que no van a tardar.

Un poco después me dice que están en doble fila en la esquina de una calle justo debajo de casa. Ya íbamos justos así que cojo el transportín con la gata y salgo pitando. Veo un coche negro, con cristales tintados en una esquina y me voy directa a la puerta trasera e intento abrir. Como no puedo, en vez de ir a la ventanilla donde se supone que están ellos y decirlo, empiezo a darle a la manecilla como una loca, diciendo en alto que vamos con el tiempo demasiado justo, hasta que hago saltar la alarma. Y nerviosa, miro hacia la esquina que hay justo enfrente y veo a mi hija y al otro chico mirándome perplejos. Sí, me equivoqué de coche. Y aunque era de la misma marca, era otro modelo.

Al final estuve esperando un rato cuando paró de sonar la alarma, por si aparecían los dueños, pero no vino nadie.

Llegamos tarde al veterinario y la sensación de ridículo me persigue.

Hace un mes mi hijo y yo nos fuimos al parque de perros bien temprano. Antes de ir a casa decidimos parar en un supermercado que hay de camino, porque necesitaba cuatro bobadas.

Fuimos en mala hora y aquello estaba abarrotado, así que mi hijo aparcó bastante lejos. Decidimos que bajaba yo rápido y él esperaba en el coche en compañía perruna.

Pues compré y al salir veo el coche delante de la puerta. Como mi hijo es muy detallista pensé que se había acercado para que no tuviese que caminar cargada, porque las cuatro bobadas eran unas cuantas. Así que abrí la puerta del copiloto mientras le daba las gracias por el detalle. Ya estoy sentada cuando veo que no está. Me giro y ni rastro de la compañía perruna. Me extrañó pero pensé que quizás la compañía perruna había pedido ir al baño. Y me iba a quedar relajada esperando cuando veo el cenicero abierto y con colillas, y nosotros no fumamos. Y colgando del retrovisor una bandera de España. Entonces supe que era otro coche. No os imagináis lo rápido que me fui de allí.

Esta vez nadie me vio, mi hijo seguía donde lo había dejado, en el fin del mundo, aunque estaba preocupado por mi tardanza. Esta vez el coche no era ni de la misma marca. La verdad es que no iba a decir nada, pero mi hijo, por mi cara, supo que había metido la pata.

Lo más sorprendente es que alguien deje el coche sin cerrar con llave en un aparcamiento.

Y mi última torpeza fue hace unos días en la nieve. Aparcamos el coche en un pueblecito para ir a la montaña, a una zona que nos encanta.

Cuando llego a un sitio suelo hacer una foto para saber a qué hora he llegado, una manía mía. Así que le digo a mi hija: " Venga la foto de llegada. ¿Os ponéis en esa esquina y así pillo el pueblo y también la montaña?" Y justo me dice mi hija: "Vale, pero cuidado que hay hielo y resbala mu..."

Tarde. En ese momento salí volando y aterricé de costado, como en las películas. Menos mal que la ropa de nieve que llevaba amortiguó el golpe y no me hice daño.

Ya en casa, revisando las fotos, encontré la del momento y os la pongo. Ya veréis que encuadre tan perfecto, jajajaja. Creemos que se disparó mientras yo volaba.


Esto es lo que salió en la foto, jajaja

Y claro, la noticia la compartí con mi hermana.


Odio el corrector, el texto no se entiende, en realidad dije lo que pone el post, pero bueno, al menos no me ha puesto ti con tilde, que me pasa muchas veces y ni me fijo

Bueno, no me enrollo más. Esta vez no he puesto una reflexión al uso, me esperan días de aniversarios duros y hoy que estoy animada quiero aprovechar para reírme. Que sí, que estas bobadas solo suelen hacer gracia al protagonista o los que están allí, pero bueno, me apetecía reírme de mí misma un rato

Intentaré pasar por vuestros blogs y responder a esos comentarios tan bonitos que me dejáis.

Muy feliz jueves.

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