Curiosidades: 4 personajes llenos de arte de Gijón
Hola a todos y bienvenidos un día más. Ya estamos a martes aunque cuesta un poco saber en realidad que día es, jejeje. Hoy traigo un post un poco diferente, que espero que os guste.No sé en otras ciudades, pero aquí en Gijón hemos tenido una serie de "personajes" o personalidades célebres que salen en las crónicas de la ciudad, y que están en los recuerdos de muchos. Y se me ha ocurrido recopilar algunos.
Así que sin más rollo, empezamos.
El nexo entre los personajes es que todas estas personas vivieron en el siglo XX, y la mayoría de los gijoneses hemos oído hablar de ellos. Pero sobre todo tienen en común que eran artistas, con más o menos éxito todos se dedicaban al arte.
La Perala
Se llamaba Emilia Gómez y heredó el mote de su mario, "El peralu". Ella era de La Bañeza y se casó en Oviedo. Vivían de vender la rifa "pro infancia" muy famosa en aquella época(mis abuelos y mis padres la compraban), y residían en Gijón, en barriadas muy muy humildes, en chabolas muy pobres.
La primera referencia que hay en los periódicos sobre ella data de diciembre de 1952. Parece ser que se quedó sin el cajón de Navidad(que por entonces casi todo el mundo tenía) y vagaba por las calles lamentándose. Cuando alguien le deseaba felices fiestas ella respondía: Me paez que no fía, no me dieron cajonín y les perres anden con bozal.
Parece ser que las pescaderas de la pescadería municipal(un precioso edificio donye hoy se realizan gestiones como empadronamientos o pagos de multas)se apiadaron de ella y le prepararon un paquete con centollos, turrón y sidra. O como ellas decían, un cajón curiosín.
Arriba a la izquierda, con el título No le dieron cajón, pero sí, está la noticia
Pero esta mujer se hizo realmente famosa porque era muy cantarina, y un día se animó a cantar en una plaza. Al ver que sus actuaciones gustaban empezó a cantar por los parques y plazas del centro, y de paso a alterar su indumentaria, añadiendo cada vez alguna pieza a lo que ya llevaba, y siempre era algo extravagante.
Con los años la gente la veía cada mañana, cargada con fardos misteriosos en un carro, muy arreglada y peinada. Sus ropas antiguas y de vivos colores iban acompañadas de muchas "joyas" o bisutería, y en su arrugado rostro se veían unos ojos verdes llenos de rimel y una boca roja de carmín.
Sus actuaciones siempre tenían público
A mediados de los años 60 su hijo, bebedor habitual y un poco descarriado, falleció en una brutal explosión y ella tuvo que reconocer las escasas pertenencias que se rescataron. Se cree que se inmoló y que llevaba dinamita en un bolsillo. Ella sufrió muchísmo, pero siguió con sus actuaciones.
Casi todos mis mayores la conocieron, era un personaje muy popular. Cuando alguien iba muy lleno de joyas o un poco estrafalario siempre le decían(o dicen porque es un dicho que ha pasado a formar parte del acervo popular de Gijón) que parecía La Perala, que vivió rodeada de miseria y tristeza y nunca dejó de cantar.
Rambal
Yo creo que todos los gijoneses de más de 40 años sabemos quien era. Fue un transformista que vivía en la parte alta, en Cimavilla. Nunca ocultó su homosexualidad y era muy querido. Su especialidad era imitar a Marifé de Triana, y cuentan quienes pudieron verlo que más que imitar se transformaba en ella. Su interpretación era una maravilla, cargada de melancolía y teatralidad.
Su madre era su gran amiga, y en Carnaval se disfrazaba con él, algo que no era frecuente en aquellos tiempos.
No tenía un trabajo fijo excepto el de actuar, pero sí que hacía tareas domésticas por el barrio. A veces a cambio de dinero, pero otras a cambio de ropa interior femenina o cualquier cosa que le diesen.
Cuando alguna vecina tenía un hijo él siempre iba a echarle una mano. Mi suegra fue una de esas afortunadas, y aún conserva un regalito que le dio para mi cuñado, que era un bebé.
Con sus vecinas se portaba genial
Mi madre trabajaba entonces en una perfumería y siempre le vendía maquillaje para sus actuaciones, y le parecía una persona excepcional; bueno, cariñoso y simpático.
Se llamaba Alberto Alonso y falleció trágicamente asesinado un 19 de abril, este domingo se cumplieron 44 años de su muerte. Su crimen fue investigado chapuceramente y nunca se supo quien era el culpable, pero todos lloramos su muerte, cruel, despiadada e inmerecida. Recientemente han hecho un himno a Gijón(mi hija sale en un videoclip del cantante) y le nombran. Además aparece en reportajes, libros y en cualquier crónica de mi villina. Su nombre ha permanecido.
El gaiteru del Humedal
Yo creo que, al igual que antes, todos los que pasamos de los 40 lo conocemos, y no solo eso, la mayoría lo hemos visto. Lo llamaban en el gallego y tocaba la gaita sentado en el suelo, con las piernas cruzadas y la cabeza inclinada sobre el pecho. Nunca le vi la cara, creo que pocos se la han visto, ni tampoco le oí hablar.
Hace ya tiempo que nadie le ve y no sabemos qué ha sido de él. Hay distintos rumores pero yo no me creo ninguno. Es una pena acabar así la historia pero es uno de esos personajes que siempre ha estado por las calles de la villina. En su recuerdo hay algunos cuadros y esculturas, incluso carteles de los festivales de gaita.
Su imagen ha ilustrado carteles. Así era él.
Esperanza: la loca de las palomas
Escribía sus poesías en papeles y las vendía a alguna librería. También escribía cartas en el periódico local y le gustaba inventarse poesías sobre las personas con las que hablaba, que eran muchas porque ella era muy sociable.
Yo fui afortunada y una vez, en el autobús, mientras iba con un gupo de amigos a la zona centro para ir a una manifestación(en mi etapa activista) me recitó, en medio el autobús, una poesía dedicada a mis ojos.
En el momento pasé muchísima vergüenza porque siempre he odiado ser el centro de atención, pero ahora creo que debería haber sido lista y escribirla para tener el recuerdo.
Años más tarde, tras una charla sobre muchas cosas, me regaló, para mis hijos, que eran muy pequeños e iban en su sillita, un juguete de los pitufos muy bonito. Me hizo mucha ilusión y lo guardé con cariño.
Esperanza siempre era amable. Vestía de una forma muy elegante y como de otros tiempos, con su pelo blanco, sus ojos azules y sus palomas siempre alrededor.
Así la recuerdo, con sus palomas
Dicen que tuvo una vida triste, y que al enviudar se refuigió en las palomas y los gatos. Seguramente fue así pero ella no transmitía tristeza, transmitía buenas sensaciones, palabras bonitas y amor por las personas y especialmente por los animales. Las gentes de Gijón siempre la recordarán, incluso hay una recogida de firmas para poner en algún lugar una estatua en su honor. Ojalá lo consigan. Yo tengo la Esperanza.
Este es uno de sus poemas, Verano inolvidable. Casi cada día había algún poema suyo en el periódico.
Y realmente hasta aquí llega el post. En Gijón tenemos muchos más personajes, algunos de nombres graciosos, otros que no han dejado tan buen recuerdo y muchos de lo más variopinto, pero ya me ha quedado un post muy largo así que lo dejamos por hoy.
Mil gracias a todos y nos vemos el jueves para reflexionar.
Feliz semana.