Hola a todos y bienvenidos un día más. Ya estamos a jueves, una semana más que se ha esfumado. Hoy toca el post reflexivo y con mi café muy muy caliente, unas galletitas y mucha ilusión, empezamos.
La verdad es que me cuesta arrancar, no sé muy bien qué contar, así que para meterme en ambiente he pulveriado un poco de una colonia que me gustaba mucho en la adolescencia y a mi mente van llegando las ideas.
Creo que muchos momentos de mi adolescencia los tengo asociados a perfumes. Muchos hoy en día no los uso pero me gusta olerlos de vez en cuando para recordar.
El primero que recuerdo es Don Algodón. Cuando paso por algún sitio y lo huelo viajo a las mañanas de invierno en las que iba al instituto. El primer año vivía cerca pero luego nos mudamos y yo iba al instituto en autobús, una experiencia genial y que me sirvió para hacer amistades que aún conservo. Recuerdo que me echaba un montón antes de salir de casa, recién duchada y peinada, y casi sin pintar, solo un poco la raya del ojo y una barra de labios de brillo.
La mezcla del olor a frío con la colonia era muy evocador, y yo caminaba llena de ilusión con un nuevo día ante mis ojos.
En mi caso tenía colonias para usar a diario, tipo Don Algodón y también tenía una un poco mejor para momentos especiales. Recuerdo que a mi primera cita con un chico(era muy muy joven) llevaba Loulou de Cacharel, y ese perfume siempre me recordará a aquel momento, los nervios de ambos, la ilusión, el miedo y las esperanzas. En aquel momento todo parecía tan importante...y lo era, el tiempo separó los caminos pero en el momento era importante.
Y para otro momento muy importante recuerdo que llevaba Flash Babs de Myrurgia, y siempre asociaré el aroma de las rosas a momentos únicos e irrepetibles.
Mis viajes de estudios también tienen perfume propio. El que hice a Londres huele a Musk de Jovan, a Eau Jeane, la que era verde, y una colonia que se llamaba Clyo, que también era verde y además era muy intensa, como era yo, jejejeje.
Esas colonias siempre olerán a frío, a niebla y a momentos con mis amigos de esos que quedan para siempre.
Si algo agradezco a mis padres, entre otras cosas, es que me dieran la oportuidad de viajar mucho. Muchos viajes eran con ellos, y eso es impagable, disfrutaba muchísimo y me alegra haber compartido con ellos esos momentos, pero algunos eran viajes de estudios y esas experiencias a ciertas edades son enriquecedoras y muy muy buenas. A mí me han quedado recuerdos imborrables: risas en las habitaciones, conversaciones especiales, abrazos, comidas compartidas, horas de autobús...
Cuando fui a París mis colonias fueron otras: Eau Jeane, esta vez la rosa, que olía terriblemente bien, y Vanderbilt que era un perfume muy fuerte y me encantaba. Ese era para salir de noche, jejeje, me creía mayor.
París siempre olerá a la colonia rosa de Eau Jeane, y a pesar de haber vuelto a Francia unas cuantas veces, y de disfrutar enormente, ainssss esas sensaciones de la adolescencia...
Aquí estoy con mis amigas cuando éramos adolescentes, detrás está Notre Dame
La playa también tiene olor, huele a Anouk y a crema solar de coco. Cuando paso por la playa y noto olor a crema de coco recuerdo aquellas jornadas playeras con las amigas, con las toallas al principio muy ordenadas y al final amontonadas, con revistas, botes de crema y risas adolescentes acompañando.
Pero no solo los perfumes me transportan. El olor a lluvia de verano me hace viajar a algunas tardes de verano de mi infancia, cuando llovía de repente y luego salía un sol radiante y me iba con mis padres a hacer algo chulo.
El olor a café caliente en las mañanas frías me recuerda a Madrid, a pasear por el centro y entrar en una cafetería a tomar un café y unos churros. Según la etapa teníamos varias cafeterías preferidas, una que recuerdo con nostalgia es Zahara, que creo que ya no existe.
Y cuando entro en un portal y al salir del ascensor huele a café bueno, me acuerdo de la casa de mi abuela, que olía a café del bueno, era imposible no tomar uno a cualquier hora.
A veces, cuando salgo temprano y han cortado la hierba en unos jardines que tengo al lado de casa recuerdo mi infancia, cuando íbamos a la parada del bus escolar atravesando un parque y olía así. Mi madre nos llevaba de la mano y nos iba contando algún cuento. Eran tiempos geniales y el olor de hierba cortada en la ciudad me los recuerda.
Disfruto mucho evocando olores y aromas, me gusta viajar en el tiempo, pero solo unos momentos, y luego vuelvo al presente para disfrutar de la vida, que es muy breve. La semana pasada, el mismo día, fallecieron dos personas cercanas; el padre de un amigo de mis hijos con cuarenta y pocos años y la madre de una amiga mía con sesenta y pocos. Ese golpe de realidad me hizo ver, una vez más, que hay que centrarse en el día a y día y disfrutar de lo que tenemos. Y de vez en caundo recordar lo vivido, claro que sí, que para eso está ahí, pero luego regresaremos.
Yo misma ayer estaba colocando unos álbumes de fotos(creo que voy a estar de reformas toda mi vida) y me reía mucho al ver mis fotos en Londres, y las de París...pero luego volví al presente. El lunes fui a ver actuar a mis hijos y pudieron venir mis suegros, y a mi suegro el año pasado prácticamente le habían desahuciado en el hospital, creíamos que no remontaba y pudo estar hora y media aplaudiendo a sus nietos. Fue genial, y a la vuelta fuimos con mi madre y una amiga de mi hijo y nos reímos muchísmo. Esos pequeños momentos hay que capturarlos y no dejarlos pasar.
No quiero extenderme másque los jueves hablo y hablo, sin decir nada.
Así que hasta aquí el post. Mil gracias por leerme y nos vemos el sábado en el resuemn semanal y con algún especial.
Muy feliz día a todos.