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Reflexión: leer

Jueves reflexivo: mi amor por los libros

Hola a todos y bienvenidos un día mas. ¿Cómo ha ido la semana? A mí se me ha volatizado y me da mucha pena, no quiero que el verano se acabe todavía.

Ya sabéis que hoy toca post improvisado y aquí estoy escribiendo con la casa en silencio, con una infusión de piña colada qu eme ha traído mi hija de un viaje y con mucha ilusión.
Y sin más rollo empezamos.

Estaba pensando en algún tema para hablar(no os quiero aburrir con mis paseos que a veces creo que abuso) cuando he recordado una imagen que vi el otro día.
Estaba viendo un vídeo de una youtuber que sigo a veces y me llamó la atención que cuando enseñaba sus lecturas de verano eran libros escritos por otras youtubers o tipo autoayuda, que ver, cada uno lee lo que quiere, faltaría más. Pero me sorprendió que no tuviera ninguna novela(al parecer no le gusta) ni ningún libro que contase una historia de esas que atrapa, y no sé, tuve la sensación de que se perdía algo maravilloso(que lo mismo pensará ella de mí porque no leo lo que a ella le gusta).

Y me ha dado por pensar en la lectura, así en general y también en particular. En mi casa siempre se ha fomentado mucho la lectura. Cuando era muy pequeña me regalaban cuentos infantiles; algunos eran troquelados con unas ilustraciones preciosos, otros eran cuadrados con las tapas brillantes y otros eran normales. Pero todos, todos, estaban llenos de historias mágicas que me inspiraban y entretenían; que me hacía jugar, dibujar e incluso hacer obras de teatro con mi hermana y alguna amiga.

Con 7 años leí Tom Sawyer, que mis padres me habían comprado en El círculo de lectores, y mi vida cambió. Desde que lo empecé no podía parar, me imaginaba el miedo que habían pasado en el cementerio(de hecho me inspiré para mi novela aunque en el momento, cosa curiosa, no me di cuenta), temblaba pensando en la oscuridad de la cueva y me agitaba encalando aquella valla blanca.


Ese libro de Tom Sawyer que veis, blanco a la izquierda es el que era mío, el primero que leí largo.

Después llegaron los clásicos de Julio Verne, y releía en modo bucle 5 Semanas en Globo, y también me fui en La Española de la mano de Robert Louis Stevenson, logrando que adorase a los piratas. Y pasé muchos sábados por la mañana en una isla desierta gracias a Daniel Dafoe.

También tenía libros de cuentos con historias fantásticas, algunos ilustrados por María Pascual que eran alucinantes, mi preferido transcurría en la Alhambra de Granada y era precioso.

Cuando tenía 7 años, parece que ese año fue de descubrimientos, mi abuela nos regaló un libro de El club de los cinco, a mí Los cinco en peligro y a mi hermana Los cinco se divierten,y ahí quedamos atrapadas para siempre, yo especialmente porque ese día habíamos ido a la nieve y el libro transcurría precisamente en la nieve.

Cada año, en mi cumple y en el de mi hermana nos regalaba un libro de Los cinco hasta que completamos la colección, luego llegaron Los gemelos, Los Hollistes, Trixie Belden...aquí os hablaba de mis libros de infancia.

Pero os aseguro que esos libros no solo no eran lectura, no, eran mucho más.

En verano, a veces íbamos a una playa con unos acantilados muy agrestes y después de comer sacábamos los libros de Los cinco que transcurrían en la costa, y era genial porque los leíamos después de comer, con el rugido del mar envolviendo nuestra lectura y nos parecía que vivíamos las aventuras más intensamente.

En invierno llevábamos a la nieve el de Los cinco en peligro por la misma razón, vivíamos esas historias a tope.

Y muchas veces jugábamos a vivir aventuras como las de los protagonistas de los libros.

Con el tiempo fuimos evolucionando, siempre en Reyes, Papá Noel y cumples recibíamos libros y nos encantaba conocer nuevas historias; descubrí Corazón a los 13 años gracias a una serie y me encantó, y también por entonces me enganché a Esther y su mundo, estaba en una edad muy ñoña, jejejeje.


Y Corazón también es mío, de mi época

En mi casa los fines de semana siempre han olido a lectura. Los viernes, con la paga que me daba mi abuela paterna me compraba un tebeo que leía al llegar a casa, antes de que empezase el Un, dos, tres. Y el sábado por la mañana mi abuelo nos traía un tebeo que leíamos en la cama.

En las noches de invierno, especialmente si llovía y hacía frío, adoraba leer en la cama, bajo las mantas con una linterna. En ese caso quería libros emocionantes, historias como la de Los investigadores de Alfred Hitchcock.

En mi familia un viernes al mes hacíamos una compra grande en un supermercado y a mi hermana y a mí nos compraban algún detallito. ¿Os imagináis lo que elegíamos? Siiiiiiii, libros. Por cierto aquí os hablé de mis libros de infancia y adolescencia.

Al ir creciendo mi mundo se fue abriendo y conocí a grandes autores que vivían en las estanterías de mi casa; Mario Puzzo, Harper Lee, Agatha Christie, Poe, Conan Dyle...


Me gusta leer de todo un poco aunque mi género preferido es la novela negra

Mi madre nos compraba en Oviedo, que por entonces era un mundo y la capital del reino, unos libros preciosos en ediciones especiales, de ahí tengo y conservo varios de Johanna Spyri, la autora de Heide, y también Hombrecitos, que es bastante desconocido de Lous May Alcott, o La pequeña Dorrit, entre otros. Tenían unas ilustraciones maravillosas y eran una forma de encontrar obras menos conocidas de autores clásicos.

Y claro, ya puestos, no recuerdo un solo viaje sin libros; en Portugal leí Frankenstein y Sherlock Holmes, así que siempre recuerdo mis viajes por el país vecino llenos de misterio. Cuando fui a Rumanía obviamente leí Dracula y a Inglaterra me llevé a Agatha Christie.

A otros viajes llevaba libros aleatorios, pero cuando los veo recuerdo aquellos lugares.

A día de hoy me sigue encantando llevar libros de viaje, o de excursión. A veces cuando voy a un parque del que os hablé aquí llevo Orgullo y prejuicio y lo leo junto al río, y me imagino a Elizabeth Bennet cruzando los campos mientras en el horizonte a lomos de su caballo, aparece Mr Darcy.


Me encanta ir por ahí, encontrar un lugar bonito y leer comiendo algo.

Creo que la lectura nos ayuda a crecer, nos descubre otros mundos, otras historias y oras vidas. Mi madre siempre nos contaba historias preciosas y llenas de imaginación, y eso se logra llenando tu cabeza de ideas, de preciosas y mágicas ideas que están en los libros.

También nos enseña ortografía, nos hace que vayamos construyendo frases de manera correcta sin tener si quiera que pensar en ello, aprendemos geografía, historia, curiosidades y de todo un poco, todo, todo, todo lo que el mundo puede aportarnos está en los libros.

Los días de mayo y junio que he tenido tan ajetreados a veces íbamos a terminar el día a la finca familiar, y sentarme a leer bajos los manzanos, rodeada de sol y el canto de los pájaros era realmente renovador, no tiene precio.

Leer así en pareja me recuerda a una escena de Notting Hill en la que ambos salen leyendo en un banco de ese parque privado que descubren en su primera cita, y es que leer juntos también mola.


Leer fuera de casa, al sol, es una maravilla

Ahora mismo estoy echando un vistazo a mi alrededor y me siento afortunada por tener tantos libros, aunque cuando los limpio protesto, no lo voy a negar.

Y sigo comprando y comprando. A veces he perdido la esperanza de conseguir algún libro y de repente, estos llegan a mí, una vez encontré un libro que me encantaba y perdí en una mudanza en el Lidl, otra vez mi hermana, comprando unos repuestos de PC en una tienda de segunda mano encontró un libro que me encanta, mi madre vio en una librería de liquidación la colección entera de Brigada Central(que en conjunto no era tan barata) y compró una caja con toda la colección para mi hermana y otra para mí, o cuando mi madre, ordenando sus libros, vio Amor se escribe sin H de Jardiel Poncela y sabiendo que me encanta me lo dio...y eso sí que me hace ilusión.

Para ir terminado creo que de las muchísimas cosas que me gustan en esta vida leer está en el top one, el número uno y es lo más. Gracias a la lectura viajamos sin movernos de casa, conocemos palabras nuevas, historias motivadoras y aprendemos a creer.

Ver a mis hijos leer o sentir como se emocionan cuando encuentran algún chollo en tiendas chulas o incluso en anticuarios fuera de España, o en La cuesta Moyano(ahí nos volvemos locos todos) es lo más, o como en la Semana Negra, que en vez de comprar una camiseta de fútbol compran libros y eso me hace feliz, no puedo negarlo.

Todos tenemos un sueño y el mío es tener una superbiblioteca con chimenea, una hermosa mesa de madera y un orejero. Me da pena tener los libros repartidos por la casa, pero es la única forma que tengo de guardarlos.

Pero mientras ese día llega, si es que llega, seguiré disfrutando de mis libros; unos nuevos y otros viejos, unos largos y extensos y otros cortos e intensos, repartidos por mi hogar, a veces de manera cómoda y holgada y a veces amontonados, ellos han crecido y madurado conmigo, me han enseñado a creer en la magia y agradezco mucho a mis padres que me dieran la oportunidad de tener muchos libros a mi alcance para aprender a soñar desde muy pequeña.

Bueno, no me enrollo más que con el tema libros soy muy intensa. Ahora terminaré mi infusión y cepillaré a mis gatos con un cepillo nuevo que los deja guapérrimos y empezaré este nuevo día, este jueves intenso después de una semana de lluvias y días nublados.

Muchas gracias a todos y feliz jueves. Y a vosotros:¿os gusta leer?¿Es una parte importante de vuestra vida?¿Tenéis algún género o algún autor favorito?

Muy feliz día.

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