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Cómo hemos cambiado

Reflexión; donde dije digo digo...

Hola a todos y bienvenidos. ¿Qué tal va la semana? Ya estamos en febrero, este año vuela que da miedo.

Ya sabéis que hoy es el día del post improvisado así que aquí estoy, con mi café hirviendo, ya es el segundo, mi gatito precioso y el silencio. En la calle no se oye nada, absolutamente nada, y a través de los cristales se adivina un frío que aún tardará en disiparse, todo esto me inspira así que sin más rollo empezamos.



Después de tanto tiempo con esta sección me cuesta un poco encontrar el tema, pero se me ha ocurrido hablar un poco de esas cosas que decimos y luego hacemos todo lo contrario.

El otro día en el blog de Piruli ella nos contaba algo parecido, y me ha dado por pensar en esto.

Cuando era joven y no tenía hijos tenía unas ideas y pensaba llevarlas firmemente a cabo, pero claro, en la vida las cosas no son blancas o negras, hay miles de matices y muchas veces hay que ir adaptándose y cambiando.

Recuerdo que siempre decía que si mis hijos no dormían no les crearía costumbres raras(yo sigo durmiendo con algo de luz, tengo pánico a la oscuridad), que no quería que tuviesen manías y que todo era cuestión de paciencia. Mi madre jamás me replicaba, simplemente me decía que llegado el momento vería las cosas de otra forma.

Cuando nació mi hija no tuve ningún problema, dormía de maravilla y casi ni me enteré pero cuando llegó el niño...madre mía qué horror.

Se pasaba las noches llorando y una vez descartados los cólicos, el hambre o el pañal sucio era realmente desesperante. Hice todo lo que había jurado que no haría; cogerlo en brazos, cambiar la hora del baño, cambiarle la cuna de sitio...incluso lo llevábamos a dar una vuelta en coche, el problema era que en cuanto el coche se paraba volvía el llanto.

Durante una temporada se dormía paseando por la acera y salíamos de madrugada con el carrito a recorrer calles con baldosas de esas con cuadraditos que de las otras no valían, y en casa no lo pasaba a la cuna, dormía en el carrito porque era una mala madre que se negaba a que su hijo despertase y coon él el vecindario entero.

Recuerdo que una vez vimos unas baldosas en una obra y me apetecía robarlas para ponerlas por el pasillo y así evitarme los paseos pero me faltó valor, fui muy tonta.

Con la comida opinaba igual, nada de consentir caprichos, que quería enseñar a los niños a comer de todo... Mi hija comía genial pero él, el que no dormía, tampoco comía y llegué a ceder que ni os imagináis, y a inventar...le hacía zumos de esos con verduras y frutas que se toman ahora cuando no los hacía nadie, de hecho ellos los odian porque me dicen que los he traumatizado. Y cedí a chantajes, y a premios...es taaaaan fácil hablar y tan difícil y distinta luego la realidad. A día de hoy sabe comer y le preocupa el tema pero me ha costado porque no todos somos iguales y él era muy mal comedor y de lso que se negaba a probar.

Con el paso de los años no solo he cambiado en tema hijos, han sido muchas cosas.

En las cosas principales manos o menos pienso igual, siempre dije que nunca les pegaría y jamás lo he hecho, he tenido claro que hay que poner unas normas y se cumplen, y las faltas de respeto no se toleran.

Pero en otras cosas he cambiado de forma de pensar.

Siempre decía que si alguien se va a morir tiene derecho a saberlo, que no me gustaban nada las mentiras piadosas hasta que me vi en la situación, y que además era un desenlace en cuestión de horas porque si es para meses seguramente lo diría, pero horas...y he mentido y he entendido la mentira piadosa, vaya si la he entendido, y ojalá no tenga que decir más.

Y respecto a hijos, yo decía que había que decirles siempre la verdad...hasta que la cosa se me complicó y preferí ahorrarles angustias y darles una adolescencia feliz. En mi caso nunca viví una muerte cercana hasta los 30 años(y luego en 10 años viví bastantes) y no sabía lo que era el sufrimiento, y a pesar de tener tan claro eso de decir la verdad, en cuanto fui madre quise que ellos también vivieran ajenos a él todo lo posible, no en una nube, pero sí libres de penas que no iban a entender. Y es algo que hoy repetiría, un niño no gana nada acostumbrándose a la muerte o a las enfermedades(excepto si él está enfermo, claro).

Y si algo he aprendido con la edad es a no adelantar acontecimientos y no decir pues yo voy a hacer o no voy a hacer tal cosa. Nunca se sabe lo que haremos o no porque la vida da muchas vueltas.

Hace poco me encontré con una persona conocida que siempre estaba diciendo que cuando su madre fuese mayor la iba a cuidar(cosa que veo genial) y criticando a las personas que usaban las residencias, cuando en esto hay un mundo porque hay hijos que van a visitar a sus padres a diario y los tienen allí por necesidad o porque los padres quieren, otros que no están en residencia y pasan de ellos, otros que no van jamás a la residencia a verles, hay padres que fueron nefastos y es entendible que los hijos se desentiendan...vamos, que nunca hay que juzgar y menos sin saber porque cada persona tiene unas circunstancias que nosotros no sabemos.

Pues esta mujer me dijo que su madre estaba ingresada en una residencia porque tiene problemas de movilidad y ella no puede ayudarla porque le han detectado una enfermedad que no le permite manejar a una persona mayor, podría lesionarla o caerse ambas. Pues a mí me parece bien la opción elegida, la mujer está atendida y su hija va a verla a diario, de hecho iba a estar con ella mientras cenaba, y ni se me ocurrió criticar, como ella siempre hacía en casos parecidos, yo no sé que será de mi madre en unos años, por mucha intención que tengamos ahora de cuidarla, a lo mejor nos pasa algo a mi hermana y a mí primero...no me gusta ir de emponderada de nada y menos de lo que no ha pasado.

También he cambiado bastante en mi forma de ahorro. No soy una gastiza y me gusta mirar por el dinero pero la vida son dos días así que si podemos disfrutar algo ahora pues lo disfrutamos, no merece la pena dejar escapar las cosas. Eso no quiere decir comprar cosas por encima de mi nivel, claro que no, pero si puedo pagar un viaje pues voy, si me apetece un helado me lo como y si en el cine ponen una peli que me encanta pues no me la pierdo.

Ya os digo que en lo que más he cambiado es en el tema hijos, todo eso que no les vas a permitir se lo acabas permitiendo o esas cosas que en la adolescencia juramos que harán nuestros hijos pues no, seguramente no lo harán, hay que tener horarios y normas, hay que ir acorde a la edad y si algo no nos parece lógico, aunque con 15 años nos pareciera lo más, pues no se hace.

En algunas cosas en las que he cambiado ha sido la vida la que nos ha llevado a ello. Hace unos años las marcas blancas no eran buenas, yo compraba todo de primeras marcas porque había mucha diferencia, pero en cambio ahora compro de todo porque me fijo más en otras cosas, en ingredientes bajos en azúcar o sal, sin aceite de palma...y hoy mismo he merendado unas galletas de marca blanca por el tema del dichoso aceite de palma.

Y los productos de higiene o cosmética igual, yo con mis hijos no usé ni un producto de marca blanca hasta hará unos 7 u 8 años, pero es que ahora han mejorado un montón, antes el gel de baño de marca blanca nos dejaba la piel mal y el champú...a mí me destrozaba el pelo, bueno, confieso que el champú sigo sin usarlo de marca blanca pero sí que a veces compro gel de marca blanca sin remordimiento.

Mi maquillaje era de marcas conocidas mientras que ahora también lo compro en Mercadona o Amazon, es cuestión de ir probando y adaptándose.

Y no solo yo he ido cambiando, mi familia en general ha cambiado. Mi hermana y yo siempre vestíamos iguales así que ella no ha heredado ropa pero sí que heredaba algunos de mis libros de texto, los que no cambiaban, y siempre me decía que mis hijos no deberían heredarlos que mola mucho estrenar. Cuando llegó el momento de comprar los libros a mis hijos cambiamos de ida al ver los precios...en mi caso no heredaron hasta los 17 años porque o cambiaban o eran de recortar y no se podían aprovechar, pero no porque me pareciese mal, y los uniformes no los heredaban porque el peque era casi más alto que la mayor, pero no por mentalidad, al contrario, todo lo que se pueda ahorrar...

Y es que no es lo mismo ser un niño que quiere estrenar libros de texto que ser el padre que los paga.

Bueno, que me estoy enrollando un montón. Pues poco más añado, que he cambiado en bastantes cosas, especialmente en el tema hijos, que decimos una cosa y al final es la vida la que nos va llevando, y en otras sigo igual, intento buscar el lado bueno de las cosas aunque la vida nos dé golpes, intento disfrutar de los pequeños momentos, como siempre me gustó hacer y me voy adaptando.

Muchísimas gracias por leerme y espero ponerme al día con blogs y comentarios, he tenido una semana muy liada y hoy tengo un día un poco raro pero poco a poco os voy leyendo.

Muy feliz jueves a todos. Y vosotros; ¿Habéis cambiado de opinión a lo largo de los años?¿Pensáis, en general, ahora como a los veinte?

Por cierto os dejo una canción de mi adolescencia que me encanta, ainnnns, qué recuerdos.



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