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La escapada express ideal para madrileños (y cualquiera)


Cala Cortina

Como yo, seguro que algunos de vosotros hoy sentís especial alegría de ser madrileños. Se acercan las fiestas de nuestro patrón, San Isidro Labrador, y por lo tanto el comienza un largo fin de semana en el que quizás planeáis alguna que otra escapada, además de poneros morados de rosquillas y chocolate.

Y es que, aunque hayamos nacido en el interior, también nosotros tenemos la necesidad de que la brisa del mar nos pegue en la cara y sentir los rayos de sol de vez en cuando, porque aunque entrenados a fuerza de aguantar atascos, ansiamos una vía de escape y no hay mejor carga pilas que el sonido de las olas, ¿a que sí?

Durante los dos años que vivimos en Cartagena recibimos las visitas de familia y amigos, que venían más con la intención de venirnos a ver a nosotros, que por la de conocer el sitio en el que estábamos. Seguramente no se encuentre en la lista de las ciudades más afamadas como destino indispensable, porque además hasta recientemente no ha sufrido la transformación más gorda que ahora la ha hecho atractiva.

La cuestión es que cada grupo de gente que despedíamos, después de pasar unos días, se volvían encantados y comentando que no se imaginaban Cartagena de esa manera, que les había sorprendido muchísimo, y sobre todo que habían disfrutado de lo lindo en tan poco tiempo. Fue entonces cuando asimilé que sentirnos tan a gusto allí no era solo cosa de nosotros, sino que realmente la calidad de vida era buenísima, además de que ofrecía una serie de cosas claves para personas acostumbradas a vivir en la capital y otras grandes ciudades de interior.

Ahora que nos hemos restablecido en Madrid, veo el tema desde el mismo punto de vista que tenían los que nos visitaron entonces. Escaparnos unos días a Cartagena es un verdadero placer. Únicamente se necesitan dos o tres días para volver de nuevo a casa como nuevos después de disfrutar de todo esto que os voy a contar...

1. Disfrutar del mar de 3 maneras.

Que no solo de asfalto y montañas vive el hombre...

La oferta de playas en Murcia es muy amplia, pero para resumir y ceñirnos a una posible visita fugaz, yo me quedo con Calblanque y Cala Cortina.

Para la primera se necesita coche, porque está a 20 minutillos de la ciudad y está integrada dentro de un parque natural. Es la opción que más recomiendo si el mono de playa es muy muy grande. Merece mucho la pena. Las dunas son una maravilla, pero hay que ir concienciado de que no encontraréis chiringuitos y de que hay que ser muy respetuoso con el entorno.

Cala Cortina es la playa más cercana al centro urbano, y aunque es pequeñita, tiene un encanto especial por los paisajes que la rodean. Si sois de caminar, un paseo hasta allí os regalará unas vistazas a la bahía, al mar y la batería militar.

Si no disponéis de tiempo o no os apetece llenaros de arena, también podéis sentir la brisa marina dando un paseo por el puerto deportivo. Es una zona reformada muy recientemente que invita a perderos mirando los barcos y sentarte a tomar algo en las terrazas de los bares.

Finalmente también recomiendo coger el barco turístico que recorre la bahía y hace parada en el Fuerte de Navidad. Apenas es un recorrido de una hora en el aprenderéis mucho sobre la importancia de localización estratégica del puerto de Cartagena.


Calblanque

2. Ese tiempazo...

Las buenas temperaturas y el sol están asegurados casi los 365 días del año. No para bañarse en la playa en invierno, claro, pero si para disfrutar de comer y hacer todo tipo de planes al aire libre. Los baños en el mar son posibles más o menos desde Semana Santa, así que la temporada de playa es bastante larga.

Eso si, cuando el sol se oculta la humedad lo invade todo y la ropa de abrigo no sobra.

3. ¡Todo a mano!

Dejar el coche aparcado cuando llegas y no tener necesidad de volver a cogerlo hasta que te marchas es un gustazo. Ir a todos lados andando y no invertir largos tiempos en el desplazamiento es otro de los puntos positivos de esta ciudad.

Excepto por contadas cosas, lo más interesante para ver se centraliza en el casco antiguo, que en sí mismo es una joya. Mientras nos desplazamos, podemos aprovechar para admirar las fachadas modernistas mayormente recuperadas de los edificios, un auténtico museo al aire libre, que además es gratis.

4. Comer y beber.

Además de los minutos, en Cartagena el dinero cunde más. La oferta gastronómica es amplia y muy apetecible.

Teniendo poco tiempo el centro está fenomenal para tapear y copear, así que yo no me movía de ahí.

Hay lugares míticos como La Uva Jumillana y La Fuente que no me perdería. Pero también otros muy interesantes como Las Termas, El Rincón Andaluz, El Callejón y La Marquesita.


Otra gran opción es finalizar el paseo por el puerto en la maravillosa terraza del restaurante Eszencia del Auditorio El Batel, un sitio muy modernito en el que se come de muerte, ¡os lo aseguro!

El arroz con bogavante y las sardinas asadas son de los platos que siempre pedíamos cada vez que íbamos a Mares Bravas, el restaurante que está a pie de playa en cala Cortina. Un auténtico triunfazo para comer (pero yo reservaría con antelación, y únicamente sirven comidas, no cenas).

Si hay tiempo me tomaría un cocktel y un batido en Villa Esperanza.


Vistas desde Eszencia

5. La oferta cultural.

Desde los años 90 Cartagena se ha considerado una de las ciudades con mayores restos arqueológicos púnicos y romanos de la península. Grandes civilizaciones se establecieron allí gracias al valor estratégico con el que cuenta el puerto de la ciudad.

Escoger simplemente un par de cosas entre todo lo que hay para ver me parece complicado, pero sin duda yo me quedaría con el Teatro Romano y las ruinas del Barrio del Foro Romano. Pero si hay más ganas vería la Muralla Púnica y la Casa de la Fortuna, aunque la cosa no termina ahí...

La página de Cartagena, Puerto de Culturas no está nada mal para recopilar información sobre horarios y localizaciones, pero en mi opinión se queda corta en lo que respecta a fotografías y descripción de cada lugar. También os recomiendo que realicéis todas las visitas guiadas que podáis en cada sitio, porque los guías suelen ser amabilísimos y tienen un amplio conocimiento.



PD: ¡Se me olvidaba incluir el sitio en el que aparecemos en la foto!

Se trata de mi lugar favorito...Es el mirador del Castillo de la Concepción. Mi paseo con Sam hasta allí fue durante un tiempo casi como un acto religioso.

Siempre que vuelvo subo a la colina para volver a ver Cartagena a mis pies ;).

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