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Reflexión; una noche sin dormir.

Jueves reflexivo; Pensamientos de madrugada, ideas que vienen a mi cabeza en una noche de insomnio, recuerdos, nostalgias...

Hola a todos y muy buenos días. ¿Cómo lleváis la semana? Parece mentira que ya estemos a jueves.

Ya sabéis que el post de hoy es totalmente improvisado, y normalmente lo hago con mi gatito y un café, pero hoy es más temprano que otras veces y el gatito está tan dormido que he intentado no despertarle.

Y aprovechando que nadie en los alrededores está despierto, y que la calle se siente vacía y silenciosa, empezamos.

  Hoy en realidad no voy a hablar de nada en concreto, creo que es el sueño, o la falta de él, quien hablará por mí.

Desde que falta mi padre me cuesta mucho dormir, jamás me había pasado pero es así, cosas de la vida. De todos modos, con el paso del tiempo he ido logrando unas horas de sueño, y más o menos voy descansando, pero esta noche no he podido pegar ojo.

Antes de dormir suelo ver algo, una serie, una peli, algún programa...algo alegre y divertido para poder dormir bien, y cuando siento que me va a dar el sueño, leo un poco.

He visto una serie que me gusta, y dispuesta a dormirme he cogido un libro de Agatha Christie que me regaló mi hermana. La historia es buena, demasiado, y el sueño, tal vez asustado por semejante trama, ha huido.

Entonces decido coger el portátil y los cascos, y en silencio, me pongo a ver algo, pero algo que me dé sueño...y pongo un programa de cambios de imagen que ponen a medio día pero que muy pocas veces veo. Lo pongo muy bajito y con cuidado para no despertar a mi marido y a los gatos.

El programa es previsible y el cambio pelín raro, de esos que no parecen hechos para la vida diaria, pero ni con semejante historia me entra el sueño, así que decido levantarme a preparar una infusión.

Camino descalza hasta la cocina, a oscuras, y por el camino pienso en mi infancia, en mi pánico a la oscuridad, que en realidad no he superado.

Mientras voy con cuidado para no hacer ruido recuerdo que dormía con una lamparita que era la tortura de mi hermana, adicta a la oscuridad más absoluta. Y recuerdo también las historias tan chulas que mi madre me contaba. Cuando terminaba, después de la sesión de besos y cosquillas, nos decía que pensásemos en lo bueno que nos había pasado durante el día, o que hiciésemos un plan para ir el sábado, o que contásemos cosas, pueblos de Asturias que empiezan por L, nombres de chica que empiezan por R y cosas así. La verdad es que en cuanto ella salía de la habitación nos quedábamos fritas.

En la cocina me asomo a la ventana pero no veo la luna, con lo que me gusta, así que enciendo un calentador eléctrico de agua, hace un año que lo tengo y lo prefiero para las infusiones por varias razones, y una de ellas es que es mucho más silencioso que el microondas y a estas horas el silencio se agradece. Dudo un poco pero decido prepararme una manzanilla con anís, seguramente porque me recuerda a mi infancia, pues me las preparaban cuando me dolía la tripa, generalmente por darme atracones a comer.

Con la infusión calentita entre mis manos vuelvo a la cama sin encender la luz. Yo duermo con la persiana un poco levantada y sentada en la cama veo las siluetas recortadas en la oscuridad. Entonces empiezo a pensar en la vida, así, en general.

Pienso en una de mis vecinas, que tiene muchas cosas para ser feliz y se pasa el día lamentándose por cosas que no puede cambiar y que pasaron hace seis años, y que aunque para ella son importantes no son graves, nadie ha muerto, ni enfermado, ni perdido su casa...y veo como su vida se esfuma sin disfrutarla, creo que ya no recuerda lo que es reír.

Pienso en el ejemplo contrario, en esa gente que vive en un permanente estado de frases de Mr Wonderfull y parece que siempre le va todo maravillosamente, ¿es eso posible?

Y pienso en mi vida, en todo lo que he pasado. He tenido una infancia muy feliz, con sus cosas, pero feliz, y una adolescencia también feliz, con sus dramas y sus lloros, con sus historias y amores, porque sino no sería una adolescencia, pero ha sido una etapa de esas de saborear la vida intensamente.

Y los primeros años de matrimonio y con mis hijos también fueron geniales, con cosas, como absolutamente todo el mundo, con problemas, con sufrimientos, con un niño que no comía, que no dormía, que le costaba hacer las cosas del cole...cosas normales que me hacían ser igual de feliz, y vivía muchos momentos mágicos.

Cuando murieron mis abuelos, 3 en un año, la vida me dio un vuelco y lo pasé muy mal, pero se supera, es ley de vida, habían vivido mucho y habíamos disfrutado mucho juntos, así que se supera, despacio, con momentos, pero con una actitud positiva y quedándome con todo lo bueno que tenía, se va saliendo.

Y entonces llegó la crisis, para mí de un día para otro, sin aviso ni tiempo para hacerme a la idea, y claro, eso hay que digerirlo.

Yo puedo vivir perfectamente sin irme de vacaciones, de hecho he sido igual de feliz veranos con buenos viajes que veranos sin ellos, y puedo vivir comprando menos ropa, sin caprichos, sin cine o comiendo un poco más barato, eso es apretarse el cinturón, pero yo no puedo vivir sino puedo pagar la casa, la luz, el gas, la comida, las cosas de los estudios de mis hijos...y en esos momentos es cuando uno tiene que pensar, relativizar y ordenar prioridades. Y mis prioridades eran dos; que mis hijos siguiesen siendo felices y apenas notasen la situación y salir de ese trance.

La primera la fui logrando, de hecho todos los primeros trucos del blog son con las cosas que hacía para seguir viviendo felices. Lógicamente tuvimos que decirles que las cosas habían cambiado un poco y no nos iríamos de vacaciones, que las salidas serían a sitios baratos o gratis, que los horarios nuestros serían otros porque nos buscábamos la vida con lo que podíamos, y que todo sería un poco diferente pero siempre bueno y divertido, continuamos haciendo cosas pudieron llevar la situación dignamente.

Cuando ya me he tomado la mitad de la infusión siento pasos en la calle, todo está tan en silencio que lo que no oiría durante el día puedo captarlo ahora. Son pasos firmes y recios, quizás algún hombre que vuelve a casa después de trabajar, o el sereno, que a veces pasa por la calle. Siento curiosidad pero estoy tan calentita en la cama que no me levanto a mirar y sigo pensando.

Entonces pienso que hemos salido de muchas, y a pesar de lo difícil hemos sido felices. No es esa felicidad cercana al éxtasis que vemos por ahí, no, es una felicidad sencilla, una especie de alivio al ir superando etapas y salir fortalecidos.

Pero cuando murió mi padre fue tan repentino que algo se fue conmigo que no he recuperado, y creo que no recuperaré. Sigo siendo feliz, tengo motivos; mis hijos están sanos, sacan buenas notas y tienen una vida normal, vamos saliendo de los problemas, mi matrimonio está bien, mi familia también porque vamos superando trances muy duros...pero mi hijo dará un concierto dentro de poco y mi padre no lo verá, y mi hija ha actuado en una ópera importante y él no lo ha visto, y son esas cosas que te pellizcan el alma, y que en el silencio de la madrugada parecen aún más duras.

Al pensar en estas cosas el sueño, ese sueño que me está evitando, desaparece por completo.

Cuando termino la infusión intento dormir. Me echo en la cama, me tapo y cierro los ojos.

Pienso en lo bueno que me ha traído el día, como me decía mi madre, porque siempre hay que quedarse con lo bueno. El día me ha traído una llamada muy esperada, un paseo que me ha sabido a gloria, un abrazo de esos que quitan las penas, muchas charlas con mis hijos, música, risas...pero ya no sé que más añadir.

Entonces hago planes para el sábado. Quiero ir a una zona por la que hace un montón que no voy, y quiero desayunar migas, que mi marido las hace riquísimas. También quiero darme un baño, es mi propósito del año, darme algún baño a menudo, pero un baño, no meterme en la bañera y salir, no, de esos con velitas, sales, infusión...

Y sigo desvelada así que empiezo a contar pueblos que empiecen por L; Luanco, Luarca, Lugones, Lugo de Llanera, Llaranes, Llovio, Limanes...uffff, nada, estoy realmente desvelada.

Decido sentarme de nuevo en la cama y pensar. Cuando era pequeña me encantaba leer debajo de las mantas, iluminándome con una linterna, pero ahora entre mi marido y los gatos, que reclaman su sitio, lo veo complicado. Ayyyy la de cosas que me imaginaba con mis libros de Los cinco, Los Hollister o Julio Verne.

Poco a poco los minutos van pasando, casi puedo oír un imaginario —tic tac, tic tac—, acompasando mis pensamientos, y todo sigue igual. La angustia al pensar en lo que se está perdiendo mi padre se ha diluido un poco pero el sueño sigue esquivo, así que aprovechando que a mi mente han venido todos estos recuerdos decido escribir.

Me levanto despacio, me caliento un café en un cazo, como antiguamente, para evitar el ruido del microondas y voy a la habitación. El café sabe distinto, quizás estoy sugestionada por los recuerdos y por haber usado un cazo para calentarlo pero sabe como cuando yo era niña y no teníamos micro. Y en silencio me siento delante de mi ordenador de mesa y os suelto este rollo.

Por curiosidad miro la hora y veo que son las cinco y treinta y dos, falta poco para mi hora en realidad, así que en nada estaré preparando desayunos.

Seguramente hoy me pasaré el día muerta de sueño, pero doy por bien aprovechada la noche de insomnio porque me ha salido un post, que ayer no tenía ni idea sobre lo que iba a escribir.

Bueno, pues me despido porque os he metido un rollo impresionante, espero que nadie se aburra, aunque lo entendería, jejeje.

Mil gracias por leerme y ahora que me voy a levantar se ha subido el gato a mi regazo, ainnnns, así que me quedaré un ratito más que no quiero echarle, es mi sol.

Muchos besos y nos vemos el sábado en el resumen semanal.

Ahhhh, os dejo una canción que me encanta de un grupo que pude ver hace dos años y ¡¡¡Gratis!!! The Christians y la canción es Words. Nunca creí que la vería en vivo y la letra es preciosa.



 

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