Hola a todos y bienvenidos una semana más.¿Qué tal el fin de semana? El mío muy invernal. El sábado amaneció radiante y ya me veía haciendo cosas al aire libre pero imposible, la lluvia no nos dio tregua así que tocó cambiar los planes, cine, paseos bajo la lluvia y planes de invierno.
Por fin he visto Truman(por cierto que mal horario en el cine,grrrr) y me ha encantado pero creo que no voy a hacer reseña porque tiene tanta carga emocional que no me veo capacitada, es muy recomendable si sois capaces de asumir ciertos temas;yo lo pasé mal.
Ricardo Darín está impresionante y Javier Cámara también, totalmente contenido y diferente a lo que acostumbra.
Bueno, que me despisto.
Ya sabéis que de vez en cuando me gusta hacer post de turismo de Asturias, pero son post distintos a los que pueden encontrarse en blog especializados en el tema. Yo hablo desde mis recuerdos, cuento mis sensaciones y os explico lo que me evocan, y que en más de una ocasión me han servido de inspiración para escribir.
Ya os dije en el post de mis playas favoritas que podéis leer aquí que me encanta el concejo de Carreño. Me gusta porque es precioso, porque tengo mucha familia allí y porque huele a mi infancia, a playas, a helados, a ocle, sardinas y también a monte, a piñas y a picnics con mis padres y mis abuelos. Algún día hablaré de otros lugares del concejo, Candás, Perlora, la iglesia de Carrió, Albandi...
Pero hoy os muestro dos sitios totalmente distintos, una iglesia realmente preciosa y encantadora, y un dolmen que nos habla de un pasado muy muy lejano.
Y sin más rollo empezamos.
Santa María La real de Logrezana.
A pesar de que conozco bastante bien el concejo hasta hace unos 13 años no conocía este lugar.
Mi madre, gran amante del arte y especialmente de las iglesias vio un minireportaje en una cadena local y fue con mi padre a buscarla y a verla.
Y en cuanto la encontró me dijo que fuera a verla porque me iba a encantar. Y así fue.
La primera vez que fuimos nos encontramos dos gatitos preciosos, a los que les dimos un pienso que siempre llevo en el coche para los gatos que encuentro.
Arriba están mis hijos y abajo uno de los gatos que os digo, comiendo algo que le llevamos.
Y mientras estábamos mirando y admirando la iglesia apareció el cura y empezó a hablar con nosotros y nos contó la historia.
Esta iglesia es del siglo XII y conserva bastantes cosas románicas, entre ellas una pared completa. Y una ventana prerrománica astur, eso es una joya.
Pero este cura la reconstruyó él solo, prácticamente sin ayuda de nadie, y hay que tener en cuenta que en el siglo XIX se quemó, así que fue todo un trabajo.
Incluso le saltó una esquirla de una piedra y perdió la visión de un ojo, como me dijo, a él si que le costó la iglesia un ojo de la cara.
Y una vida entera fue lo que dedicó a reconstruir este pequeño rincón.
No me voy a enrollar con los detalles arquitectónicos y artísticos porque haría el post eterno, pero es realmente maravillosa, hay dos dragones que simulan el renacer, están los reyes asturianos, y el altar mayor es una maravilla.
Esta lápida está dedicada a la labor del cura, Don Manuel y al lado está el banco desde el que él admiraba su obra al atardecer, como veréis, la luz del ocaso es preciosa.
Como habréis visto el cura de Santa María la Real se llamaba Don Manuel Martínez González.
Y ese cura que nos sorprendió admirando su obra, nos mostró su casa, que está adosada a la iglesia y estaba llena de sorpresas. Todos los rincones rezumaban arte pero a mí se me quedó grabada una curuxa, como decía él. Estaba en el suelo, se trataba de un mosaico que representaba una lechuza(la curuxa) y según desde donde mirásemos el dibujo la lechuza miraba para un lado y para otro, era un efecto óptico increíble.
Además hay un altar precioso al aire libre, y se puede subir al tejado de la iglesia, que en realidad es una especie de azotea, por una escalera. Y os confieso que sigo yendo muchas veces a ver atardecer desde ese tejadillo, es muy relajante.
Frente a la iglesia hay un banco que el párroco instaló para sentarse al atardecer y admirar la iglesia. El trabajo de toda una vida merece ser contemplado cuando uno ya ha envejecido y la luz del crepúsculo despide unos rayos imposibles de describir pero merece la pena.
Y ese día en el que conocimos al párroco vi por primera vez mijo, aunque el cura lo llamaba alpiste, se lo llevó una feligresa para su diabetes y el hombre nos estuvo hablando de un montón de cosas de alimentación, y de ahí pasamos al arte a joyas robadas y a la Interpol, es increíble la cantidad de vivencias que compartió con nosotros y lo que aprendí en unas pocas horas.
Y al final de la tarde nos invitó a una misa de rosario y mis hijos participaron.
Ya sabéis que no soy religiosa, pero este tipo de ocasiones si las aprovecho porque entendí que para este sacerdote era un regalo que nos hacía.
Alrededor de la iglesia todo es muy bonito, siempre hubo muchas plantas preciosas y una higuera que en San Miguel se llenaba a rebosar de esos frutos que son mi perdición, pero tras la jubilación de Don Manuel han cortado bastantes plantas, aunque sigue siendo precioso.
El altar está lleno de detalles y rodeado de zonas verdes, es un regalo.
Los alrededores me encantan, hay un camino con una casa abandonada en la que siempre nos inventamos historias, un bosque y una fuente muy bonita.
Lamentablemente Don Manuel falleció pero al iglesia sigue siendo un lugar digno de visitar, en cada esquina, en cada lugar de sus paredes hay una sorpresa.
Por cierto, esta iglesia está en la ruta clariniana, llamada así en honor a Clarín, ya sabéis, el que tengo atravesado por culpa de La regenta. La casa de Clarín está muy cerca, es azul y se reconoce muy bien, y cuando era pequeña fui alguna vez con mis padres a pintarla, aunque mis dibujos siempre eran churros,jejeje, pero lo pasábamos genial.
Dolmen Monte Areo.
Desde pequeña he ido al Monte Areo o Monte de San Pablo con mis padres, y ellos me decían que sabían que había restos prehistóricos por la zona, pero estaba todo abandonado.
Con los años se investigó y se descubrió la necrópolis tumular más importante del Norte de España.
No quiero hacer el post eterno así que solo os voy a hablar de mi dolmen preferido; la necrópolis tumular Los llanos.
La primera vez que fui mis hijos eran muy pequeños y se quedaron impresionados, aunque realmente no creo que lograsen entender la antigüedad que tenían, según ellos era como un Menhir de Asterix y Obelix,jejeje, me costó hacerles cambiar de idea.
Este dolmen es lo que se llama de cofre megalítico, y es que es, efectivamente el dolmen clásico y fácilmente reconocible.
Estas tumbas eran para entierros múltiples y a mí siempre me produce mucho respeto estar en un lugar tan lleno de "espíritus" y cuerpos reposando.
Algo que me encanta es la encrucijada de caminos que hay para llegar a los dólmenes. Está muy bien señalizado pero son muchos caminos que van, vienen y se cruzan en monte cerrado, con olor a eucalipto y pino.
El dolmen es realmente impresionante, está conservadísimo.
También hay dos áreas recreativas a las que acudo desde hace años, cuando mis hijos eran muy pequeños. En una de ellas hay una pista de aeromodelismo, y ambas son muy tranquilas y un plan de otoño que se ha convertido en tradición familiar es ir a coger castañas a una zona de allí donde hay muchas, comer en el área y luego ir a ver los dólmenes.
Y acabamos la tarde en un mirador que hay junto a una fuente donde es genial ir a pensar y desconectar.
Bueno, no quiero hacer el post eterno así que creo que por hoy ya está bien. Espero que os gusten estos dos sitios que tienen tantos años, una tiene cientos de años y el amor de un viejo cura y el otro tiene miles de años y muchos espíritus descansando allí.
Por cierto, las fotos tienen mucho tiempo porque las que tengo de ahora me gustan menos y salimos en todas así que he buscado alguna para ilustrar en la que se nos vea poco,jejeje.
Mil gracias por leerme, nos vemos mañana con algo distinto y muy feliz lunes.
Y vosotros; ¿Conocíais estos sitios?¿Os gustan las iglesias antiguas?¿Y el arte prehistórico? ¿Habéis visto un dolmen alguna vez?
Hasta mañana!!!!!!