Alguna vez has intentado mirar a lo lejos, le dije sin pensar cuál podría ser su respuesta. Ella me miró y me respondió monocorde: ¿Cuánto de lejos?
La observé, mientras le decía: Todo lo lejos que puedas hasta que no seas capaz de distinguir las flores que hueles cuando vas al prado junto a la casa de tu madre. No me contestó. Frunció el ceño y lo relajó segundos después. Así cuatro o cinco veces consecutivas. Seguí esperando su respuesta.
-Sabes ¿qué?-con una risa disimulada en su pregunta- Alguna vez he intentado mirar lejos y he visto como lo bello de lo inmediato se difumina. Pero cuando he mirado aquí y ahora, la sensación de perder el camino me aterra. En definitiva hay dos posibilidades, sigues un mapa que así irás avanzando despacio dentro de las certezas de lo cotidiano o te suicidas ante el reto de andar sin ver tus pasos hacia una meta que tal vez sea el viaje a ninguna parte. Me gustaría tener la osadía de poder ver ambas a la vez, pero no puedo ¿y tú?
-Yo, yo…sólo hago preguntas.
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