HISTORIAS DE AYER
Nací cuando las calles
eran de barro y piedra
y los pocos coches existentes
tocaban siempre la bocina,
más para llamar la atención
(-era el signo del pudiente
de aquellos años cuarenta-)
que como aviso de un peligro.
En el parque jugábamos al clavo,
al escondite, al aro, a hilo negro,
a mosca burrera y al rescate.
Al futbol se jugaba
en medio de la calle
y gozábamos en plena libertad
la “dolce vita” del muchacho.
En las fiestas era casi obligatorio
lucir nuestras mejores galas
y pasearlas por la gran Plaza Mayor
a modo de aprendices de Don Juan,
intentando conquistar
a esa chiquilla de sonrisa dulce.
Aunque escaso, gozaba de estipendio,
tres pesetas de paga los domingos
administrables para toda la semana.
La cifra no daba para mucho:
un cono de pipas
hecho con hoja de periódico,
un raspado de hielo
impregnado de zumos de colores
pretendiendo jugar a ser helado
y cuatro cigarrillos de "Ideales"
que ante las féminas de corta edad
te mostrasen hecho un hombre.
¿Estudiar?, nunca lo hice con exceso,
jamás quise competir
con mis amigos más queridos,
la base de una buena amistad,
debe cuidarse con mucho tacto.
Viví en la calle de “las pulmonías”
sobrenombre acertado por demás,
a mí me visitó una doble
y quiso que salvara la vida
la recién descubierta penicilina.
Sin darme cuenta, ya soy viejo.
sólo en años, que nadie me “eutanasie”,
mi espíritu de niño sigue intacto.
Me he montado un columpio
en el tilo del jardín.
¡Lo mío siempre ha sido columpiarme!
JJRME (Terly)