Días de canciones, de paz, de amor y de flores. Quien me puede hacer olvidar los ratos pasados en la playa con la guitarra que acompaña las canciones protestas de la garganta de algún amigo que se sabía a la perfección las letras de Bob Dylan quizás el más emblemático de todos los canta-autores de aquellos años¡¡
Y se morían los 60, s con muchos problemas: guerra y falta de ilusión de una juventud que reclamaba un cambio en todos los campos. Las flores se hicieron lema e icono de aquel movimiento cultural que más tarde se convirtió en todo un fenómeno representante de la mitad del siglo veinte. Y los recuerdos de la arena de todo el litoral gaditano se vuelven campamentos de tarde, de puestas de sol y de cánticos pacíficos.
Y en esas canciones llenas de vítores al amor, estabas tú mi querido hippy que hacías con tu mirada aplacar los gritos de rebeldía propios de la edad. Siempre recordaré el olor a cuero de Marruecos, eternos adornos de tu forma de vestir. Las camisas de flores que olían a jabón natural, esos cabellos medio largos que brillaban como el oro cuando les daba el resplandor de las llamas de la lumbre encendida en plena arena y al fondo las tiendas preparadas para dar cobijo nocturno y juntarnos más y más.
Se perdían las notas protestonas en las aguas de las playas de la costa gaditana, no estábamos a favor de nada y algún que otro le daban al porro; después de tantos años muchos nombres faltan de la lista, hoy que es el día del SIDA me acuerdo que dos de ellos murieron por este motivo. Quizás la muerte también daba rodeos alrededor de estas dos personas magníficas que por una causa o por otra cayeron en manos de prácticas poco recomendables. Mis más entrañables recuerdos para ellos en este relato recordatorio.
Y sigo recordando la duna de Tarifa, las tiendas que se amontonaban detrás para guardarse del levante y allí se formaba la colonia hippy más grande de España incluso más que en Ibiza que nos seguía por muy poco. Y todos estos chicos melenudos, bellos y llenos de vida sabían tocar más o menos la guitarra. Algunos no se sabía lo que tocaban, pero la imaginación ponía lo que la técnica no hacía; era la ventaja de tener tanta imaginación: poner cosas donde no había casi nada. Bendita imaginación que nos hizo disfrutar de muchas cosas y de haber llegado a este siglo con ese pasado tan rico.
Y mi cabeza apoyada en tu hombro desnudo, broceado por el sol cuando no hacía falta aún protección y en los que la Nivea daba suavidad para contrarrestar los baños salados entre las rocas de la playa de Caños de Meca; cuántos extranjeros había allí, todos en la playa en pelotas vivas… se notaba la libertad. Y mis manos en las tuyas, delgadas y morena, uñas delicadas que me hacían pensar que eras chico de familia noble y que renegabas por esnobismo nada más. Y ese acento argentino, dulce y arrullador que me hacía cerrar los ojos y soñar en países exóticos, la India que era el icono geográfico de la época y mira tú es lo que se ha convertido Bombay. Un festival de Paz se iba a celebrar allí el próximo día 7, cancelado por muerte y violencia en manos de fanáticos de no se sabe qué….
Y tu dabas sabor al cuerpo, collares con bolitas de colores, pulseras de cuero que tu mismo hacías, crucifijos (ahora prohibidos) de madera colgaban de cada cuello, símbolo de libertad, el primer hippy de la historia, el primero que vivió sin techo, el que se alimentaba de lo que le daban y al final murió como murió, para que veas era el símbolo de la libertad y ahora se le esconde, se le prohíbe por algo será.
Y los besos con sabor a fresa, bolitas que daban vueltas una y otra vez en la boca de los dos, y que muchas veces compartíamos con placer. Y la gran toalla, sacada de un retal que mamá había comprado en los gitanos (mercadillo de los lunes) y que se apañaba por bolsas, y que servían para mantenerla ocupada en sus ratos de ocio. Y después me miraba con mis salidas de chica enamorada cuando se me escapaba algo que daba pistas… ojitos bellos que su vida vivida había empañado con asuntos tristes, ay mi mamá que caprichosa era ¡
Y siguiendo los caminos de los Doors, salpicamos la arena playera con baños de sal, subida y bajada de marea… y jugando con la espuma tu cuerpo moreno se escapa de la mirada que se quedaba asombrada ante tanta belleza… debo confesar que jamás vi cuerpo más hermoso de hombre y mira que he conocido bastantes.
Y dejamos la nostalgia colgada de la lámpara de bajo consumo de la oficina, que curiosamente es el lugar que más me inspira y más me hace recordar los tiempos pasados, será que está frente al mar…. y que será de ese hippy de que me llegué a enamorar, seguramente sigue cabalgando por su pampa querida en libertad..
DAMADENEGRO 1/12/2008
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