El principal detonante de la mayoría de tramas de las primeras temporadas era el programa de consejos radiofónicos de Frasier, con capítulos gloriosos en los que las confusiones, enredos dignos de vodevil y las puñaladas traperas resultaban tronchantes, confrontando el clasismo y finura de los hermanos Crane a la sencillez o chabacanería del resto del reparto. Todo esto fue quedando poco a poco en el olvido para centrarse totalmente en los amoríos del doctor, lo cual provocó historias reiterativas que hacían evidente el cansancio creativo de una serie que aún así, siempre apetecía y apetece ver.
Una ficción que marcó una época en la que había mucha menos oferta y competencia, demostrando que cantidad no es sinónimo de calidad, y que con de personajes entrañables, y carismáticos se puede conseguir el cariño y la fidelidad de los espectadores, quienes jamás olvidaremos los deliciosos platos ingleses de Daphne, las confidencias del último ligue de Roz, a Nails sufriendo por culpa de la invisible Maris, Martin enseñando nuevos trucos que nunca aprenderá Eddie o a Frasier empezando su programa diciendo, "le escucho".
Mi puntuación: 9/10