FOBIAS

Una linda y bella mujer presentaba una muy singular fobia hacia los pequeños e inocentes ratones. Se mostraba imposibilitada de realizar sus labores cotidianas en el hogar; temía que al bañarse saliera un ratón por el desagüe, optaba por no ir al baño en las noches por miedo a encontrarse con uno por el camino, y lo peor, le asustaba que estando haciendo sus necesidades fisiológicas saliera un roedor por el inodoro y se introdujera por esa parte tan íntima.

Su esposo, en tono benevolente, le sugirió buscar ayuda, pues la notaba muy estresada y ansiosa. La hermosa  mujer, un tanto renuente aceptó, pero expresó su incredulidad hacia estos profesionistas.

Hace la cita para el día siguiente a las 14:00 horas, al llegar al edificio, la secretaria la atiende invitándola a sentarse a la sala de espera. Estando ahí, le dieron ganas de irse, pensaba que era una tontería estar ahí. Cuando estuvo a punto de levantarse para retirarse, se abrió la puerta del consultorio y un pequeño niño sonriente salió acompañado del prestigiado psicólogo. El menor se retiró junto a la madre que esperaba impaciente.

El psicólogo, el cual tenía una apariencia de erudito intelectual, traje de sastre, lentes, barba prominente, zapatos relucientes y un físico atlético, la miró y la invitó a pasar.

-Hola Sra. Solano. Pase por favor. -

La femina entró y saludó con cierta timidez.

- Sientese por favor. ¿Qué la trae a mi consultorio? -

Ella, por inercia, comenzó a explorar el lugar en busca de posibles amenazas de algún roedor. En eso estaba cuando se percató de que en la esquina del consultorio estaba un trapeador que la encargada de limpieza había olvidado. Después prodigio a relatar su problemática.

Casi media hora de escuchar a la bella mujer sobre sus dificultades cotidianas producidas por su singular fobia a los ratones, el psicólogo se percató de que ella observa una y otra vez el trapeador, a lo que comentó.

- veo que observa constantemente ese trapeador. -

- Bueno Doctor, la verdad es que ahora mismo se me viene a la mente la idea de que posiblemente en ese trapeador se encuentre un raton, salga y me muerda. -

El psicólogo con el afán de mostrarle que es una "idea irracional", se levanta y se dirige hacia el trapeador.

- Sra. Solano, lo que usted piensa acerca de eso es improbable. Digame, ¿que posibilidad hay de encontrar un pequeño e indefenso ratón debajo de esto? - dijo al mismo tiempo que tomó el trapeador y lo agitó.

Para sorpresa y desfortunio del prestigiado psicólogo, al agitarlo salieron despavoridos media docena de pequeños ratones sin dirección fija. Esto asustó tanto a la bella mujer que la dejó atónita ante tal suceso. Reaccionó de tal manera que se subió de un salto al escritorio y gritó alocadamente.

Cuando los ratones desaparecieron y la joven se calmó, se bajo y sin pronunciar palabra se salió del lugar.

Desde entonces ella tiene dos fobias, a lo ratones... Y a los psicólogos.

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