Hace unos meses tuve que escribir un micro relato en valenciano para un concurso de la C.Valenciana. Como últimamente ando corta de idas para el blog os lo dejo aquí (en castellano, tranquilos); es una historia muy sencilla, ambientada en la Edad Media, en concreto en el s.XIII, que por si no lo sabéis es el que siglo que recreo.
Espero que os guste =)
Fins l"infinit
Nuestra historia nos traslada al antiguo Reino de Valencia. En el siglo XIII este territorio se encontraba en plena guerra de reconquista, si bien algunas villas y plazas ya eran del Rey Jaime I todavía quedaban algunas, y la más importante de todas: Valencia.
Nuestro protagonista participó en algunas de las batallas vividas junto al ejército de Jaime, él se había enrolado en las tropas de Blasco de Alagón, un noble aragonés que llevó a cabo la conquista de Morella, entre otras.
1232, conquista de Morella.
Los días pasaban sin noticias del general sobre los próximos movimientos; ¿volverían por fin a casa, como Miguel deseaba para poder casarse con su amada? ¿o su señor no llegaría a ningún término con el rey y deberían irse a Valencia?
Durante esas semanas de espera en Alcañiz, Miquel se sumía en sus recuerdos...
-¿Lo has pensado bien? Podríamos escapar o tal vez mi madre cambie de opinión, además...Podrían matarte.
-Ángela, Ya no hay vuelta atrás, sólo serán unos años y cuando vuelva podremos casarnos, tener nuestra propia casa y ya nunca mas me separaré de ti?No, no llores por favor. Te prometo que no me matarán, volveré vivo y me quedare contigo para siempre.
-Esta Bien, esta bien... Pero una cosa...
-Si?
-¡No Vuelvas con ningún miembro amputado eh!
-¡Serás Bruja, te vas a enterar!
Oye, y tú tienes que prometemos que me esperarás.
-Eso por supuesto, hasta el infinito.
-Hasta el infinito.
Miguel todavía sentía el calor de sus besos, su dulce voz y sus carcajadas cuando le hacía cosquillas...Y no podía evitar sonreír.
En 1234, el destino de Ángela.
Ángela, como cada día después de hacer las tareas de la casa, se peinaba sus ondulados cabellos y los adornaba con una sencilla tiara de flores secas, pese a las insistencias de su madre de que se lo cubriera, pues ya con su edad, era lo habitual.
Cuando terminó, acudió a la sala principal donde, como siempre, estaban su madre y su tía haciendo sus labores.
-Ángela, desayuna, recoge la cocina y luego sube a mi dormitorio, encontrarás algo para ti.
-Qué cosa, madre?
-Come y calla, ya lo verás.
No podía ser verdad, al entrar en el dormitorio de su madre Ángela encontró el "uniforme" de una beguina: La saya de color grisaceo, el cinturón con los tres nudos (que representaban la castidad, la abstinencia y la pobreza), la crespina, el velo blanco y una capa sencilla de color tierra.
-Mamá, no pienses ni por un segundo que aceptaré!
-Pocas opciones te quedan hija, las beguinas vendrán a buscarte en breve, ya esta todo organizado.
-Pero madre, tengo que esperar a Miquel!
-Miquel hace ya dos años que partió, no hemos tenido ninguna noticia de él. Cuando la guerra termine, si vive, cosa que dudo, que te busque.
Las beguinas pueden dejar el hábito y casarse, pero hasta entonces servirás como una buena cristiana, y por lo menos acallaras los rumores que circulan por todo el pueblo ¡Y te tengo dicho que te cubras la cabeza!
-Hermana, no seas, es una joven doncella y...
-¡A su edad lo que parece es una meretriz!
No hubo forma de convencer a la madre de Ángela, así que al cabo de dos semanas un grupo de beguinas se la llevó de allí y poco a poco, sin darse cuenta, Ángela se acostumbró a ese estilo de vida medio nómada, que, pese a todo, era reconfortante, ya que ayudaban a todos los necesitados: niños, mujeres, personas enfermas? Era un poco duro cuando prestaban sus servicios en los hospitales de campaña, pero quien sabe, tal vez encontrase a Miquel, y mientras tanto aprendía cosas nuevas, escuchaba mil historias y en cierto modo, tenía la libertad que nunca tuvo en su hogar.
Año 1238, conquista de Valencia.
Por fin llegó el día, Miquel ya podía volver a casa.
Pensó que tras la conquista de Morella podría volver ya, pero el Rey ordenó que Blasco y sus tropas le acompañasen en la batalla de la conquista de la plaza de Valencia, al menos se ahorraron el participar en las batallas de otros lugares como Nules , Almenara, etc. Pero aun así ya habían pasado más de 6 años desde que Miquel partió dejando atrás a Ángela. Solamente quería volver con ella y devolverle todos esos años perdidos en la soledad.
Cuando llegó a su añorada tierra, no pudo contener el ansia y sin descanso se dirigió a su pueblo, hasta la casa de su amada. Allí se plantó con lo puesto, Miquel tocó a la puerta y le atendió Josefa, la tía de Ángela:
-¡Miquel, Gracias a Dios, estás vivo!
-Claro Que si Josefa, le prometí a Ángela que volvería, ¿Dónde esta?
-Lo Siendo mucho Miquel... Mi hermana, que en paz descanse, la envió con las beguinas. Hace mucho tiempo que no llegan noticias de ella ni de su grupo.
-¿¡Con Las beguinas?! Pero las beguinas van de aquí para allá, podría estar en cualquier lugar? Tengo que encontrarla.
-Espera un momento?
Toma esto, lo encontré en el armario de Ángela.
-Gracias, Josefa.
Miquel observó con detenimiento el pañuelo en el que Ángela había bordado las iniciales de ambos y nunca se separó de él.
1239, el reencuentro.
La búsqueda le pareció eterna, más que todas las noches que había pasado en los campamentos de guerra, pero el mundo se volvió aún más caótico cuando por fin encontró la localización de Ángela...
En una iglesia, o más bien, lo que quedaba de ella, en la población de Nules se encontraba un mausoleo dedicado a las beguinas caídas en un asalto de los enemigos en el hospital de campaña donde estas se encontraban atendiendo a los heridos. Miquel no quería pensar las barbaridades que aquellos hombres debieron hacerle sufrir a la inocente Ángela, sólo deseaba que no lo odiase por no haberla encontrado antes y que allí donde fuera que estuviese aún esperase su reencuentro.
Miquel volvió a Alcañiz, aquel pueblo con tanto encanto donde durante su breve estancia había conocido a los hermanos de la orden de Calatrava y decidió unirse a ellos, y allí, en el castillo de Alcañiz pasó sus últimos días hasta que murió, fue entonces cuando por fin se reunió con su amada Ángela, que como le prometió hacía tantos años, lo esperaba, y estuvieron juntos hasta el infinito.