Fábulas de Jean de la Fontaine

El gallo y la perla



Un día cierto Gallo, escarbando el suelo, encontró una perla, y se la dio al primer lapidario que halló a mano.

—Fina me parece —le dijo, al dársela—; pero para mí vale más cualquier grano de mijo o avena.

Un ignorantón heredó un manuscrito, y lo llevó en el acto a la librería vecina.

—Paréceme cosa de mérito —le dijo al librero—; pero, para mí, vale más cualquier florín o ducado.

FIN

El lobo y el cordero



La razón del más fuerte siempre es la mejor: ahora lo verán.

Un Corderillo sediento bebía en un arroyuelo. Llegó en esto un Lobo en ayunas, buscando pendencias y atraído por el hambre.

—¿Cómo te atreves a enturbiarme el agua? —dijo malhumorado al corderillo—. ¡Castigaré tu temeridad!

—No se irrite Su Majestad —contestó el Cordero—; considere que estoy bebiendo en esta corriente veinte pasos más abajo, y mal puedo enturbiarle el agua.

—Me la enturbias —gritó el feroz animal—; y me consta que el año pasado hablaste mal de mí.

—¿Cómo había de hablar mal, si no había nacido? No estoy destetado todavía.

—Si no eras tú, sería tu hermano.

—No tengo hermanos, señor.

—Pues sería alguno de los tuyos, porque me tenéis mala voluntad todos ustedes, sus pastores y sus perros. Lo sé de buena tinta, y tengo que vengarme.

Dicho esto, el Lobo lo apresa, lo lleva al fondo de sus bosques y lo come, sin más auto ni proceso.

FIN

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