Iwo
“Hay algunos recuerdos que te encantaría erradicar de tu mente – y no puedes”, dijo Hershel “Woody” Williams a HistoryNet. “Y hay otros recuerdos que desearías poder traer de vuelta – y no puedes.”En la mañana del 21 de febrero de 1945, dos días después de que el ataque inicial comenzara, el joven de 21 años de Virginia Occidental corrió hacia el paisaje prehistórico de Iwo Jima.
Se esperaba que el asalto durara sólo 10 días, con 30.000 marines atacando la isla japonesa. Con poca o ninguna información sobre lo que se les enfrentaba, estos hombres se adentraron en el fuego abrasador de una red de cuevas, túneles y pastilleros de hormigón reforzados con barras de acero, una fortaleza de diseño intrincado que creaba campos de fuego mortales entrelazados. Los Marines la llamaron “La picadora de carne”. Con 21.000 soldados japoneses fanáticos que juraron matar al menos a 10 estadounidenses antes de matarse ellos mismos, las bajas de los Marines rápidamente comenzaron a aumentar. Un veterano recordó que estaban perdiendo tantos hombres “que no podíamos saber si estábamos ganando o perdiendo”.
Un marine recibe una transfusión de plasma mientras está refugiado en el cráter de una bomba. (USMC)
Después de las primeras 24 horas, con la situación desesperada, el Almirante Raymond Spruance envió otra oleada de 20.000 hombres más – de los 70.000 que llegarían – para unirse a la lucha. Dentro de esa fuerza de reserva estaba Williams.
Saliendo de un barco de Higgins el 21 de febrero, Williams recordó que la distancia del agua a la playa parecía eterna. Entrando en una vorágine de balas, fue sacudido por la terrible visión de los cuerpos de sus compañeros Marines, apilados a cinco o seis pies de altura. “No teníamos lugar para poner nuestros muertos, así que la gente del entierro… los había enrollado en sus ponchos… sólo filas de ellos. Ese recuerdo nunca, nunca desaparecerá.”
A través de la conmoción y la confusión de la batalla, Williams y los otros seis hombres de su compañía en la 3ª División de Marines, corrieron, se arrastraron y se abrieron camino hacia los japoneses atrincherados. El sofocante olor a carne podrida, mezclado con explosivos y el olor a azufre volcánico de la propia isla, provocó náuseas en los Marines.
Para el 23, un “comandante y otros dos oficiales eran todo lo que quedaba. La mayoría de los líderes de escuadrón se habían ido”, recordó Williams. “Nos quedaba un sargento de artillería. La gente estaba asumiendo trabajos que ni siquiera habían soñado que iban a tomar – un líder de escuadrón como soldado raso. No importaba cuál fuera tu rango, si podías encontrar a alguien que trabajara contigo, trabajabas con ellos.”
Fue ese día que Williams, habiendo sido nombrado sargento en funciones, se encontró en una reunión de suboficiales, en la base del cráter de una bomba. La situación era caótica, pero esto estaba claro: los Marines no podían avanzar hasta que los pastilleros circundantes fueran retirados.
Los marines operan una flor de fuego mientras luchan en Iwo. (USMC)
Williams recibió un lanzallamas y se le encargó que despejara el camino para su unidad.
Es famoso por su respuesta: “Lo intentaré”.
“Ahora bien, si dije eso, OK”, dijo Williams durante una entrevista en su casa en Ona, West Virginia. “Suena como si lo hubiera hecho, pero no recuerdo haberlo dicho.”
Acompañado por dos hombres de su compañía y otros dos marines que se habían unido a ellos en la confusión, el Williams de cinco pies y seis pulgadas, atado con 70 libras de “furia helado”, comenzó a arrastrarse lentamente hacia su primer objetivo.
La mención de la Medalla de Honor de Williams explica sus acciones después de eso:
[Williams] luchó desesperadamente durante cuatro horas bajo el fuego de las armas pequeñas del enemigo y repetidamente…
Fuente: este post proviene de geopolitico, donde puedes consultar el contenido original.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado: