Escritores perseguidos, algunos de ellos los conocemos por ser muy famosos, pero otros no lo son tanto. Han sido perseguidos por sus creencias religiosas, por sus afinidades políticas, por sus condiciones sexuales, por la denuncia que han hecho del sistema de su país, en fin, estos son algunos de los que no deberíamos nunca olvidarnos ni de sus rostros ni de sus obras, tanto literarias como humanas ya que pertenecen a nuestra historia.
Federico García Lorca.
Mario Beneditti.
Ana Politkóvskaya.
Federico García Lorca. Odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. Estas palabras las pronunció Federico García Lorca (poeta y dramaturgo) en una entrevista que le hicieron, que junto con su ideología contraria al régimen de Francisco Franco en plena Guerra Civil Española, y su homosexualidad declarada, Se convirtiera en un blanco fácil para sus rivales; todo esto le ocasionó ser perseguido por el régimen franquista, todos sus amigos intelectuales le prestaron su ayuda y le apoyaron en lo que pudieron.
Algunos de los países hispanoamericanos que le brindaron asilo político fueron México y Colombia. El 16 de agosto de 1936 le apresan y dos días después fue fusilado y abandonado en una fosa común. A día de hoy sus restos aún no han sido encontrados.
Mario Benedetti. A pesar de ser un escritor de sobra reconocido y galardonado mundialmente por sus obras, se tuvo que exilar de su país, Uruguay, a principios de los años de 1970 cuando los militares comenzaron a dirigirlo, ya que fue partidario de la revolución cubana, también por ser un defensor de los indios Tupamaros y seguidor de los partidos izquierdistas. Se tuvo que esconder durante mucho tiempo en Montevideo, antes de exilarse de su país, dejando pocos sitios del planeta sin recorrer.
El primer sitio dónde estuvo exilado fue en Perú dónde trabajó en El Expreso de Manuel Ulloa; en 1976 se marchó a Cuba y en 1977 a Madrid (España) dónde estuvo diez años. Volvió a su Uruguay querido a mediados de los años de 1980, reencontrándose con toda su familia, ya que su mujer durante el exilio se quedó en Uruguay para poder así cuidar a las respectivas madres.
Ana Politkóvskaya. Fue una periodista que escribió dos libros basados en la guerra de Chechenia, sufrió varias tentativas de asesinato, la primera vez que lo intentaron fue envenenada con un té mientras estaba de camino a Beslán y no pudo ayudar al gobierno en una crisis que tuvo, pero se recuperó y escribió el libro La Rusia de Putin. En 2005 mientras se encontraba en una reunión de Reporteros Sin Fronteras dijo: “La gente a veces paga con su vida por decir bien claramente lo que piensa. De hecho, una persona puede incluso ser asesinada por proporcionarme información. No soy la única que está en peligro. Hay ejemplos que prueban lo que digo“.
El día 7 de octubre de 2006 (el mismo día del cumpleaños de Putin), casualidades de la vida, mientras estaba subiendo a su casa en el ascensor, la mataron a balazos. Pero no queda aquí la represión del régimen de Putin, Alexander Litvinenko, que fue la persona que se encargo de acusar a Putin del asesinato de Politkóvskaya, al poco tiempo también murió envenenado, pero antes de morir escribió: “Podrá lograr silenciar a un hombre, pero el aullido de protesta, Sr. Putin, retumbará en sus oídos por el resto de su vida“.
Salman Rushdie.
Bertolt Brecht.
Juan Gelman.
Salman Rushdie. Cuando se publicó su libro Los Versos Satánicos, libro que está basado en el Islam y que está considerado una blasfemia, Salman se entera mientras está viendo un programa de la televisión que el Ayatollah Jomeini, que sus palabras son consideradas como un mandato, que le había lanzado una fatua (sentencia) que lo condenaba a muerte, era el 24 de febrero de 1989. Y la cabeza de Rushdie valía tres millones de dólares. Rushdie no paró de recibir llamadas, tanto de periodistas como de amigos que querían saber qué opinaba respecto a su singular sentencia de muerte.
Pero Salman ha seguido vivo, se ha casado, tiene hijos y en la actualidad está a punto de cumplir los 69 años, ha publicado muchos más libros y ahora asiste a eventos casi con total normalidad. Claro está, tiene guardaespaldas y cuenta con una guardia personal que lo cuidan permanentemente, además de llevar siempre un chaleco antibalas. El lenguaje y la imaginación no pueden ser aprisionados.
Bertolt Brecht. Además de ser un magnifico escritor, era admirador de Marx y Hegel, deseaba que la sociedad en que vivía fuera más justa, dado su posición de escritor y poeta, se dedicó a criticar a la sociedad de la Alemania nazi. Pero en 1933, que era tan malo ser judío como ser comunista, mientras estaba organizando la puesta en escena de una de sus obras, Brecht y su familia tuvieron que huir a Dinamarca, evitando de esta manera lo que el destino les tenía preparado: el desenlace fatal que les esperaría en el campo de concentración de Auschwitz o Treblinka, como venganza por su huida de Alemania, castigándole con la quema de todas sus obras públicamente.
En 1947 llega a Estados Unidos, la tierra de la libertad como se la conocía entonces, ofreciendo lo mejor de su trabajo, estrenando Vida de Galileo Galilei. Pero pasó de vivir en la tierra prometida a ser otra vez perseguido por El Comité de Actividades Antiamericanas dirigido por Joseph McCarthy, cuando fue interrogado por El Comité, al día siguiente abandonó Estados Unidos. Falleciendo de un infarto en 1956.
Juan Gelman. Tras sufrir en sus propias carnes la persecución por su adhesión al comunismo, siendo incluso encarcelado, el poeta y periodista argentino se unió al movimiento rebelde Montoneros, al que renunció cuando éste se volvió muy violento. A inicios de 1970 se vio obligado a salir del país. Al poco tiempo de que el general Videla subiera al poder, vive sus horas más tristes: junto a sus hijos Nora Eva y Marcelo Ariel, su nuera María Claudia, embarazada de siete meses, fueron secuestrados y les hicieron desaparecer, como a muchos otros durante la dictadura de los generales.
Solo volvería a ver a Nora Eva y, 23 años después, tras unas dolorosas investigaciones, encontraría en Uruguay, sana y salva, pero con otra identidad, a la hija de Marcelo Ariel y María Claudia, Macarena, nacida mientras su madre estaba detenida.
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Janusz Korczak.
Ken Saro Wiwa.
Ezra Pound.
Janusz Korczak. Polaco que se dedicó, entre otras cosas, a escribir literatura infantil. Fue llevado al campo de extermino en Treblinka el 5 de agosto de 1940, junto al grupo de niños y trabajadores que habitaban en el orfanato en el cual él trabajaba.
Se le ofreció varias veces la libertad, pero él dijo que sólo la aceptaría si se le otorgaba también a los niños. Según una leyenda popular, cuando el grupo llegó al campo de exterminio, un oficial de la SS lo reconoció como el autor de uno de los libros favoritos de sus hijos y le ofreció ayuda para escaparse. Una vez más, Korczak rechazó la oferta, pues no estaba dispuesto a dejar a los niños. Nunca más se supo de él.
Ken Saro Wiwa. Este nigeriano protestó contra Shell por realizar daños ecológicos irreparables contra su país y eso marcó su destino, convirtiéndose en una leyenda de valor y muerte entre los periodistas africanos. Con un juicio que duró casi un año entre 1994 y 1995, y que atrajo la atención del mundo entero, incluyendo peticiones de clemencia de Nelson Mandela y una nominación al Premio Nobel de la Paz, este escritor, profesor universitario y empresario que solo buscaba la unidad africana, fue ahorcado por el ejército de su país, tras una condena estrechamente relacionada con sus protestas ecológicas. Su propio gobierno las estaba avalando y con su muerte trató de disfrazarlas.
Ezra Pound, Una nueva economía libre de usura. Eso era todo lo que quería. Con usura no hay paraíso pintado para el hombre en los muros de su iglesia, escribió alguna vez. Y creyó encontrar en el fascismo su respuesta adecuada. Ezra Pound, uno de los más grandes poetas del siglo XX, autor de Los Cantos, amigo de Marcel Duchamp y Tristán Tzara, llegó a Italia y simpatizó con Mussolini, su esperanza contra la usura. Por esa equivocada razón, lo apoyó de todas las formas posibles.
A causa de ello, cuando este régimen cayo, Ezra tuvo que someterse, a sus 60 años, a la vergüenza mundial. Fue perseguido y capturado por los partisanos, y recluido en una jaula hecha de barras de metal y con piso de cemento, con la sola compañía de unas sábanas mugrosas, una lata que hacía de excusado y una luz perpetuamente encendida sobre sus ojos. Así también fue expuesto a la mirada pública. Durante los seis meses que duró su encierro sufrió constantes ataques de histeria y terror.
Después estuvo 12 años encarcelado con diagnóstico de locura. Una vez libre, jamás fue el mismo. Dos días después de cumplir 87 años, murió.
Max Jacob.
Roberto Saviano.
Max Jacob. Hizo incursiones interesantísimas en la novela mística y en el neoimpresionismo, el surrealismo y el dadaísmo. Cuando los alemanes invadieron el corazón de Francia, la casa del poeta fue saqueada. Después apresaron a sus hermanos y los enviaron a campos de concentración. Sus únicos pecados fueron ser judío, atesorar objetos que nadie entendía y qué coleccionaba, y ser honesto.
Finalmente, fue hallado por los nazis en un monasterio (había adoptado el catolicismo hacía algún tiempo). No duró ni una semana en el campo de concentración de Drancy dónde le llevaron. Si soy demasiado pesado para ir hacia Dios, camilleros llévenme, y si no tienen camilla, fabriquen una con mis sufrimientos entrelazados, escribió. Era 1944 y Max Jacob tenía 68 años.
Roberto Saviano. Es el último escritor que sabemos que es noticia a causa de una persecución. En la actualidad tiene 36 años, pero ya tiene su infierno particular por haber escrito y publicado Gomorra, que trata de manera realista la forma de actuar de las mafias, como podemos ver en la película Uno de los nuestros, de Scorsese; la siempre amorosa camorra italiana lo ha condenado a muerte.
Por ello, Saviano se ha visto obligado a salir de su país y refugiarse, junto con su mirada triste, a remotos lugares de Europa, donde jura no llega la larga, y generalmente armada, mano de los Soprano o los Corleone. Mientras Umberto Eco lo declaró “héroe nacional italiano“, Saviano afirma sin sobresaltos: “Sé que la mafia me lo hará pagar.
Agradecimientos: Fundacion Konex, Guía Infantil, Wikipedia, Amazon, El Holocausto, ABC.
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