El sol siempre brilla en Kentucky

El Gran Maestro John Ford era mucho más que un director de películas del oeste, era también un cronista fiel y apasionado de la América de los pioneros, los emprendedores y exploradores, de los hombres y mujeres que la forjaron desde abajo. Esta cinta de 1953, una tragicomedia costumbrista, se la considera una obra menor en su extensa y excelsa filmografía, pero es una muestra palmaria de esas gentes representadas en la figura del juez Priest, un hombre honesto y sabio dispuesto a honrar la justicia sin importar clase social, raza o sexo. Habrá quién la considere condescendiente y repleta de prejuicios caducos, pero ha de ser contextualizada en la sociedad de la época y fijarse, ante todo, en su profundo contenido de humanismo, reconciliación y hermandad, todo lo que Ford creía debían ser los cimientos de la nación estadounidense. ¿Qué pensaría el cineasta de la Norteamérica actual? Nos lo podemos imaginar.

Puntuación @tomgut65: 8/10



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