Pero ahora el país se enfrenta a una nueva amenaza terrorista. Los grupos terroristas también están floreciendo dentro de sus fronteras.
En 2016, un nuevo grupo terrorista armado de Burkina – “Ansar ul Islam” – se atribuyó la responsabilidad de un ataque contra el puesto militar de Nassoumbou que mató a 12 miembros de las fuerzas de defensa y seguridad nacionales. Ansar ul Islam fue creado por Ibrahim Malam Dicko, un predicador de Soum.
El ataque marcó el inicio de las amenazas terroristas internas y supuso una gran conmoción para la población de Burkina. La crisis en el norte también tiene raíces internas. Inicialmente, Ansar ul Islam era un movimiento rebelde, que afirmaba hablar en nombre de los Rimayɓe , los “esclavos Fula”. Luego se convirtió en un movimiento que luchaba por las poblaciones del norte que no tienen ni poder político ni autoridad religiosa.
A diferencia del enfoque adoptado por algunos movimientos yihadistas en Malí, Ansar ul Islam no trató de tomar el control de parte del país. Más bien, sumió a toda la provincia en una violencia generalizada mediante el uso de una retórica basada en la lucha contra la desigualdad social, las injusticias y el mal gobierno. Su retórica, que se dirige a las fuerzas de seguridad y al Estado, resonó entre la gente de estas zonas.
Ansar ul Islam no es el único grupo que siembra la violencia en el norte. Desde 2016 el país está amenazado por grupos terroristas de Malí, que han encontrado un rico caldo de cultivo en la región del Sahel de Burkina Faso. Aunque siguen utilizando a Malí como su base de operaciones, dependen en gran medida de los ciudadanos de Burkina.
En esta parte del país, el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes -cuyo modus operandi consiste en secuestros, ataques contra símbolos del Estado y artefactos explosivos improvisados- se convirtió en un faro para Ansar ul Islam y otros pequeños grupos militantes. Todos vieron la ventaja de trabajar juntos.
Estos pequeños grupos pueden continuar su tráfico y sus actividades delictivas en paz, con la protección del Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes. También reciben apoyo logístico y técnico, lo que significa que pueden llevar a cabo asaltos más complejos.
Estos grupos terroristas se han establecido principalmente en zonas rurales. ¿Cómo puede explicarse esto? ¿Y por qué no están encontrando más resistencia?
Bases rurales
En primer lugar, la ausencia del Estado es muy pronunciada en las zonas rurales, lo que permite el florecimiento de los grupos delictivos. Los grupos extremistas de Burkina son únicos porque no viven en las zonas que han conquistado, sino que permanecen en lugares remotos para aprovecharse de ello.Las poblaciones rurales también tienen una visión negativa del gobierno y del poder centralizado. Esto incluye el abuso y la violencia de los organismos encargados de hacer cumplir la ley.
En diciembre de 2018, un residente de Madjoari, en Burkina Faso oriental, dijo:
“Ya no necesitamos al estado. Es el Estado el que ha radicalizado a todos estos jóvenes. Han sido perseguidos de su tierra, muertos de hambre o asesinados. Lo que está sucediendo ahora es la respuesta a todos estos actos de violencia cometidos por el Estado.”
Cuanto más corrupto sea el entorno, más fácil será para los grupos extremistas violentos presentarse como una alternativa virtuosa al enfurecerse contra la inmoralidad de la élite en el poder. Los funcionarios públicos y las fuerzas de seguridad son a menudo considerados como egoístas, en lugar de responsables de la prestación de servicios.
Como explica el mismo ciudadano:
“No hemos visto ninguna respuesta de seguridad del estado. Lo único que funciona aquí es la aduana. Tanto la policía como la gendarmería sólo están en los días de mercado, y sólo para exigir dinero a los vendedores pobres.”
Las autoridades tradicionales, religiosas y políticas participan en una reunión de apoyo a las fuerzas de seguridad y defensa nacional de Burkina Faso en el Estadio Municipal de Uagadugú, el 26 de octubre de 2019.
Olympia de Maismont/AFP
La combinación de la pobreza, la falta de servicios públicos, la ineficiencia de las fuerzas de seguridad y la inestabilidad de los países vecinos ha contribuido a la creciente radicalización de la población civil en Burkina Faso.
Además, el trato cruel y degradante y la tortura de los individuos a manos de las fuerzas de defensa y seguridad puede dar lugar a un deseo de venganza.
El título del primer informe de Human Rights Watch – “Durante el día tenemos miedo del ejército, y por la noche de los yihadistas” – sobre Burkina Faso dice mucho sobre esta relación. Cuanto más brutales y extendidos son los métodos, más atractivas parecen las actividades extremistas violentas y más las comunidades locales apoyan a estos grupos extremistas.
Los hechos son claros: por un lado, la ausencia del Estado proporciona un caldo de cultivo fértil para los grupos terroristas; por otro, su presencia en determinadas zonas afectadas ayuda a que los grupos extremistas se arraiguen y contribuye a perturbar a los residentes locales.
Para luchar contra la proliferación de las actividades e ideología terroristas, las autoridades deben modificar profundamente la relación que existe entre el Estado y sus representantes en las zonas más vulnerables.
Traducido del francés por Rosie Marsland para Fast ForWord
Fuente: este post proviene de geopolitico, donde puedes consultar el contenido original.
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