Ese olor era Mayo, era Francia, era...
Algo en su mente quería salir, algo que había permanecido allí encerrado, olvidado, algo a lo que en estos momentos no podía enfrentarse. Pero ya era tarde, ese recuerdo se había despertado y no se iba a marchar.
«¿Cómo había llegado este ramo aquí?.», se preguntó. Al acercarse vio que había una tarjeta. La cogió y sin poder dejar de temblar la leyó.
«Para que nunca te olvides de mí, así como yo no puedo olvidarme de ti.»
Se tuvo que sentar en una silla, se estaba mareando, estaba perdiendo la conciencia, aunque su mente no paraba de dar vuelta sobre lo mismo.
Estaba vivo... había estado allí... había entrado en su casa...