Este mito se ubica en las costas de Guerrero, en las playas de suaves y cálidas arenas, destino favorito de turistas y nacionales. Se cree que en la Costa Grande de Guerrero, en los albores del siglo XIX, una humilde mujer habitante del lugar, pasó la mayor parte de su vida reuniendo monedas de oro para viajar a Europa, el sueño de toda su vida.
Cuando por fin logró juntar una buena cantidad de dinero, emprendió el viaje a pie, pues su poblado remoto no contaba con transporte por lo poco accesible del lugar, por lo que debía llegar hasta Acapulco desde donde podría salir.
Se fue por la orilla de la playa para lograr su cometido, lo cual le supondría un día y medio de jornada.
Llegada la noche, sin luna, solo se guió por la espuma del mar y un candil que llevaba para iluminarse un poco. Tan solos esos parajes en aquellos tiempos, unos malhechores que por allí pasaban, aprovecharon la ocasión y la robaron, la asesinaron y huyeron con el botín. Esto ocurrió en el trayecto entre playa El Carrizal y Mitla.
A partir de ese momento, durante las noches sin luna, se ve un resplandor apenas visible a la orilla de la playa, es el candil que lleva en la mano una mujer vestida de blanco, que camina a la altura de la espuma del mar, donde rompe la ola.
A medida que avanza, la luz se intensifica hasta llegar a ser un resplandor enceguecedor.
Dice el mito que esta mujer, contrario a lo que se pueda creer, no va en busca de venganza, salvo que un hombre decida hacer daño a una fémina en el momento que ella aparece. Normalmente, ilumina el camino de quienes están cerca.
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