En la tarde del 31 de agosto de 1939, cerca de la frontera polaca en la ciudad alemana de Gleiwitz, el SS-Sturmbannführer Alfred Naujocks esperaba nervioso en una habitación de hotel con un equipo de siete hombres de las SS. Habían llegado a la ciudad dos días antes y, haciéndose pasar por ingenieros de minas, reconocieron su objetivo. Ahora estaban esperando que se corriera la voz. Su tarea era organizar un ataque para darle a Hitler la excusa de que quería declarar la guerra a Polonia. Estaban comenzando la Segunda Guerra Mundial.
Como uno de los primeros reclutas de las SS, Naujocks (arriba) se convirtió en el operativo del jefe de seguridad de las SS Reinhard Heydrich. (Sueddeutsche Zeitung Photo/Alamy Stock Photo)
Naujocks, un joven de 27 años de Kiel en la costa báltica de Alemania, había sido uno de los primeros en convertirse al nazismo. Se unió a las SS en 1931 y durante un breve período de tiempo asistió a la universidad, donde desarrolló su talento para las peleas y se dejó aplastar la nariz por un comunista con una barra de hierro. Descrito por un contemporáneo como un “gángster intelectual”, Naujocks había ascendido rápidamente dentro de la jerarquía de las SS, cayendo bajo el patrocinio de Reinhard Heydrich, jefe de la red de policía alemana y del servicio de seguridad de las SS, el Sicherheitsdienst, o SD. Como tal, Naujocks asesinó a un nazi disidente en Praga en 1935 y ayudó a establecer un notorio burdel de clase alta en Berlín, el Salon Kitty, patrocinado por VIPs visitantes que podían ser fácilmente chantajeados; las habitaciones tenían micrófonos y la “señora” era un agente de las SS.
Habiendo demostrado su valía a Heydrich, Naujocks fue el agente elegido por el líder de la SD para llevar a cabo la misión en Gleiwitz. Y fue la voz aguda y nasal de Heydrich por la línea telefónica de Berlín la que le dio las palabras clave para comenzar: ” Grossmutter gestorben ” (La abuela ha muerto). Con eso, Naujocks convocó a sus hombres para una sesión informativa final, reiterando sus respectivas tareas y objetivos. La misión estaba en marcha.
Las tensiones entre Alemania y Polonia, que se habían intensificado durante unos dos decenios, se habían disparado en los meses anteriores. La razón aparente de la fricción eran las pérdidas territoriales de Alemania a favor de Polonia tras la Primera Guerra Mundial, tal como lo dictaba el Tratado de Versalles: principalmente una franja de lo que había sido Alemania oriental en la frontera polaca, incluyendo partes de la Alta Silesia y las provincias de Prusia Occidental y Posen. Esas pérdidas, que ascendían a más de 25.000 millas cuadradas (aproximadamente el tamaño de Virginia Occidental), no sólo contenían más de cinco millones de personas, incluida una considerable minoría alemana, sino que…
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