El Gambito de Shangai

Cuando China atrajo a Japón a un combate urbano en 1937, el resultado reveló las fortalezas del Imperio y sus responsabilidades.

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A lo largo de la década de 1930, Japón picoteó a China, provocando “incidentes”, exigiendo disculpas, blandiendo ultimátums y apoderándose del terreno. El Generalísimo Chiang Kai-shek, líder del Partido Nacionalista gobernante de China, se doblegó ante cada agresión, cediendo la soberanía y trozos de territorio -Manchuria en 1931, y más tarde partes sustanciales de China del Norte cerca de Beijing: la totalidad de la provincia de Jehol en 1933, y secciones de las provincias de Chahar y Hubei en 1935.

En lugar de enfrentarse a los japoneses, Chiang prefirió centrar su Ejército Central en la supresión de Mao Zedong y su Partido Comunista, los enemigos internos de los nacionalistas. En 1932, por ejemplo, cuando las fuerzas japonesas se enfrentaron al ejército privado de un caudillo en Shanghai, Chiang retuvo sus tropas y los japoneses utilizaron desembarcos anfibios a lo largo del Yangtsé para fustigar al caudillo. Las crónicas capitulaciones del Generalísimo al enemigo enfurecieron a muchos patriotas chinos. La frustración alcanzó su punto culminante en diciembre de 1936 en Xi’an, cuando el rabiosamente antijaponés Zhang Xueliang, conocido mundialmente como el Joven Mariscal por su condición hereditaria de señor de la guerra de la perdida Manchuria, rechazó una orden para luchar contra los Rojos. Cuando Chiang viajó a Xi’an para forzar el asunto, Zhang lo secuestró. El Joven Mariscal retuvo a Chiang hasta que aceptó dejar de azotar a Mao y alinearse con los comunistas y otras facciones chinas en un frente unido contra Japón. Esto obligó al Generalísimo a elegir entre luchar contra el asaltante extranjero y perder lo que los chinos llamaban el Mandato del Cielo, similar al derecho divino de los reyes pero verificado por el apoyo popular, que mantenía a los líderes chinos en el poder.

Después de un incidente en julio de 1937 en el puente Marco Polo, cerca de Beijing, los japoneses enviaron un ejército al norte de China, esperando y obteniendo una fácil victoria. Chiang respondió desde el balcón de su cuartel general militar en las frías montañas de la provincia de Jiangsu, al sur del Yangtsé: “Si permitimos que se pierda una pulgada más de nuestro territorio”, declaró, “seremos culpables de una ofensa imperdonable contra nuestra raza”. Pero Chiang no quería luchar en serio en el terreno abierto del norte de China, donde su infantería ligeramente equipada tenía pocas posibilidades contra los tanques, la artillería, la fuerza aérea y la coordinación rápida de Japón, y donde su Ejército Central sólo podía ser abastecido por dos ferrocarriles vulnerables. El Generalísimo, sin embargo, podía llevar la guerra al sur, obligando a los japoneses a luchar en el bajo valle del Yangtsé. Esta vez Chiang se enfrentaría a Shangai en un sangriento Donnybrook, la primera, más grande y más importante batalla en el continente asiático durante lo que se convertiría en la Segunda Guerra Mundial, una batalla que los japoneses…

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Etiquetas: Historia

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