Se prometieron una a otra que la próxima de ellas que subiera hasta la superficie volvería para decirles a las demás lo que le había ocurrido.
Poco después, una de dichas larvas sintió un deseo irresistible de ascender hasta la superficie. Comenzó a caminar hacia arriba por uno de los finos tallos verticales y cuando finalmente estuvo fuera se puso a descansar sobre una hoja de lirio. Entonces experimentó una transformación magnifica que la convirtió en una hermosa libélula con unas alas bellísimas.
Trató de cumplir su promesa, pero fue en vano. Volando de un extremo al otro de la charca podía ver a sus amigas sobre el fondo. Entonces comprendió que incluso si ellas a su vez hubieran podido verla, nunca habrían reconocido en esta criatura radiante a una de sus compañeras.
El hecho de que después de esa transformación que llamamos muerte no podamos ver a nuestros amigos o familiares, ni comunicarnos con ellos, no significa que hayan dejado de existir.
Libélula
Michel Dufour, del libro Cuentos para crecer y curar.