No se trata de beber vino, sino de reconocer sus cualidades, su tiempo, su procedencia. El creciente
interés por la cultura del vino y la inquietud por conocer los mecanismos y las técnicas de degustación han hecho que, a pesar de la proliferación de cursos de iniciación a la enología y a la cata, todas las convocatorias se vean desbordadas.
Antoni Salas, impulsor de este tipo de cursos desde principios de los 80 y promotor de los Mestres Cellerers de Catalunya, indica que este es el momento de mayor interés por este tipo de cursos, lo que muestra “una inquietud cultural posible gracias a una situación económica favorable”.
La creación de la Escola dEnologia, a principios de los años 80, ha sido un factor dinamizador de este fenómeno. Según el de responde a una “demanda social de la gente que tiene sus necesidades básicas cubiertas y busca niveles superiores de apreciación de los alimentos”. Manel Sánchez, responsable
del Celler del Port, en Tarragona, añade que se trata de personas “con una gran inquietud por conocer cosas nuevas”. Su establecimiento organiza periódicamente cursos de
cata, como también lo hace Queviures Doménech,de Reus. El propietario de este comercio, Angel Gómez, asegura que los alumnos de sus cursos acostumbran a ser personas de nivel medio y alto, entre los que abundan empresarios y profesionales liberales.
“No se trata de una moda, sino que prima el interés por los productos de calidad”, señala el enólogo cambrilense Francesc Vernet
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