El historiador al-Maqqari describía así el carácter de la población autóctona: “Los habitantes del al-Andalus tienen en su conversación una forma de bromear, decir las cosas con determinada dulzura y de dar réplicas tan espontáneas, que reducen al silencio al interlocutor”.
El geógrafo al-Zuhrî, refiriéndose a Sevilla en el siglo XII, escribió: “Sus habitantes son amables, elegantes, descarados, insolentes y distinguidos”.
Nuestro carácter nos señala que cada persona requiere su atención.
Las andaluzas y los andaluces nos declaramos enemigos de la prisa y de ese adioh sin el tiempo necesario para un hola, de los saludos sin besarnos, y de los hahta luego sin un después.
No permitimos que nuestra mente viva más en el futuro que en el presente, nunca cambiamos un ahora por un luego, ni dejamos para mañana lo que podemos sentir y vivir hoy. Porque desde que nacemos en esta tierra, sabemos que en este mundo de locos, seas millonario, mendigo, o del montón, cada vivencia requiere su tiempo y cada persona su atención.
Nos vestimos despacio porque tenemos VIDA.