Cuando se rompe un jarrón de porcelana o cualquier otro objeto en Occidente estamos acostumbrados a tirarlo o a comprarnos uno nuevo, y si lo reparamos lo hacemos con pegamento que sea lo más invisible posible para que no se note la "cicatriz". Sin embargo, en Japón emplean el arte del Kintsugi, una técnica centenaria que consiste en reparar aquellas piezas que se han quebrado. Lo hacen con una mezcla de resina de árbol y polvo de oro, mostrando así unas "cicatrices doradas" bien visibles que transforman su estética.
El arte del Kintsugi
Lo paradójico de todo esto es que las obras reparadas no pierden valor y, en muchos casos, son más preciadas que antes. Este arte nos enseña el valor de la imperfección producido por las heridas del pasado.
¿Y si reparásemos nuestros errores y cicatrices del pasado con "polvo de oro" para mostrar el valor de nuestra resiliencia? Las personas más valiosas son aquellas que antes afrontaron la adversidad, sí o no. Ya lo dijo Confucio: "Todo tiene su belleza, pero no todos pueden verla".
Ensaladera reparada
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