El baobab, también conocido como "el árbol mágico", "el árbol medicina" o "el árbol plantado al revés" es del género Adansonia. Su altura oscila entre los 5 y los 30 metros y el diámetro del tronco supera los 11 metros. Existen hasta ocho especies de baobabs, siete de ellas se encuentran en África y una en Australia.
La avenida de los baobabs en Madagascar
El baobab por excelencia crece en todas las zonas semiáridas del África continental. Solo en el Sahel hay cuatro tipos de esta especie. ¿Sabías que El Principito de Antoine de Saint-Exupéry trata a estos árboles como la mala hierba o que este gigantesco árbol de flores efímeras y frutos carnosos puede vivir más de 1.500 años?
Lo cierto es que resulta complicado estimar la edad exacta de los baobabs. Los anillos de crecimiento son muy sutiles y desaparecen cuando el árbol envejece.
Cuenta una leyenda que los baobabs eran unos árboles tan presumidos que un Dios les dio la vuelta, por eso se dice que ahora las ramas del árbol están enterradas y las raíces crecen hacia arriba.
Su característico tronco tiene forma de botella y es ahí, en su interior, donde almacena grandes cantidades de agua, hasta más de seis mil litros. Del baobab se aprovecha todo, desde las hojas, la corteza, las raíces, las semillas, hasta los frutos. El aceite contenido en las semillas de sus largas vainas es comestible y sus hojas tienen fines medicinales.
Baobab en África continental
El tronco sirve de alimento para el ganado en los periodos de sequía, la madera del baobab se utiliza para construir embarcaciones y el fruto, una baya seca con forma alargada, destaca por su alto contenido en vitamina C, tiamina y fibra dietética. Es, además, antifebril, antihemorrágica, antiinflamatoria y cicatrizante. Interesante, ¿verdad?
El fruto del baobab