Siempre había escuchado las historias de Julio y Jorge que corren por ese mismo campo hasta llegar a las antenas que están ubicadas en lo alto de una -aparentemente- pequeña montana. Con el buen clima de esta primavera, Gian y yo nos animamos a buscar ese camino a través del campo hasta llegar a la cumbre de la montaña.
Tuvimos bastante éxito, al menos hasta la mitad del recorrido, porque para llegar a la cumbre improvisamos y subimos por un camino que estaba a medio hacer entre pica de ciclistas extremos y canal natural de agua. ¿Sabes cuando ves claramente en línea recta que allá arriba está la cima, pero que el camino sigue por la ladera? Pues exactamente eso hicimos, y debo confesar que en algunas partes tuvimos que recordar al antepasado mono y subir usando las manos.
Pero valió la pena: al llegar arriba todo era plano, descubrimos hacia el lado opuesto de las antenas un mirador, hecho a mano por algún loco con material de construcción que le sobraba, mucho tirro/precinto (Una locura lo sé, pero algunas partes de las barandas están agarradas con muchos rollos de este material). La vistas eran perfectas, y el lugar maravilloso para sacar nuestra merienda y sentarnos a disfrutar de nuestra Guadalajara.
¿Cómo no animarse a caminar y perderse por estos campos?
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