¡La segunda mitad del viaje fue muy movida! No solo visitamos montones de sitios espectaculares (creo que los más bonitos de todo el viaje), si no que nos pasaron cosas que no podéis imaginar… Ahora sí que vais a entender lo que os digo de que en Islandia pude suceder de todo y que hay que estar preparados para las mayores aventuras ;)
Como se suele decir: espera lo mejor y prepárate para lo peor. En nuestro caso, íbamos bien preparados porque somos así, jajaja. No, en serio, por suerte tanto Juan Carlos como yo hemos viajado mucho en este plan medio MacGyver y la experiencia es un grado. Para empezar, llevábamos herramientas y material para muchos imprevistos, porque no puedes coger una mochila y meterte en un coche en un país así sin más, y luego sabemos encontrar soluciones para casi todo con los recursos de nuestro alrededor (lo que dije de la experiencia…).
Día 3
¡Estábamos en Vík! Y eso solo puede significar una cosa: ¡¡la playa de Reynisfjara!! Soñaba con este lugar desde que supe de su existencia. Las columnas de basalto, la arena negra, el mar salvaje… Es de esos sitios que hay que ver antes de morir. Habíamos escogido esta ruta específicamente para poder ver esta playa.
Nos levantamos y recogimos nuestras cosas, y desayunamos en un pequeño centro comercial que había justo enfrente del camping. Seguimos en nuestra misión de probar todos los dulces islandeses, claro, jajaja. En el mismo centro había una tienda enorme que combinaba ropa de deporte (en realidad ropa para poder vivir en Islandia) y una parte gigante dedicada exclusivamente a lanas, jerséis y prendas de lana. Si miráis en los Stories que hice, aparece una pequeña fábrica con tricotosas y cientos de jerséis, y es justo de allí. ¡Sin duda me hubiera mudado a Vík!
Aprovechando la pequeña tregua que nos daba la lluvia, fuimos a Reynisfjara por fin. Increíble, de verdad, no tengo palabras. A pesar de los turistas, a pesar del frío y del viento.
Mucho cuidadito si os acercáis a este lugar, porque son varios los turistas que han muerto en los últimos años a causa de las olas. Está todo bien explicado en la entrada a la playa, pero aún así, la gente se confía. Podéis ver de lo que os hablo aquí, y de paso, saber más sobre Vík, el pueblo donde está esta playa.
Como habíamos llegado al punto del sur más alejado en nuestra ruta, y tocaba volver, también paramos en el faro de Vík, pero hacía tan malo que tuvimos que volver al coche, el viento nos llevaba. Esta foto la hicimos desde arriba con el móvil, y lo que se ve es el otro lado de la playa tras Reynisfjara, y justo por el fondo está la zona donde podéis visitar el avión estrellado.
Ahora nos dirigíamos hacia la ruta de El Círculo Dorado, para ver tres de las cosas más importantes de la isla: el parque nacional de Pingvellir, la cascada de Gullfoss y los géiser Strokkur y Geysir. Aquí nunca te quedas sin cosas espectaculares por ver :P
Fuimos recorriendo todos los pueblecitos que aparecían en el mapa, es decir, todo lo que aparece entre el punto 2 y el 3:
Hicimos la ruta “al revés”, ya que se suele empezar por el parque, luego por el geiser y por último la cascada. Y digo esto de al revés porque realmente así lo ves en orden de espectacularidad, con Gullfoss al final como guinda del pastel. Nosotros como entrábamos desde el lado contrario, me da la sensación de que pasamos de lo más espectacular a lo menos, pero no pasa nada.
Aunque ese día el cansancio ya se empezaba a notar, fue llegar a Gullfoss y se nos pasó todo. ¡Creo que no he pasado tanto frío como aquí! Y a pesar de eso, hicimos montones de fotos y nos recorrimos toda la zona (arriba hay un mirador con cafetería y tienda de recuerdos). Simplemente alucinante. El ser humano no es nada cuando se mide con la naturaleza.
Después seguimos hasta la zona de géisers, que queda cerca de allí. Me gustó, pero sinceramente, me esperaba más. Aunque también llevábamos ya mucha belleza visual en nuestras retinas, muchos paisajes espectaculares, y cada vez era más difícil impresionarnos. Actualmente el géiser que está despierto es el Strokkur, ya que Geysir, el más grande conocido, lleva un tiempo inactivo. ¡Fue súper curioso ver la erupción del géiser!
Y por último, visitamos el Parque de Pingvellir, que en realidad no es solo un parque, es un valle donde además encontramos la división entre dos placas tectónicas. Este lugar debe ser precioso en otras épocas del año, pero no justo en el momento en que nosotros lo visitamos. Eso sí, la zona de las fallas, alucinante.
Nuestra idea era quedarnos en el camping de allí a dormir, pero cuando llegamos… bueno, no había nada. En verano me lo imagino como un lugar increíble para acampar y hacer noche, pero no aquel día. Así que seguimos conduciendo un poco más y encontramos la mejor zona de acampada de todo el viaje, ¡vaya suerte! No sabría deciros ahora mismo el nombre, porque era el final del día y teníamos ganas de descansar y hacernos la cena, ni sabría deciros cómo llegamos allí. Simplemente seguimos la carretera y seguimos las indicaciones cuando vimos la señal del camping.
Baño climatizado, zona de cocina, duchas con agua caliente y zonas grandes para tienda de campaña y autocaravanas y coches, ¿qué más podíamos pedir? Había varios grupitos de viajeros, tanto jóvenes como parejas adultas y algunos incluso con bebés. Nosotros aparcamos en la zona de mesas de picnic junto a otros que también iban en coche con tienda como el nuestro.
Hicimos la cena y después, aprovechando que había buen sitio donde fregar todo, me llevé las cosas para limpiarlas. Cuando volví… ¡la que se había liado! Una parejita joven había metido su furgoneta de alquier en una zona de barro, y allí se habían quedado clavados de morro en medio metro de tierra. Juan Carlos estaba allí, intentando ayudarles, mientras cinco o seis personas se habían acercado también a ver qué pasaba (los que estaban en los otros coches).
El caso es que aquellos dos, franceses por cierto, no saben la suerte que tuvieron esa noche de que nosotros estuviéramos allí. Nadie más tenía ni idea de cómo sacarlos. Tardamos más de una hora, y utilizamos material de obra que había en el camping, cuerdas, tablas de madera… al final hasta tuvimos que usar nuestro 4×4 para tirar de ellos, y sin bola de remolque. Me da la risa solo de recordar la situación. Franceses, americanos, ingleses, todos mirándonos y flipando porque parecíamos salidos de un reality de supervivencia, jajaja. Nos aplaudieron y todo cuando al fin sacamos la furgoneta del fango. Nunca me voy a olvidar de esa noche y seguro que algún día se lo contaré a mis nietos en plan batallita.
Después de aquello, obviamente, lo único que queríamos era dormir.
Mi idea era dividir el itinerario del viaje en dos posts, pero como veis, el tercer día fue muy intenso y aunque lo he intentado resumir, ¡si os cuento menos tendría que dejarme muchas cosas fuera! Así que haré un tercer post con los dos últimos días del viaje, que fueron algo más light. Si os escribo otras 1200 palabras más aquí, me dejáis de leer para siempre :P
Vuelvo a enlazaros los posts del viaje a Islandia que he publicado ya:
– Compras laneras en Islandia.
– Lo que debes saber si vas a viajar allí.
– Qué ver en 5 días (primera parte).