¿Nunca os habéis preguntado qué pasa con el arte cuando una ciudad o un país entero se ven asediados por bombas y metralla enemiga? Aunque arquitectónicamente a lo largo de la historia ha habido muchísimas pérdidas de gran interés cultural (y también muchas reconstrucciones pagadas por los vencidos), muchas de las obras de arte que ahora se exponen en nuestros museos fueron rescatadas y puestas a salvo para evitar su destrucción.
Esta labor, por ejemplo en España, fue hábilmente llevada a cabo por el Comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros de Arte Españoles, que durante la Guerra Civil se encargó de nuestro patrimonio artístico, trasladándolo cuidadosamente embalado a sitios neutrales como Suiza.
De hecho, durante el día de ayer se hizo un homenaje presidido por el Presidente del Gobierno en el Museo del Prado para reconocer esta considerada tarea. Gracias a ellos hoy podemos seguir maravillándonos con obras como ‘Las Meninas' de Velázquez o ‘La maja desnuda' de Goya.
Desafortunadamente, esta labor no siempre es fácil de llevar a cabo, especialmente en zonas pobres y poco protegidas por la Unesco. Por ejemplo, aún recuerdo como hace bastantes años vi en el telediario cómo los talibanes hacían saltar por los aires esfinges con miles de años a sus espaldas, simplemente por no ser de su agrado religiosamente hablando. Yo era pequeña y no comprendía por qué lo hacían. Han pasado los años y todavía sigo sin entenderlo.
Hasta donde nos llegue la cordura, esperemos que siempre haya gente (y organismos) que nos permitan poder gozar de monumentos, edificios, cuadros y libros por muchísimos años más.