Cleopatra no pudo morir por la mordedura de una cobra.
"¿Tengo el áspid en mis labios? ¿Caes? Si tú y la naturaleza podéis tan suavemente separaros, el golpe de la muerte es como el pellizco de un amante, que hiere y desea". Cuentan que, derrotada en el amor y en la guerra, Cleopatra (69 a.C.-30 a.C.) confió su vida eterna a los dientes agudos de una cobra egipcia oculta en un cesto de higos. Un relato cargado de dramatismo que una pareja de investigadores británicos pone ahora en duda ampliando el enigma que rodea a la última reina del Antiguo Egipto.
"Es algo que ha confundido a egiptólogos e historiadores durante mucho tiempo. Hubiera sido muy difícil para Cleopatra suicidarse con la mordedura de una serpiente", señala a EL MUNDO Joyce Tyldesley, egiptóloga del Museo de Manchester. "Le pedí consejo a un experto en serpientes, Andrew Gray. Me dijo que además de que las serpientes son demasiado grandes para estar ocultas en un cesto de higos y desaparecer después, su mordedura no resulta tan eficaz. Si hubiera muerto por una serpiente, sería una muerte larga y dolorosa. Así que es poco probable que fuera una cobra", agrega Tyldesley.
Según la literatura hasta ahora conocida, Cleopatra hizo mutis por el foro en las postrimerías de un agosto aciago. A principios de aquel mes de estío, Marco Antonio había muerto entre sus brazos atravesado por su propia espada al dar por cierta la noticia falsa del suicidio de su esposa. Cautiva en su palacio de Alejandría, la hija de Ptolomeo XII prefirió renunciar a la vida antes que aceptar el ocaso de la civilización faraónica y jurar obediencia a Octavio, convertido en el 27 a.C. en el primer emperador romano bajo el nombre de César Augusto.
El adiós de Cleopatra fue asistido por sus criadas Iras y Charmion. Descartada la cobra, la experta británica apunta a dos posibles escenarios de suicidio: "Pudo emplear un cuchillo, el método más sencillo y efectivo, o quizás usar el veneno extraído de las serpientes pero, en ningún caso, sería una serpiente viva", estima Tyldesley, autora del ensayo "Cleopatra, la última reina de Egipto".
La biografía de la soberana que se negó a gobernar una provincia romana habita aún amplias zonas de sombra pero ha sido un filón a lo largo de la historia. Escurridiza y embaucadora. Irresistible en el trato por su "voluptuosidad infinita al hablar" y la dulzura y armonía del son de su voz, declaró Plutarco. "La edad no puede marchitarla. (...) Provoca más hambre cuanto más satisface", escribió Shakespeare. Por obra de Elizabeth Taylor, Hollywood explotó su cliché de mujer fatal.
En busca de la tumba
En realidad, Cleopatra fue extremadamente inteligente e instruida en ciencias naturales, Filosofía, Medicina y Matemáticas. Políglota, fue el primer miembro de la dinastía ptolemaica en hablar egipcio antiguo. Pero su historia fue borrada igual que le sucedería a Hipatia tres siglos después en el mismo escenario. "Todavía hoy ignoramos muchas cosas acerca de Cleopatra. ¿Quién fue su madre? ¿Cómo falleció? ¿Dónde fue enterrada? ¿Qué sucedió exactamente en la batalla de Accio? [una contienda naval que venció Octaviano y perdieron Marco Antonio y Cleopatra]", enumera Tyldesley.
"Ni siquiera -añade- sabemos como era físicamente. Por eso estamos tan fascinados de ella". Con su planeado suicidio y su aún no esclarecido sepelio, Cleopatra venció a los conquistadores romanos, que trataron en vano de descubrir y allanar su lugar de reposo. Indómito y enigmático -como el carácter de la mujer que subió al trono a los 18 años-, su lecho permanece aún intacto.
En busca de su enterramiento, la arqueóloga y abogada dominicana Kathleen Martínez horada desde 2005 las ruinas de Taposiris Magna, a unos 45 kilómetros al oeste de la ciudad mediterránea de Alejandría. El complejo cobija entre sus muros un templo dedicado a Osiris, la deidad de la resurrección, y su cónyuge Isis, la gran diosa madre en la mitología egipcia. Su árido perímetro de 5 kilómetros, excavado a partir de la expedición militar de Napoleón Bonaparte de 1801, apenas había arrojado hallazgos hasta la llegada de Martínez.
"Estamos en presencia de una zona que podría ser el equivalente al Valle de los Reyes para la dinastía ptolemaica. Es muy probable que los últimos faraones de la historia, que luchaban contra los romanos para lograr su permanencia en el trono, escogieran un emplazamiento seguro y apartado como éste para no ser molestados en la vida de ultratumba", arguyó hace unos años la directora de la misión en una entrevista a este diario.
El pasado febrero su equipo halló una estela de caliza, tallada solo dos años antes que la piedra Roseta e idéntica a otra inscripción hallada en el templo de Isis en la isla de Filé, en el sur de Egipto."Es el descubrimiento más importante de nuestra misión. Hasta ahora se creía que el templo de Taposiris Magna, que no tiene inscripciones, nunca había funcionado como tal. Yo siempre pensé lo contrario y buscaba pruebas arqueológicas. La estela coloca al monumento en un lugar muy destacado en cuanto a la adoración de Isis", subrayó la arqueóloga.
Tyldesley alberga otra teoría sobre el enterramiento de la soberana que sedujo a Julio César y engendró a Cesarión. "El trabajo de esta arqueóloga es muy interesante y espero que pueda protagonizar un hallazgo espectacular. Sería fantástico hallar la tumba de Cleopatra. Pero mi tesis es que Cleopatra fue tal vez incinerada y luego colocada en una tumba en Alejandría", concluye la investigadora.