Recordó el tiempo cuando sufría por él 25 horas al día, y le pareció una enorme ridiculez. Sufrir de esa manera? y se asombró como su mente guardaba aun el recuerdo de una persona que obviamente nunca existió más allá de sus enamorados ojos? de un solo golpe se enamoró de su manera de mentir sobre lo que era, y sobre lo que esperaba de la vida. Ahora, mirándolo en aquella fotografía le provocaba una terrible compasión, con aquel estrambótico gorrito para el frío, su inseparable Camel y su mirada triste, tristísima, esa que debió haber ensayado por años para llegar al corazón de las personas, pero que solo era eso, un ensayo.
Pudo verlo como era en realidad, un pobre hombre mayor que había pasado la línea de los cincuenta envejeciendo a pasos agigantados, ayudado por una diabetes galopante, el amor al tabaco y la estupidez congénita de las personas sin más miras que la de su propio ombligo? hasta las gafas eran horribles. El amor que le tuvo alguna vez, renació de pronto, y empezó a comprenderlo, a perdonarlo, y casi sin darse cuenta, a olvidarlo?
Porque el olvido es así, poder vivir el día corriente pensar en esas personas que una vez llenaron nuestro mundo, simplemente porque dejaron de estar en el, y el olvido hizo su parte, sin prisas ni pausas.
Lloró por él por última vez, y recordó su cumpleaños, y se alegró tanto de sentir que en alguna parte del mundo el seguía vivo, aunque en su corazón hace años estuviese muerto. Desde allí le deseó Feliz Cumpleaños.
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