Soldados de Hitler El ejército alemán en el Tercer Reich Por Ben H. Shepherd. 639 pp. Yale University Press, 2016. $35.
El ejército alemán tuvo sus altibajos durante la Segunda Guerra Mundial, ganando una serie de dramáticas victorias tempranas y luego sufriendo un desfile de derrotas catastróficas hasta el colapso final de 1945. Su reputación histórica ha seguido el mismo patrón. La mayoría de los escritores militares lo amaron en los años inmediatos a la posguerra. Admiraron su innovadora adopción de la guerra mecanizada, su intrincada interacción entre las formaciones de tanques y el poder aéreo, y sus audaces maniobras operativas.
Sin embargo, a partir de la década de 1990, esa reputación comenzó a empañarse. A medida que se disponía de nuevos registros, especialmente de la ya desaparecida Unión Soviética, el enfoque se alejó de la excelencia operativa del ejército alemán y se centró en la naturaleza criminal de la guerra que libró. El ejército solía pasar por alto los horrores de Hitler, mientras que las más fanáticas Waffen-SS tenían la culpa. Pero ninguna persona seria puede creer todavía que el ejército alemán tuvo “manos limpias” en la Segunda Guerra Mundial. La evidencia en contra es simplemente abrumadora.
Sin embargo, estas dos escuelas – excelencia operativa y criminalidad – a menudo hablan más allá de la otra, y esa es la verdadera razón por la que Soldados de Hitler es un libro tan rico y satisfactorio. Ben H. Shepherd es un exponente de ambas tendencias. Pasa gran parte del libro describiendo el “asombroso historial de éxitos militares del ejército”. Antes de preguntar por qué el ejército alemán perdió, señala, “tenemos que preguntarnos cómo ganó, tan repetida y espectacularmente, en los primeros años de la guerra”, y luego permaneció en el campo de batalla más tarde, bajo golpes que habrían aplastado a muchos otros ejércitos.
Sin embargo, Shepherd también narra los aspectos más desagradables de la guerra alemana. Sus libros anteriores han tratado sobre la guerra anti-partidista y es un experto en todas las facetas: las brutales políticas de ocupación del ejército, sus prácticas económicas de choque y agarre, y la naturaleza plástica del término “anti-partidista”, que daba a los hombres en el campo carta blanca para matar a quien quisieran, siempre y cuando los muertos aparecieran en los informes oficiales como “bandidos” o “terroristas”. Cuando pensamos en el Holocausto, nuestras mentes generalmente se dirigen a Auschwitz, pero millones de judíos perecieron en las agresivas campañas antipartidistas del ejército alemán, aunque las víctimas nunca agarraron un arma ni levantaron un dedo contra sus ocupantes alemanes.
La clave para entender ambos puntos de vista del ejército alemán en guerra, sostiene Shepherd, es la ideología y la propaganda nazi. Desde los altos comandantes hasta el típico “pateador de tierra”, los soldados alemanes realmente creían en la “misión histórica mundial” del Führer para redimir a Alemania. El…
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