Conversaciones Viajeras: Mariana (Cualquier cosita es cariño)

Este post forma parte de la serie conversaciones viajeras, la idea es pasar un poco de la típica entrevista y que la gente se sienta libre de contar lo que más le inspire. Hablamos de cosas pequeñas, que a la vez son los motores de nuestras vidas. 

La intención de este post es contaros como son para nosotras esos OTROS VIAJES a los que uno se enfrenta en el camino de la felicidad.


Los otros viajes:

H ay una idea que me ronda mucho la cabeza en estos días; el viaje como un concepto más allá de lo físico.

¿Se puede tener un blog de viajes sin dedicarte a viajar de un lugar a otro? Pues mi pregunta es: ¿para que alguien querría invertir tiempo, esfuerzo y en muchos casos dinero en algo que no es parte vital de tu existencia? Como vas a contar cosas que no vives todos los días y forman esencia vital  de tu alegría y de tus tristezas.

Pero luego me doy cuenta de que hay personas que pueden llegar a realizar cosas alucinantes siguiendo con un trabajo, una casa y lo que consideramos un ritmo de vida “común”. Creo entonces que el viaje no se limita a moverse de un sitio a otro, esa es solo una opción entre otras muchas. Y en esta investigación de diversas maneras de viajar en la vida es en la que me encuentro.

A partir de este pensamiento divido a la gente en dos grupos (no de manera radical, solo metafórica), los que se dedican a una o varias cosas, pero se dedican de verdad, con amor por lo que hacen y con shining eyes, además eso se nota tanto en la manera en la que hablan como en su coherencia con la vida. Y luego están las personas que “parece que” pero que al final terminan en nada.

Cuando encontré el blog de Mariana, me paso algo que cada vez me pasa menos en el mundo digital, me quede leyendo muchos de sus post hasta muy entrada la noche. Lo bien explicado que están sus recetas de cocina, las fotos en las que se nota cariño por los cuatro costados y los animalitos hermosos a los que no puedes más que amar, te llevan de un párrafo a otro sin tener que leer en diagonal. Ella se encuentra en este cumulo de personas que se han convertido en agentes de cambio y contactar con ella fue un momento muy feliz.

Cuando tenía  más o menos 7 años me inventé un club ecológico. Invitaba a mis amigos y salíamos a caminar al monte (en compañía de adultos responsables, claro está), escribía “artículos” sobre sostenibilidad que después metía por debajo de la puerta de los vecinos y me inventaba estrategias para hacer que los adultos se preocuparan por el mundo en el que yo iba a vivir después

Mariana

Sobre todo hubo una cosa que me llamo particularmente la atención: hizo que algo que en un primer momento me parecía inalcanzable, como mantener una vida más sostenible en el torbellino loco de nuestro día a día fuera poco a poco convirtiéndose en algo de lo que me creo capaz de lograr siguiendo pequeños pasos, en vez de tomar decisiones radicales de vida que en general te llevan al abandono.
Se me ocurrió la idea de hacer imágenes de “antes y después”, pero en lugar de mostrar gente que cambia mágicamente (y con Photohop), quiero mostrarte cambios reales —y sencillísimos— que he aplicado a lo largo de mi vida para reducir mi impacto negativo en el planeta… y que me han llevado a aprender mucho, a disfrutar cosas nuevas y diferentes, a sentirme mejor, a comer más saludable, a reducir radicalmente mi cuota de basura, a ser más coherente con mi amor y respeto hacia los animales y a ser más respetuosa con la Tierra y sus habitantes. Obviamente hay muchos otros “antes y después” que todavía debo explorar, pero por ahora empiezo con los que ya aplico, y que pienso que te podrían resultar útiles. No pienso publicarlos en orden cronológico ni de importancia, sino aleatorio (realmente va a ser según lo que tenga ganas de dibujar jaja); y esta semana empiezo con un antes y después de mis meriendas fuera de casa. Si te gusta, ¡compártelo! ¿Preparas tus meriendas en casa? ¿Cuáles son tus favoritas? #antesydespués #antesydespuéssinphotoshop #pequeñosgestosgrandescambios #meriendacasera #basuracero #comidareal

Una foto publicada por Mariana (@marianamatija) el

Todas estas cosas y un diario visual que estoy realizando me tienen agitada por dentro, porque una cosa es tener sueños y otra muy distinta es tener los ovarios para enfrentarte con ellos. Ahora que faltan 2 meses para cambiar el sedentarismo por el movimiento  con nuestro Gran Viaje,  que dejar el trabajo y la casa han pasado de ser una frase cliché y se han convertido en una realidad tangente, siento como el vértigo (del que además sufro desde hace unos años) está haciendo que todo lo que daba por sentado en ser quien soy, se revuelva hasta volverse irreconocible.

Por eso intento divisar los pilares en los que me asiento y el blog de Mariana me está ayudando muchísimo con eso, con reflexiones que me sirven para pensar en cómo está todo conectado, y en como la empatía es algo que va desde lo pequeño.

Pero mejor que nos cuente ella su historia, que para eso hemos venido:

Cuando el viaje se convierte en una manera de vivir

No sé con exactitud cuándo empezó este viaje. Puede que haya tenido varios comienzos, como si después de empezar hubiera hecho algunas estaciones largas, de esas en las que uno se pone cómodo y se le va olvidando moverse. Pero siempre llega un punto en el que siento que ese espacio cómodo ya no es tan cómodo y que debo seguir adelante.

Tampoco sé a dónde esperaba llegar cuando lo empecé… la verdad es que todavía no sé a dónde me lleva, pero me he dado cuenta de algo que —aunque cliché a morir— no deja de ser importante: que a dónde voy es lo de menos, y que toda la magia está en cómo voy, a quiénes me encuentro y qué cosas aprendo en el camino.

No estoy hablando de viajes por el mundo, aunque bien podría aplicar todo lo que estoy diciendo; hablo de un viaje que ha sido tal vez el más exigente que he emprendido, en el que más he aprendido sobre mí misma y que alimenta de manera constante mi curiosidad y mi necesidad de probar cosas nuevas; hablo de mi viaje hacia una vida más equilibrada con el planeta… ese mismo planeta que adoro recorrer.

Creo que no podría ser de otra forma: estoy enamorada de la Tierra, de los paisajes que la cubren y de los seres que la habitan; quiero verlo todo, sentirlo todo. Estoy enamorada de la Tierra, de verdad… cuando la miro con calma se me iluminan los ojos, cuando la escucho se me eriza la piel, cuando le pasa algo malo se me rompe el corazón.

Es una relación difícil… soy consciente de que ella me lo da todo, y yo soy demasiado pequeña para retribuirla. Ella me sostiene y, aunque quiero hacerlo, yo no puedo sostenerla sola. Insisto: soy demasiado pequeña. Demasiado frágil. Mi alcance es limitado. Mi vida es demasiado corta.

Tal vez por eso siento que tengo que darlo todo, y por eso este viaje es a la vez una arriesgada expedición y un puerto seguro… exige de mí una búsqueda constante, sí, pero también me da un punto de agarre sin el cual terminaría siendo arrastrada por la marea de la vida “normal”.

Sí, yo sé que a la Tierra no puedo sostenerla yo sola, pero igual lo intento. Nunca va a ser una relación justa y siempre me voy a quedar corta frente a todo lo que ella me da. Pero lo intento igual. Supongo que así es el amor.

Mariana

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 No solo recomiendo encarecidamente cualquier cosita es cariño, si no que también os animo a que la sigáis por las redes sociales facebook e instagram por que siempre tiene fotos, recetas e ilustraciones hermosas que nos alegran muchísimo el día.
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Fuente: este post proviene de vueltaalatortilla.com, donde puedes consultar el contenido original.
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