En la superficie, esta reacción es comprensible. Una vez que el sistema se implemente completamente, los ciudadanos chinos recibirán una puntuación de crédito social basada en sus actos. Por ejemplo, no pagar una factura judicial o tocar música alta en público puede causar una puntuación baja. Este puntaje puede dictar qué derechos tiene la gente. A los que están en la “lista negra” se les impide comprar billetes de avión o de tren, por ejemplo, así como trabajar como funcionarios públicos o en ciertas industrias.
El hecho de que se aplique la tecnología de Big Data y de reconocimiento facial con el fin de vigilar a los ciudadanos plantea varias preocupaciones en materia de derechos humanos. No es sorprendente que el esquema haya sido descrito como una “dictadura digital” y una “pesadilla distópica directamente del espejo negro”.
Una pantalla que muestra el reconocimiento facial en la provincia china de Jiangsu en junio de 2019.
EPA-EFE/WU HONG
Pero lo que le falta a estas cuentas es un sentido de cómo se percibe el sistema desde dentro de China, lo que resulta ser bastante complicado. Mi estudio etnográfico de 16 meses encontró que la gente común de China percibe y acepta el sistema de manera diferente – y la mayoría de ellos parecen darle la bienvenida.
El estudio, que realicé en 2018-2019, examinó el uso de dispositivos digitales, como los teléfonos inteligentes, en Shanghai. La etnografía trata de reducir al mínimo los encuentros “artificiales”, como las encuestas y las entrevistas, en favor de la presencia de las personas en su vida cotidiana. Mi estudio se diseñó para obtener una comprensión holística de la vida cotidiana de la gente común de China, con especial atención a los encuentros digitales, que a veces incluían el tratamiento de grandes cuestiones como la vigilancia digital del Estado. Dejo que la gente hable libremente de sus sentimientos e ideas.
Hablé con unas 500 personas y pasé al menos 15 horas con un tercio de ellas. Las conversaciones sobre el sistema de crédito social surgieron de forma natural en lugar de a través de un interrogatorio directo.
Contrariamente a lo que mucha gente en occidente cree, en privado y durante las conversaciones informales entre amigos, los chinos corrientes no son tímidos ni se preocupan por expresar sus opiniones sobre la política.
Miedo al fraude
Viviendo en China… tienes que estar siempre en guardia contra los demás ya que los pozos de fraude están por todas partes.Estas son las palabras del Sr. Zhu, un hombre de unos 40 años. Explicaba su reticencia a dejar que su madre usara un smartphone ya que podría ser presa de estafadores en línea. No era el único que se preocupaba por lo que se veía como una crisis de moralidad pública. Otro participante de la investigación (la madre de un bebé recién nacido en busca de una niñera) terminó instalando cámaras secretas en su casa para ayudarla a elegir una de confianza.
La gente con la que hablé parecía menos preocupada por renunciar a algo de privacidad si eso significaba un grado significativamente mayor de seguridad y certeza. Y muchas de las personas con las que hablé percibían el nuevo sistema de crédito social como un proyecto nacional para impulsar la moralidad pública a través de la lucha contra el fraude y la delincuencia y la lucha contra lo que actualmente se considera una crisis de confianza a nivel nacional.
China ha experimentado un número creciente de casos de fraude y estafas, así como importantes escándalos en las industrias de seguridad alimentaria y farmacéutica. Existe un consenso generalizado de que el castigo por esos delitos no es suficiente para disuadir de la reincidencia, ya que las personas cometen delitos en una provincia y establecen un negocio en otra al día siguiente con pocas consecuencias. Algunos creen que el sistema de crédito social remediará esto mediante el sistema de listas negras.
También hay otra narración que dice que la sociedad occidental es “civilizada” debido a un sistema de crédito que existe desde hace mucho tiempo. Pero esta narrativa se basa en gran medida en una versión imaginaria de la sociedad occidental. Y muchos asumen que la idea de un sistema de crédito social en China fue en realidad importada de Occidente.
Penyue, un profesor jubilado, se quejó de actos “incivilizados”, como escupir o tirar basura en público y dijo: “Las cosas en el oeste son mejores porque tienen un sistema de crédito maduro, ¿verdad?”
Algunos lo consideran el equivalente del concepto más establecido de “solvencia crediticia” o de obtener un buen puntaje “crediticio” (pero en el sentido moral, en contraposición con el financiero). Hay muchas historias apócrifas relacionadas con este mito, incluida una sobre una graduada china que se encuentra fuera de China en una ciudad occidental y -a pesar de estar cualificada- no puede conseguir un trabajo, debido a su historial de esquivar los pasajes en los trenes (un delito que quedó en su historial de crédito).
El punto de la historia es que en las sociedades occidentales la gente que rompe incluso las reglas menores no será aceptada (sin importar cuán calificados sean), ya que hay consecuencias. Historias como esta usan “el oeste” como una muestra moral de lo que una sociedad “civilizada” debería ser.
Estas historias pueden ser falsas, pero son un reflejo verdadero de la creencia común de que el problema fue creado por el individualismo y la modernidad en China y que Occidente se ocupó de la transición a la modernidad con mayor eficacia. La propia transición de China de una sociedad colectiva agrícola (en la que la gente siempre sabía con quién estaba tratando) a una sociedad moderna caracterizada por la dependencia de los extraños está en curso, y la gente cree que para navegar por ella se necesita orientación.
Un oficial de policía bajo las cámaras de vigilancia en la Plaza Tiananmen en mayo de 2019.
EPA-EFE/HOW HWEE YOUNG
El cielo está mirando
La erosión de la confianza mutua también se atribuye a la Revolución Cultural de Mao Zedong, un período turbulento caracterizado por la denuncia de todos los demás, incluidos los amigos y la familia. Así que los ciudadanos ven que se necesitan mecanismos que permitan a las personas asumir la plena responsabilidad de sus actos y ser juzgadas por ellos.Los ciudadanos chinos también han tendido a ver la vida misma como un crédito y a menudo se refieren a un viejo dicho: “La gente está haciendo cosas, y el cielo ( tian ) está mirando”. Esto significa que, haga lo que haga, siempre hay un registro de sus actos en el cielo. El sistema del karma es la estandarización de la relación entre los seres humanos y los poderes sobrenaturales. Uno puede ganar puntos por hacer buenas acciones, pero estos también pueden ser fácilmente desperdiciados a través de las malas.
No estoy tratando de juzgar si es apropiado que la China moderna desempeñe el papel de Tian , pero es importante que al escribir sobre estos desarrollos se aprecie la forma en que se entienden dentro de la sociedad china y por qué las actitudes allí podrían ser muy diferentes de las que la gente en occidente podría asumir.
Fuente: este post proviene de geopolitico, donde puedes consultar el contenido original.
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