Se levantó con la sensación de que le esperaba algo bueno.
Así que con esa sensación tan buena decidió recorrer el barrio de Amélie, ese personaje tan entrañable y un poco loco que interpretó Audrey Tautou. Aún recordaba la frase "Ella va a cambiar tu vida".
Para empezar fue a desayunar a la cafetería donde trabajaba Amélie y se pidió un rico desayuno que le sentó de maravilla. Por unos instantes vinieron a la mente algunos recuerdos con él allí, pero decidió que era un día para ella, para disfrutar y que nada ni nadie le iba a fastidiar el día.
La siguiente parada fue a la frutería de Monsieur Collignon, que seguía estando igual que la recordaba.
Luego se perdió por las calles hasta que llegó a un restaurante muy bonito, donde recordaba que había comido muy bien y entró. Como era temprano hasta para los franceses, no tuvo que esperar mucho para que le dieran una mesa.
Desde que entró en el restaurante todo fue muy raro. Se dirigían a ella en francés, no le dieron una carta, no le pidieron nota y le sirvieron comida y vino, como si fuera lo que ella acostumbraba a tomar siempre allí, pero era la segunda vez, y la anterior hacía años, ni ella misma recordaba lo que había pedido. Al terminar, no le dejaron pagar, y se despidieron de ella de una manera muy cercana. Fue todo tan extraño...
Dando un paseo por Montmartre seguía pensando en lo ocurrido en el restaurante, era como si le hubieran confundido con otra persona.
«¿Tendré una doble francesa?», se preguntó. «Es difícil tener un doble con la que te confundan, de hecho, ya tengo una en mi ciudad con la que me han confundido más de una vez, en ocasiones ha sido su familia y otras han sido mis amigos. Ahora bien, tener otra doble en París, eso sí que no puede ser. Pero... ¿cómo explicar lo que ha pasado?»
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