El comienzo de su vida profesional
Rembrandt junto a Pieter Lastman tuvo un breve pero intenso proceso de aprendizaje durante seis meses hasta que inauguró con menos de 20 años su propio estudio. En él comenzó a dar clases en 1627 hasta que, dos años después, el estadista Constantjin Huygens le facilitaría importantes encargos para la corte de La Haya.
Esta relación llegó a que el mismísimo príncipe Frederik Hendrik fuera adquiriendo obras del pintor Rembrandt, hasta que éste se mudó a la Ámsterdam en pleno crecimiento donde se convirtió en un retratista profesional de gran éxito.
En 1634 contrajo matrimonio con su prima Saskia que, al quedar huérfana, tuvo que mudarse con su hermana mayor. Ese mismo año Rembrandt se convirtió en un miembro más de la burguesía de Ámsterdam y entre sus alumnos figuraban nombres como Ferdinand Bol o Govern Flinck.
Saskia y los hijos de Rembrandt
Rembrandt pasó varios años mudándose a barrios cada vez más elegantes hasta que llegó a Jodenbreestraat, un barrio judío en el que encontró rostros muy propicios para inspirarse a la hora de hacer las escenas del Antiguo Testamento que por aquél entonces comenzó a pintar.
Pese a la buena vida económica que el matrimonio llevaba, su hijo Rumbartus murió a los 3 meses, su hija Cornelia a las 3 semanas y su segunda hija, también llamada Cornelia, falleció al cabo de un mes. Solo el cuarto hijo de la pareja, Titus van Rijn llegó a la madurez. En 1642 falleció Saskia, después de su cuarto parto, dando lugar a las conmovedoras imágenes que plasmó Rembrandt de su lecho de muerte. Fue entonces cuando contrataron a Geertje Dircx de niñera y, probablemente, pasó a ser su amante que más tarde conseguiría una indemnización al acusar a Rembrandt de perjurio.
Pero Rembrandt no aprendió de la experiencia y en 1640 contrató a Hendrickje Stoffels, mucho más joven, para trabajar como asistenta doméstica. Cuando nació su hija Cornelia, la joven fue excomulgada por "prostituta".
La decadencia del artista
Rembrandt siempre vivió por encima de sus posibilidades llegando incluso a pujar por sus propias obras. Y fue en 1656 cuando el artista tuvo que vender la mayoría de sus pinturas y buena parte de su colección de antigüedades. Pero no fue suficiente y en 1660 no tuvo más remedio que vender su casa y su taller de grabado para mudarse a un modesto apartamento.
La sociedad de pintores se escandalizó e hicieron lo posible para evitar que Rembrandt siguiera ejerciendo la profesión, pero su hijo Titus montó su propio negocio pictórico en el que contrató a su padre de empleado.
Tras la muerte de Govern Flinck, el encargo de realizar una pintura para el ayuntamiento pasó a Rembrandt pero ‘La Conspiración de Claudius Civilis' fue rechazada.
El artista ya se veía afectado por la edad y solo tenía a un alumno, además de seguir con los retratos de importantes personajes del momento, como los Médici o el Gran Duque de Toscana. Su hijo Titus murió dejándole una nieta a su cargo y el 4 de octubre de 1669 fue enterrado en una tumba sin nombre en el Westerkerk de Ámsterdam.
Fotos: cc wga.hu, rijksmuseum.nl, hermitagemuseum.org