BERTA



BERTA

La conocí siendo una niña aún. Ella era unos años mayor que yo. Recuerdo que yo tendria unos diez años y ella como unos veinte o veintiuno. Ella, que se llamaba Berta, vivia en una casa, unos metros más abajo de mi casa, con lo cual, la veía todos los dias.

Ella siempre estaba sentada en un banco de madera al lado de la puerta de entrada a su casa. En verano tomaba el sol, y en los dias frios de invierno, cuando no llovia, también estaba sentada en aquel viejo banco. Alli pasaba casi todo el dia.

Era una chica solitaria. Yo, desde mi niñez, la miraba de reojo porque me parecia una persona demasiado extraña. Nunca la vi sonreir. Tenia una expresión seria en su rostro. Tardé años en darme cuenta de que era una persona que sufria.

Ningún vecino tenia trato con ella. La miraban por encima del hombro y nunca la saludaban. Ella tampoco saludaba a nadie y yo, la verdad no entendia a esa joven tan extraña de grandes ojos negros con la mirada perdida y triste.

Una tarde que yo regresaba del colegio, la vi desde lejos levantarse del banco y dar unos pocos pasos. Después en una fracción de segundos, vi como caia al suelo. Corrí a ayudarla y la tendí la mano un poco asustada, ya que yo no sabia como iba a reaccionar, ya que jamás la escuché decir ni una palabra.

Al tenderla mi mano, ella se aferró a la mia tan fuerte que casi me hizo llorar de dolor, pero no dije nada; me limité a sonreirla y ella me devolvió la sonrisa.

- ¡Gracias!, me dijo.

¿Estás bien? La pregunté. ¿Estás enferma?

- ¡Estoy bien, sólo que me falló la pierna y por eso caí. No suelo caminar por la calle por temor a caerme. Mi pierna está muy débil y no sostiene bien mi cuerpo. Y como vivo sola, no tengo a nadie que me ayude a caminar.

Me quedé pensando y me di cuenta de que esta joven, solitaria y enferma estaba sola en el mundo, y yo no entendia el porqué.

No la dije nada en ese momento aunque me preguntaba tantas cosas..

- Bueno Berta, te acompaño hasta tu banco. No vuelvas a caerte. Y si necesitas algo, me puedes dar un grito, que yo desde mi casa te escucho. Me llamo Luz.

-Lo sé. Sé tu nombre y te agradezco que me hagas el favor. Si necesito ayuda te llamaré. Eres la única persona de todo el vecindario que me ha hablado con cariño. Muchas gracias Luz.

-Hasta luego, la dije. Y toma el bastón para que no vuelvas a caerte.

- Si, si. Lo haré. Espero no volver a caerme. Hasta luego.

Cuando llegué a casa, le pregunté a mi abuela por Berta. Quise saber porque esa chica que a mi me pareció tan dulce, siempre estaba triste, seria y ausente.

Mi abuela me contó que la madre de Berta la habia tenido sin estar casada y que su familia la echó de casa porque en aquellos tiempos era una desgracia tener un hijo de soltera.

La madre de Berta pidió ayuda a un familiar lejano para que la ayudase mientras estaba embarazada y después poder ponerse a trabajar. El familiar, que era un tio lejano, acogió a la madre de Berta hasta que ésta nació, pero la suerte no estaba de su parte, y el dia que Berta nació, murió su madre en el parto, y Berta se quedó a merced del tio de su madre, que la crió como pudo, ya que él estaba enfermo y no tenia demasiado dinero para poder sobrevivir. Berta creció con muy mala salud, por estar mal alimentada y el tio falleció cuando ella tenia solo catorce años. Desde entonces vivia sola en aquella vieja casa que la dejó su tio, y se encerró en si misma.

Nunca fué a la escuela con lo cual no sabia ni leer. Se mantenia con una pequeña ayuda que la daban en la caridad de la iglesia, y además todas las semanas el párroco la visitaba y la llevaba comida y ropa de segunda mano.

Lo que mi abuela me contó me dejó bastante traumatizada. Me dolia tanto ver a aquella chica tan desgraciada, que me prometi a mi misma que yo la ayudaria, y que tenia que conseguir que ella sonriera y fuera un poquito feliz.

A partir de entonces la visitaba cada dia al salir del colegio; la ayudaba en casa, a cocinar, a limpiar, y la llevaba a pasear al bosque que teniamos cerca del pueblo.

Poco a poco ella se fué abriendo, y aquellos ojos negros y tristes se tornaron un poco más alegres. Quien iba a decirme a mi que acabaria siendo mi mejor amiga.

Eramos inseparables. Siempre juntas, siempre hablando de nuestras cosas. Poco a poco, ella se fué abriendo más a la gente, y asi, comenzó a hablar con todos los vecinos y poco a poco la fueron tomando cariño. Fué cuestión de mucho tiempo el que ella se abriese con la gente, hasta que se dió cuenta de que no todo el mundo es malo. Hay mucha bondad en el mundo.

Berta aprendió a leer conmigo. Y la encantaba. Se devoraba los libros que yo y nuestros queridos vecinos y vecinas la regalabamos.

Su pierna debil fué mejorando poco a poco ya que caminabamos todos los dias mas de tres horas. Asi fué tomando confianza consigo misma y logró caminar sin su muleta.

Cuando yo terminé la carrera de literatura, me fuí a vivir a la ciudad, y con un dinero que mi abuela me regaló consegui montar una pequeña librería, ya que me encantaban los libros. No hay como el aroma y el contenido de un buen libro.

La librería me iba superbien. En una de las veces que fui al pueblo a ver a mi abuela y a Berta, la comenté que si queria venir a trabajar conmigo a la librería. Se puso tan feliz, que logró emocionarme una vez más.

Nos vinimos las dos a la ciudad. Berta y yo llevabamos la librería muy bien, y además, ella tenia un don especial para atraer a las personas. Era maravilloso estar con ella.

Y asi, se nos fué pasando la vida, siempre juntas, siempre felices. Berta disfrutó de la vida tanto que yo casi no me podia creer que fuera la misma persona a la que yo miraba desde lejos cuando era niña y la veia tan extraña que me daba miedo, hasta que por fin conoci a la verdadera Berta, buena, amable, dulce, cariñosa…

Hemos vivido muchas cosas juntas, y hoy, escribo esta historia para hacerla mi homenaje especial. Berta ha muerto, después de luchar contra un cancer terminal con cincuenta años.

Y yo me he quedado sola… extrañando a mi querida amiga del alma…

Nunca olvidaré sus ultimas palabras mientras moria en mis brazos…

“GRACIAS POR HACER DE MI VIDA UN CUENTO DE HADAS MARAVILLOSO”

Y se fué… feliz…

y yo me he quedado sola.. Se me ha ido un pedacito de mi vida tan bonito….

Fuente: este post proviene de Un rincon desde el alma, donde puedes consultar el contenido original.
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