Autocondena



Buscaba esa mirada oscura en la luz

de cada sol que tropezaba,

figuraba tantas veces ver a mi sonrisa

como solvente universal de cada beso;

imaginaba que los triunfos venían adjuntos

a ese cabello de un azabache cristalino.

Le mentí a mi alma y contaba estrellas con los dedos

cuando un perfume embriagador desplegaba su veneno.

¡ Maldita la infamia de esconder las alas

del amor como cumbre de un castigo !

Improvisaba mil palabras en el intento de excusar

con bendiciones el engaño de la piel de un sentimiento,

me convertí en un ente mendigo de un querer,

un desierto de quimeras en la hostil fragancia de un verano.

Me volví difusa, una criatura más en este mundo atormentado;

transformé mis firmamentos en una lágrima ambulante

y mi sangre se infiltró con traición y alevosía.

Perpetué el fulgor de la mirada en lo insano de una mente,

Alterando el zumo de mi esencia por ser pordiosera de mí misma.

¡ Dios mío, cuantas cicatrices me produjo mi osadía !

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