Sin planes, sin amigos, y sin tener ni idea de por dónde agarrar esta ciudad, decidí saltarme todas mis normas y escribir un mail a una empresa de tours organizados, por suerte, mi buen karma me hizo caer en manos de Vive Berlin Tours (https://www.viveberlintours.de/es ). Por 14€ cada uno, disfrutamos del mejor tour por Berlin Oriental, una guía encantadora que hablaba español, y una ciudad con una personalidad y una historia sin parangón en Europa. Si os animáis a hacer este recorrido, dos consejos os doy: zapato cómodo y buena forma física, ya que te pasas más de 3 horas caminando a un ritmo bastante alto.
La vida a la sombra del muro y la dictadura comunista, y la transformación del Berlín Oriental en la ciudad que es hoy, está grabada en cada fachada y cada rincón de los que recorrimos. Hay tanto que contar, y tan poco sitio en esta entrada, que os voy a hablar de los lugares más importantes:
Los patios del Hackescher Markt: o Hakeschen Höfe, fueron concebidos como viviendas para los trabajadores de los talleres en la época comunista, hoy acogen comercios, cafeterías e incluso cines y un teatro.
Berliner Dom: Arrasada en la 2ª Guerra Mundial, su reconstrucción total no finalizó hasta el año 2002. Aviso para navegantes: el tramo de escalones que llevan a la cúpula es interminable, pero merece la pena subir si quieres disfrutar de unas vistas increíbles sobre el centro de Berlín. Cuesta 7€ y puedes ahorrarte la audio guía, no aporta mucho y es bastante aburrida.
El Parlamento: Antiguo Reichtag y sede del parlamento alemán, su cúpula fue rediseñada por Norman Foster. Ni se te ocurra ir así a lo loco o no te dejarán entrar. Tienes que reservar tu entrada en este enlace: http://bit.ly/1pE2MaD, aun así verás que la cola llega al infinito, no te preocupes, entras a tu hora y aquí, buenas noticias, sí que hay ascensor.
La Puerta de Brandeburgo: está situada junto al Parlamento. Cuando se levantó el muro, nadie salvo los guardas fronterizos y algunas personalidades tenían acceso a ella. Hoy es uno de los símbolos de Alemania y, cosa que me encanta, del triunfo de la paz sobre las armas.
Alexanderplatz: centro de Berlín y punto de encuentro de los berlineses. No sé si era porque ese fin de semana se celebraba el Marathon Thomas Cook, pero me encontré con un escenario con música en directo y unos puestos de comida con los mejores perritos calientes que he probado en mi vida. Allí se encuentra el famoso reloj mundial, pero os prometo que yo vi alguna zona horaria que iba bastante mal, palabrita. También me decepcionó un poco su tamaño, aunque imagino que esto es una cosa mía, porque con la Mona Lisa me pasó lo mismo.
Monumento al Holocausto: situado junto a la Puerta de Brandeburgo está formado por cientos de losas que van aumentando de tamaño a medida que avanzas. En realidad no sé deciros si me gustó o no, pero lo que sí sé es que tenéis que ir porque que no os va a dejar indiferentes.
East Side Gallery: así se llama el tramo de muro mejor conservado de Berlín. Lleno de graffitis conmemorativos de importantes momentos históricos contiene, en algo más de 1km, la mayor galería de arte al aire libre del mundo.
Bebelplatz: plaza famosa por ser el lugar donde tuvo lugar en 1933 la quema de libros del inicio del nazismo. Más de 20.000 obras de autores como Hemingway, Kafka o Proust ardieron aquella noche del 10 de Mayo. En el centro, una losa de cristal cubre una estantería vacía como recordatorio de aquél triste acontecimiento.
Si queréis algún consejo útil para manejaros por esta ciudad, hay un par de cosas que es importante que sepáis: El autobús turístico para visitar las dos partes de Berlin cuesta 58€ y, en nuestro caso, después de semejante dispendio, nos dejó tirados junto a otra decena más de turistas. Por suerte, en hotel nos devolvieron el dinero. La mejor solución es coger la línea de bus nº 100, por 6,90€ recorres Berlin Oriental y Occidental y lo coges las veces que quieras a lo largo del día. Si lo ves lleno, no desesperes, amigo, verás que el siguiente llega en un santiamén.
Otra de las cosas que os recomiendo es coger las bicitaxis. Lo primero porque es la única manera de ver las embajadas, los márgenes del río y otras zonas peatonales. Lo segundo porque es barato, y lo tercero porque es el propio conductor el que te da una lección de historia totalmente gratis mientras te lleva a tu destino. Las bicis están patrocinadas por los centros comerciales de la ciudad, por lo que son todas preciosas y cuidadísimas. A no ser que, como yo, cojas la de un particular, en este caso llamado Ulf, que tiene la bici más cochambrosa de Berlín pero con el mejor servicio de la ciudad de guía por la patilla.
Y, cómo no, mi tercer consejo va de lo mío, de comercio y bebercio. He de decir que, en comparación con otros lugares de Alemania, Berlín es una ciudad barata y con una gastronomía más que aceptable. Pero uno de los lugares que más me gustó fue el restaurante Refugium (http://www.restaurant-refugium.de), en la plaza Gendarmenmarkt. Por 15€ comimos un menú buenísimo y que en Madrid no hubiese bajado de los 30€. Además, tanto el servicio como el local son de diez. Para un coctel al atardecer, no te pierdas el Sky Bar, en Landsberger Allee, recomiendo encarecidamente los margarita, y creedme, después de 3 o 4 lo digo con conocimiento de causa, son excelentes.
En resumen, el Berlín feo y gris que yo esperaba encontrar ha resultado ser una bella cenicienta. Una ciudad impactante con una historia reciente más impactante aún y con unas gentes que poco tienen que ver con el famoso y estricto “carácter alemán”. Y es que la vida te enseña que, en ocasiones, algunos errores resultan ser tan buenos como el mejor de los planes.
Mer