¿Que si se me pasa por la cabeza? Está claro. Ese miedo que te sopla en la nuca cuando, de nuevo, te cuentan una historia real con final trágico. En este deporte, todos los que lo practicamos nos sentimos una familia, y duele igual cuando otro compañero pierde la vida sobre estas dos ruedas que le hacían tan feliz. La gente se pone nerviosa en sus coches cuando tiene que bajar la velocidad, y muchas veces su destino parece ser más importante que nuestras vidas. Te pitan, te gritan, te insultan. Hace poco leí en Facebook el comentario de una persona indignada y malhumorada porque se topó con un grupo de ciclistas que iba de dos en dos y, al estar ocupado el carril de sentido contrario, no podía adelantarlos. Por suerte, alguien había contestado que eso era legal, y que tuviera un poco de paciencia. Y este debate lo sufrimos todas las semanas. Hay gente que no se lo cree cuando se lo cuentas. Pero es verdad, y creo que no hace falta vivirlo para entenderlo.
Te hace temblar. Cuando un coche te adelanta y prácticamente te roza, piensas “por qué poco” y tal vez esa nueva víctima que ha salido en el telediario podrías haber sido tú. Pero parece que no importa, que el número de muertes aumenta, y el conductor del siguiente coche no respeta el metro y medio de seguridad. No se da cuenta que, quién está ahí subido, sobre esa bicicleta, es una persona, con una vida, con una familia, con unos amigos, una comida favorita y un concierto con su pareja el sábado por la noche.
Pero, en la medida de lo posible, como todo lo que nos da miedo, no lo piensas. Y sales a la carretera a vivir de una afición que te hace sentir plena. Y en el camino, de repente, la confusión me sabe al acero del guardarrail que me corta la piel. No entiendo qué pasa, me golpeo contra el suelo y el casco me salva del asfalto. Me arde la cara, me sangra la boca y sólo siento terribles punzadas de dolor en todo el cuerpo.
Sólo hacía falta un metro y medio. Un metro y medio de distancia, de conciencia, de educación, de respeto. Pero ha sido demasiado pedir y el número de muertes por atropello a ciclistas no hace más que crecer. Otra vez. Yo me he salvado, si quieres llamarlo así. Parece que no pueda quitarme la imagen que apareció ante mis ojos cuando desperté en la cuneta. Pero no entraré en detalles porque esta no es mi historia, es la de todas las personas que disfrutan sobre dos ruedas, de las personas rotas de dolor que han perdido a sus seres queridos sólo por disfrutar su hobby. Es la historia de todas las personas que luchan por guardarrailes con SPM. Y también puede ser tu historia, si te animas a luchar con nosotros, por más respeto, por más seguridad, y por un metro de distancia.
En tu reacción, está tu educación.