The Fate of the Furious, nunca se le da la espalda a la familia

Cuando en 2001 Rob Cohen estrenó Fast & Furious, nadie se imaginó que Fast & Furious llegase a contar con ocho pomposas entregas. Pero ya se sabe que cuando un producto es rentable, la industria no desaprovecha la ocasión de hacer caja. Aun con sus altibajos y la ausencia de Vin Diesel en la segunda y tercera entrega -no digo que me parezcan malas- parecía que la cosa no se alargaría tanto como lo ha hecho.

La saga reflotó en 2009 con la reincorporación de Diesel en la cuarta entrega, a manos de Justin Lin, responsable de la tercera parte. Desde ese momento los pistones no han dejado de girar. Ni siquiera la trágica muerte de Paul Walker, que paralizó el rodaje de la séptima parte, consiguió que el equipo tirase la toalla. La película se terminó de rodar con ayuda de los dos hermanos del actor y recreaciones digitales.

La ventaja con la que cuenta la saga, es que tal como se ha desarrollado la historia en los últimos tiempos, la flexibilidad para introducir nuevos personajes y anular algunos de ellos, es bastante alta.
Justin Lin que se hizo cargo de la franquicia desde la tercera hasta la sexta entrega con bastante acierto, para mí, creó la alineación perfecta en la quinta entrega. Junto con la primera, es la mejor de todas. En la séptima, cedió el testigo a James Wan (Saw) que sin destacar, mantuvo las cosas en su sitio.

Para esta octava entrega, F. Gary Gray, el director The Italian Job, remake protagonizado por Mark Wahlberg y Charlize Theron, que se hace con el papel de villana dentro de la saga con bastante consistencia.
Gray recoge todo lo sembrado por Lin y Wan y en base a las últimas aventuras nos presenta la evolución lógica de los personajes bajo el título The Fate of the Furious. Los miembros del equipo de Dom se convierten en agentes secretos clandestinos al servicio de una agencia secreta del gobierno, liderada por un magnífico Kurt Russell. Todo ello sin perder el espíritu de la potencia automovilística, aunque si alcanza un nivel superior y con tecnología mucho más vanguardista.

Con Dom y Letty de luna de miel, Brian y Mia fuera del juego y el resto de la pandilla exonerada de todo cargo, el equipo está instalado en una vida aparentemente normal. Pero cuando una misteriosa mujer (Theron) seduce a Dom (Diesel) para regresar nuevamente al mundo del crimen, se ve incapaz de rechazar la oportunidad, traicionando así a todo el mundo cercano a él. A partir de ese momento todos se enfrentarán a pruebas como nunca antes habían tenido. Desde las costas de Cuba y las calles de Nueva York hasta las llanuras del mar de Barents en el océano Ártico, nuestra fuerza de élite recorrerá el globo para impedir que un anarquista desencadena el caos en el mundo... y por supuesto para traer de vuelta a casa al hombre que les hizo una familia.

Por tanto, el futuro camino de la saga apunta a que el contraespionaje va a ser el impulsor de la historia en las ya planeadas dos próximas entregas.

De esta manera nos alejamos de los clásicos robos y delincuencia que ha movido a la saga desde un principio, pero es de cajón. Un leitmotiv que ha ido in crescendo en complejidad y espectacularidad en las entregas comprendidas entre la cuarta y séptima hasta alcanzar el punto actual, acabar trabajando para el gobierno. Lo que sigue manteniendo y creo que no perderá nunca es la unidad en lo que ellos llaman la familia.

Tal como se habían puesto las cosas, dicha situación encaja y es coherente en la historia atada por un fino hilo argumental que relaciona a los personajes y acontecimientos entre sí, dando una gran continuidad a la historia.
Aunque en esta nueva entrega, algunas de las acciones no son tan lógicas ni están tan bien atadas como cabría esperar, pues hay venganzas que cumplir, asumimos que estamos ante un blockbuster de espectacularidad creciente y en eso cumple a la perfección. El nivel de humor ha crecido bastante respecto a las anteriores entregas con Hobbs y Deckard (Dwayne Johnson y Jason Statham), se crean auténticas escenas risibles con frases lapidarias muy divertidas.

El golpe de efecto que utiliza la película es la traición de Dom a su equipo, algo que no considero un spoiler, puesto que el trailer ya desvela esa información y utiliza como reclamo para el público aficionado a la saga. El motivo por el cual Dom se pasa al bando enemigo, si que supondría un spoiler.

Como golpe de efecto, no es especialmente original, pero ya no les quedaba mucho que ofrecer en ese campo. Además, con otros medios distintos, ya se ha usado anteriormente con el personaje de Letty (Michelle Rodríguez) en la saga. Y no es que esta vez sea mucho más original, pero Chris Morgan el guionista de toda la franquicia desde la tercera entrega, ha sabido mantener a buen recaudo el motivo hasta el momento justo en la película.

Como he dicho, la espectacularidad ha crecido y en cada nueva película las piruetas mortales se han vuelto cada vez más difíciles de creer, pero en contexto, siguen funcionando. Más grande y más ostentoso no siempre es mejor, pero es casi lo único por lo que cualquier seguidor va a seguir viendo entrega tras entrega. Eso sí, esperemos que nunca descuiden por completo el guión. Actualmente, con sus más y sus menos, no lo han descuidado, a pesar de que en cada nueva entrega han intentado impresionar más al espectador haciendo lo imposible, y el fin justifica los medios.

De todas formas, hace tiempo que la saga abandonó esa fina línea quebrantable entre lo creíble y lo increíble. Así que ponerse a estas alturas a reprocharle fantasmadas a la saga, sería de necios. Si eres un seguidor de la franquicia, difícilmente te defraudará.