A todos nos encanta viajar, pero sobre todo a mis hijos les ilusiona conocer nuevos países, así que este año hemos ido de mochileros (para ser exactos, llevábamos maletas pequeñas para no tener que facturar) recorriendo tres países en ocho días (la República Checa, Hungría y Austria).
No hemos cogido ningún viaje organizado ya que decidimos hacerlo por nuestra cuenta (al paso que ahorramos damos más emoción al viaje). Tan sólo cogimos vuelos (en líneas de bajo coste con antelación salen muy económicos) y alojamientos (habitaciones cuadruples en Praga y Viena y un apartamento para ocho en Budapest).
Hemos viajado con unos amigos con hijos mayores, así que la realidad es que no se nos ha hecho nada pesado.
Praga es maravillosa, aunque estaba tan llena de turistas que era difícil recorrerla.
Fuimos al Teatro Negro de Praga a ver Aspects of Alice, y os tengo que decir que nos aburrió un montón (tanto a niños como a mayores).
Se hace demasiado larga y como viene a costar unos 25 euros por persona a no ser que estéis muy interesados en saber de que va no os lo recomiendo. Además el teatro es viejo e incómodo (que si no nos hubiéramos dormido seguro).
En general los precios en Praga son parecidos a los de España, y para comer no hay muchos problemas ya que hoy en día proliferan los sitios de comida rápida junto a restaurantes de muy diversos tipos (os recomiendo el Restaurante Kotleta para que probéis la comida checa a precios asequibles).
Normalmente en los restaurantes checos hay que pagar un 10% más sobre la factura (no es realmente propina, sino el precio del servicio).
Budapest nos ha encantado. Es una ciudad preciosa, muy señorial y con grandes avenidas para pasear. Sus castillos y palacios son impresionantes.
Los parques son fantásticos para viajar con niños. Es una ciudad maravillosa, plagada de espacios verdes.
Os recomiendo no perderos visitar la Isla Margarita.
Se llega a ella por autobús o bien haciendo un crucero por el Danubio, y os aseguro que merece la pena.
Eso sí, os recomiendo coger un cochecito eléctrico ya que la isla es mucho más grande de lo que parece y no os dará tiempo a recorrerla toda.
En Budapest se come muy bien a precios razonables. Os recomiendo el restaurante Magdalena Merlo: tienen comida típica junto con pizzas, para que no haya discusiones y todos quedéis satisfechos. El precio es muy asequible y el trato muy agradable.
Tanto Praga como Budapest son ciudades para patearlas (hemos hecho una media de 15 kilómetros al día caminando, pero no se nos ha hecho pesado).
Tienen muy buenos transportes y distintas tarjetas combinadas para ellos. La tarjeta de transporte de un día os servirá para todos (metro, tranvía y autobús) pero si vais a patear mucho la ciudad y sólo hacéis un viaje a la mañana y otro a la tarde no os compensa (ya os digo que son ciudades para caminarlas).
Entre Praga y Budapest primero y entre Budapest y Viena después hemos cogido trenes. No hace falta reservarlos, ya que se sacan directamente en la estación. Reservando asiento (lo que os aconsejo ya que los trayectos son largos y los trenes van llenos) el precio de los adultos es de unos 40 euros para el tren de Praga a Budapest (son seis horas) y de unos 30 para el tren de Budapest a Viena (unas tres horas).
Viena es una ciudad muy cara y no tan paseable como las otras dos. Posiblemente nos influyó el tiempo, que fue malo para ser verano (llovió todos los días en algún momento y la temperatura era mucho más baja que en Budapest).
Tenéis que tener mucho cuidado en los restaurantes ya que los precios no incluyen el IVA y la sorpresa es mayúscula. Además la comida vienesa es bastante corriente (el plato principal en los restaurantes es el escalope, que aquí en España se suele servir a niños y en platos combinados). Eso sí, la tarta Sacher está buenísima.
Es imprescindible no perderse el Palacio de Schönbrunn y sus maravillosos jardines.
Y, por supuesto, viajando con niños es imprescindible una visita al Zoo de Viena (Tiergarten), el más antiguo del mundo.
Como ciudad no es tan paseable como Praga y Budapest ya que en la calzada conviven tranvías, coches y peatones no demasiado amigablemente (me pasaba todo el rato vigilando a los niños para que cruzaran con cuidado).
Además, al ser más extensa y bastante más cara os recomiendo que en esta ocasión saquéis un abono de viaje para un día (compensa económicamente: un viaje individual sale unos 2,40 euros y la tarjeta de 24 horas unos 7).
En definitiva nos ha encantado el viaje, pero nuestra gran favorita ha sido Budapest: es la ciudad ideal para ir con niños no demasiado pequeños, ya que permite pasear por multitud de sitios y tiene una gran abundancia de espacios verdes ideales para ellos.
Y vosotr@s, ¿donde habéis pasado las vacaciones?
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