Fuente: Viviendo el sonido
El hecho de no reconocer nuestra voz explica que no nos guste o la encontremos desagradable. Curiosamente, los investigadores Albright College y Penn State Harrisburg pidieron en 2013 a un grupo de personas que calificase una serie de voces en función de su atractivo. Los científicos no comunicaron a los voluntarios que también calificarían sus propias voces. Lo interesante fue que las personas tendían a preferir, sin saberlo, sus propias voces grabadas y las calificaban con el grado más alto de atractivo. Por el contrario, se realizó el mismo experimento, pero advirtiendo desde el principio que una de las voces sería la suya y los resultados no fueron tan positivos.
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