Nuestra estrella y la felicidad

Parece que algunos nacen con una estrella cuando otros nacen estrellados. Parece que algunos nacen con mucha suerte y otros están destinados al fracaso.

Algunas personas no necesitan ni levantar el meñique para tener éxito en sus vidas en comparación con otros que tienen que pelear y pelear y otra vez pelear para tener un mínimo de suerte en sus miserables existencias. Pero ¿realmente esto tiene algo que ver con el refrán anteriormente mencionado? ¿Es sólo una cuestión de nacimiento? O ¿puede ser sólo una cuestión de educación? ¿Alguien que nace en un entorno socialmente bajo o medio puede tener suerte y éxito en su vida? O ¿es algo que se reserva sólo a las personas de clase más alta?

Solemos pensar que alguien que tiene la ventaja de poder estudiar e ir a la universidad va a poder triunfar en la vida comparado con alguien que tendrá menos ventajas académicas. Sin embargo, hoy en día, puede dar completamente igual si tenemos estudios o no. Es muy frecuente ver a personas con estudios universitarios sin nada, sin trabajo, sin recursos, viviendo de la ayuda de familiares, etc... Personas que intentaron construirse un futuro a base de esfuerzo y dedicación y que al final no tienen la fortuna de poder poner en práctica todo lo adquirido. Y eso ocurre con más frecuencia de lo que pensamos, mientras tanto, en las clases altas, en las familias con dinero, los niños de papá consiguen cualquier cosa por enchufe o dinero (aunque también es verdad que el uno va con el otro), sin saber lo que es realmente luchar por sus sueños y ambiciones.

Luchar y trabajar. Dos conceptos que se enseñan en las familias medias. Hay que luchar y trabajar duro para poder conseguir lo que anhelamos. Que sin trabajo, sin constancia, sin tesón no vamos a llegar a nada. Aún así por mucho trabajo, por mucha constancia, por mucho tesón que sea, llega un momento en el que la desesperación se sobrepone a todo ello.

No es que Lucía sea la mejor persona del mundo y que se merezca todo lo mejor del mundo. Porque de esas personas hay a montones. Lucía tiene sus cualidades y sobre todo sus defectos. Aunque es una mujer perfeccionista en todo lo que emprende, no deja de ser una mujer imperfecta.

Perfección, esa virtud tan deseada pero tan inaccesible a la vez. La perfección o su simple búsqueda, algo utópico que desea cualquier perfeccionista. Perfección, excelencia, obsesión... Obsesión por lo perfecto. Rechazo de la mediocridad. Al final ¿por qué no abstenerse de ser perfectamente imperfectos para ser verdaderamente auténticos? Así de sencillo. Mujer imperfecta. Mujer con defectos. Pero al fin y al cabo, una mujer singular que luce por ser sí misma, independientemente de la imperfección que la define y la convierte en una mujer única.

Por ser perfeccionista y por querer buscar la perfección en todo, Lucía acabó por rechazar cualquier mediocridad. Pero cuando su vida se convirtió en esa mediocridad tan repudiada, se vino abajo. Se quebró por dentro. Necesitaba encontrar algún sentido a su vida. Marcharse. Largarse. Renovarse. Para volver a respirar. Para volver a reír, ilusionarse. Para volver a creer en si misma y en los otros. En la vida. En que, al final, todo el mundo se merece su momento de gloria y satisfacción. Su momento de felicidad.

¿Y qué es exactamente la felicidad? Por mucho que la busquemos, ¿realmente existe? ¿O también es algo reservado a los de la dicha clase alta?



 
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Etiquetas: entretenimiento

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