Londres día 1: la emoción se repite!



Mi mami por fin cumplió su sueño de viajar a Londres junto a todos nosotros. Me hacía ilusión darles un paseo (aunque muy breve) por una ciudad que hace unos meses ya me había pateado y que ellos deseaban conocer. 2 semanas después de regresar de nuestra aventurilla por Budapest, poníamos rumbo a Londres!!

Ese jueves tenía examen de markeing. Entre los preparativos del viaje: maleta, itinerario, visitas etc, no pude dedicarle mucho al estudio y pasé la noche en vela con la compañía de mis queridos apuntes. Lo peor venía a la mañana siguiente sin haber dormido (a penas 1 hora) con el examen a última, cuando ya no podía más. Se me cerraban los ojos, me dolía la cabeza y me era imposible pensar en una sola definición de la teoría de marketing (niñ@s no lo hagáis, si tenéis examen dormid bien esa noche). Por si fuese poco, el día de lluvia no acompañaba nada...

Nuestro vuelo salía a las 16:30 desde Alicante así que una compañera me acercó después de clase hasta el aeropuerto donde me esperaban mis padres y mi hermano. Me despedí de ella y entramos a la terminal a esperar a que saliese nuestro vuelo de Ryanair.

Fue un vuelo tranquilo y hasta se nos hizo corto. Llegamos al aeropuerto de Stansted sobre las 19:00 y nos recibió un frío terrible. Al terminar el control de pasaporte en el que estuvimos en la cola más de media hora, fuimos al baño y a buscar nuestro autobús con destino London Victoria.


El trayecto en bus desde el aeropuerto hasta la estación duró alrededor de 2 horas (aunque yo recordaba menos) pero al ser hora punta la autopista no daba más de sí. Aún tuvimos suerte porque en el carril contrario había un atasco de kilómetros. Veíamos autobuses de National Express entre cientos de coches, esos autobuses que iban dirección al aeropuerto y que nunca llegaban... llevarían alguna que otra hora de retraso.

Los autobuses eran súper modernos y cómodos, nada que ver con los de Alsa de aquí jajaja. Conforme nos acercábamos a la capital íbamos viendo casas y edificios tan británicos... con sus ventanitas blancas y fachada de ladrillo oscuro... y sin darnos cuenta estábamos cruzando Londres de norte a sur hasta la estación. Pasamos el Puente de la Torre, el London Eye... y por fin llegamos a nuestra parada en uno de los laterales de la Estación Victoria.

La emoción de haber llegado, después de dos horas de bus a las que no le poníamos fin, era suficiente para no sentir nada de frío. Como nuestro hotel estaba a menos de 5 minutos de Victoria fuimos andando y mi madre no cabía en sí. Mi madre, esa mujer que soñaba pasear por Victoria entre tanta casa victoriana blanca con columnas y escaleritas en la entrada, una detrás de otra. No imaginaba lo aburrido que llegó a ser caminar por aquí al cabo de unos días...


Por fin llegamos a nuestro hotel que como todas las casas allí, era blanco, con columnas y escaleras en la entrada. Hicimos el check-in y subimos a nuestra habitación por unas estrechas escaleras de moqueta (es que no había ascensor!) hasta que encontramos nuestra habitación.

La primera impresión del hotel fue regular tirando a buena. Nada que no esperásemos, aunque carísimo para lo que es... en fin, bienvenidos a Londres. La segunda impresión fue la misma; si tengo que destacar algo que me gustó de nuestro hotel de 3* fue las camas: tanto los colchones como esas sábanas blanquitas, limpias y absorbentes, sobre todo cuando no has podido pegar ojo en toda la noche por culpa del estudio! pero no. Dejamos las maletas y nos marchamos, no había tiempo que perder. Necesitábamos la toma de contacto con la ciudad, ya que esta vez la visita a Londres era de muy pocos días.



Pensábamos que la zona de Victoria y concretamente el hotel estaba cerca del centro, pero error. En Londres no hay nada que esté cerca de nada, y menos nuestro hotel que estaba "a 10 minutos a pie del Palacio Real" que está a 10 minutos a pie de la calle que desemboca en Picadilly, que se tarda otros 10 minutos en recorrerse. Mardisión... total que empezamos a andar y recorrer laterales de unos jardines y otros. De noche, poca luz, nada de gente, calles sin coches... el camino era bastante triste y solitario, pero lo peor de todo era que después había que volver. Aunque pinte bastante mal, realmente Londres es muy seguro.

Bah, ya lo pensarán los Sotos del futuro (al estilo Ted Mosby), ahora era momento de disfrutar. Lo primero que nos encontramos fue el Buckingham Palace iluminado. Yo solo lo había visto por la tarde, pero la verdad que de noche era un poco triste. No había casi nadie y estaba todo cerrado así que no estuvimos allí mucho tiempo. Seguimos recorriendo los jardines de St James hasta que dimos con una calle repleta de edificios señoriales que terminaba en Picadilly: Waterloo pl, ahora sí de verdad, por fin vimos luces y respiramos Navidad por la calle!









Intentamos mantener la calma justo antes de llegar a Picadilly y entramos en un supermercado a comprar una botella de agua y donuts para merendar-cenar porque estábamos sin comer desde el medio día. Después nos dejamos llevar por la emoción del momento ¡estábamos en Picadilly señores! gente, mucha gente, coches, cochazos, autobuses rojos, pantallas led gigantes, luces de Navidad, mega tiendas (GAP, Lego, Emanems...)







Continuamos el paseo por Coventry St hasta llegar a Leicester Square, una plaza donde se concentran cines, lujosos restaurantes y bares de copas, cantidad de tiendas y el Burguer King donde terminamos cenando. Con el frío que hacía en la calle y lo bien que se estaba allí... no te imaginas la pereza que daba salir... aun así cualquier cosa es más interesante que el Burguer King así que seguimos nuestra visita recorriendo el Soho y las calles de Chinatown... pero ya eran casi las 12 de la noche y muchos locales ya estaban cerrando así que la zona no la vimos en todo su esplendor, sin embargo había que aprovechar porque esa iba a ser nuestra única visita al Soho de Londres.









Era tarde, estábamos bastante cansados (yo sobre todo) y aun quedaba un rato andando hasta el hotel, por lo que sintiéndolo mucho, pusimos rumbo retorno al hotel ya que al día siguiente había que madrugar para aprovechar bien el día.

Casi unos 45 minutos desde el Soho a pie hasta nuestro hotel y encima sin ascensor! caímos rendidos en la cama, no dio tiempo a pensar mucho y ya estábamos durmiendo... a mi por cierto, se me olvidó el pijama como siempre y tuve que dormir con un pantalón de chándal de mi hermano y camiseta interior... que haría yo sin mi querido wei acompañante de viaje...

A la mañana siguiente nos esperaba un día duro!



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Etiquetas: LONDRESNAVIDAD

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